Por: SEGISFREDO INFANTE
Kris Vallejo es hija especial de mi amigo el profesor de filosofía don Hilario Vallejo, quien cosechó un doctorado mediante una tesis sobre Baruch Espinoza, en una prestigiosa universidad española. No conozco su tesis. Aun cuando me encantaría una fotocopia autorizada por el autor. Lo raro es que pocas veces hemos conversado de teología y de filosofía con Hilario. Casi siempre, hace tantos años, hablábamos de música, incluyendo el capítulo inextinguible del “Canto Gregoriano”. Aquellas conversaciones ocurrían, por regla general, en las raras oportunidades en que nos encontrábamos en el ya desaparecido “Café de Pie”, con otros contertulios como el doctor en matemáticas don Oscar Montes Rosales; el lexicógrafo don Atanasio Herranz; el “archivista mayor” don Julio Rodríguez Ayestas; “Doña Úrsula”; el poeta Raúl Gilberto Tróchez; el poeta Alexis Ramírez; el economista don Manuel Antonio Rodríguez; el humildísimo romántico impenitente Abraham Raudales “Tuchac”; don Oscar Pagoaga, alias “El Tigre”; Mario Membreño Cedillo; y otros que más tarde se fueron sumando en el camino como el pintor y narrador Héctor Alfredo Martínez; doña Elsa Marina Torres; el poeta y ensayista José Antonio Funes; “Tavito” Sánchez Barrientos; Rodney Moncada; “Nina” Landa Blanco; el ensayista Rolando Sierra Fonseca; “El Pelón Morel”; el doctor Abraham Pineda Corleone; José “Azconita”; el profesor Juan Domingo Torres; “Chemita” Valle Bustillo; el físico de partículas Josué Danilo Molina; y, parejamente, mis hijos e hijas, en aquel entonces pequeños. (Algunas de las personas aquí mencionadas ya gozan de la paz eterna).
Hablo de alrededor de unos veinte años, en un contexto en que también tuve que haber conocido a la adolescente Kris Vallejo, una artista y poeta de corazón, quien ha hecho llegar a nuestras manos su primer libro de poesía: “Tigres Sin Memoria” (2019), de la Editorial “Los Amorosos”, bajo los auspicios del Taller Literario “Alicanto”, coordinado por Rolando Kattan y oxigenado por la infatigable editora Frances Simán. Van para todos ellos mis aplausos sinceros en tanto que conozco la dureza del ambiente hondureño para publicar un pequeño libro aceptable; o una simple revista como “Búho del Atardecer”.
No me fue posible asistir a la primera presentación oficial de “Tigres Sin Memoria” de la fraterna Kris Vallejo, en el Centro Cultural de España. Una resaca de bronquitis de más de tres semanas me lo imposibilitó. No es bueno hablar en público de estas debilidades de salud. Pero el problema es que a veces casi nadie le cree a uno; excepto cuando ya estamos hechos pedazos. En cierta ocasión, hace varios años, le comenté a mi amigo traductor don Ioram Melcer, que resultaba saludable exteriorizar y reiterar ciertos problemas físicos y espirituales, como una alternativa terapéutica. Los psicólogos, los sacerdotes, los rabinos y los psiquiatras lo saben mejor que nadie.
En todo caso tengo entre mis manos el primer libro de poesía publicado de Kris Vallejo, un tanto ansiosa por conocer mi anodina opinión. De hecho esperábamos la publicación de este poemario desde hace unos dos años aproximados. Conocíamos algunos de sus textos dados a conocer previamente en el “Búho del Atardecer”; o leídos por ella misma en presentaciones del Taller “Alicanto”. Debo subrayar, literalmente, la dedicatoria que Kris Vallejo estampó en la primera página del obsequio: “Querido Segis: Usted es gran parte de mi corazón poético. Gracias por su apoyo siempre. Todos los abrazos. 2019. Kris Vallejo.” Así que de entrada estamos muy satisfechos por la publicación de nuestra delicada amiga, escritora y artista.
Mis primeras lecturas de los poemas de Kris Vallejo, anteriores y posteriores, apenas perciben el profundo secreto de una poeta que sabe regalar y ocultar sus joyas simultáneamente. Su riqueza se arremolina en el fondo de los ríos cadenciosos; o en los recodos de las quebradas umbrías de tierra adentro. Pero luego esa riqueza de ópalos más o menos oscuros sale a la luz mediante una técnica análoga a la de los versos pareados autónomos entre unos y otros. Esos versos buscan las zonas telúricas, el mar, el diluvio, la muerte, la vida, el entrelazamiento y la nada. Kris desea contenerlos. Pero los versos brollan, salen y se marchan resignados, hacia lugares ignotos.
Como artista de las artes plásticas Kris Vallejo se encuentra íntimamente familiarizada con la técnica del “collage”. Algo de eso es consubstancial en su poesía, consciente o inconscientemente. De tal modo que en su obra poética devenimos en la obligación de aquilatarla. Los tigres son como el “leitmotiv” del misterio. Quizás el trasfondo sea el poema “La Pantera” de Rainer María Rilke. O los colores que estos felinos sugerían a los ojos ciegos inmortales de Jorge Luis Borges. En última instancia los versos herméticos y enigmáticos de Kris Vallejo, después de andar sueltos por el mundo, habrán de retornar a su corazón inundado de soledad, riqueza y poesía. Dilecta Kris, mientras nosotros respiremos, Usted nunca será “olvidada”. Ni será clavada en una cruz.
Tegucigalpa, MDC, 10 de noviembre del año 2019. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el domingo 17 de noviembre de 2019, Pág. Siete). (Nota: En estos últimos meses del año 2019, estos mismos artículos se han reproducido en el diario digital “En Alta Voz”).