Por: SEGISFREDO INFANTE

            Aquellos que conocen las investigaciones lingüísticas y los trabajos lexicográficos de Atanasio Herranz, lo mismo que sus publicaciones en libros, periódicos y revistas, comprenden la importancia de las andanzas intelectuales de este hispano-hondureño que por regla general viene todos los años a Tegucigalpa, exceptuando el fatídico 2020 por las razones y motivos que todos sabemos. Pues bien. Aquí lo tenemos nuevamente en Honduras: Abrazado a sus viejas y nuevas querencias, tanto en la esfera familiar como de sus amistades, disfrutando del sol tropical, de los paisajes y las gastronomías. 

            Justamente, coincidiendo con el mes del idioma español, el doctor Atanasio Herranz ofreció una videoconferencia internacional, el viernes 29 de abril del año en curso, apoyado por la Universidad de Valencia (España), la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán” y la Academia Hondureña de la Lengua. De hecho, Atanasio se instaló en las oficinas de esta institución corporativa hondureña, para transmitir, “vía zoom”, sus conocimientos relacionados con las “Jornadas sobre estudios del español hablado en Honduras”. Vale la pena recordar que Atanasio Herranz coordinó el monumental “Diccionario de Americanismos”, bajo los auspicios de la Real Academia Española (RAE) y la Asociación de Academias de la Lengua Española (ASALE). En tal Diccionario se incluyó el mayor número de hondureñismos, en uso, de que se tuviera noticia en la historia de publicaciones de la RAE.

            En la videoconferencia participaron, aproximadamente, unas ciento sesenta y cinco personas, de distintas partes de España y del subcontinente latinoamericano, donde fue notoria la presencia del moderador de la Universidad de Valencia, el maestro Danny Murillo Lanza; la iniciativa de la doctora y académica Melissa Merlo, de la Universidad Pedagógica Nacional “Francisco Morazán”; el auxilio técnico de la lingüista, profesora y académica Hilcia Hernández, de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, lo mismo que con el apoyo moral de los académicos directivos Víctor Manuel Ramos y Raúl Arechavala, sin olvidar la presencia física de la lingüista Águeda Chávez, la becaria Celeste Martínez y del amigo Manuel Antonio Rodríguez. Otros, como José Antonio Funes, “Julito” Ventura, María Sánchez, la secretaria Monsherrat Urbina y el autor de estos renglones, seguimos el evento por la vía digital, tal como ha sido nuestro mecanismo en estos últimos dos o tres años.

            Durante casi una hora Atanasio Herranz expuso las técnicas lingüísticas que utilizaron en el proceso de elaboración del “Diccionario de Americanismos”, en el cual participó también mi amigo dominicano el doctor Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua. Atanasio informó que aquellos tecnicismos son los mismos (o casi los mismos) que él personalmente utilizó para elaborar el monumental “Diccionario de Uso del Español de Honduras” (DUEH), libro que ha estado como a la espera de ser publicado en “Catrachilandia”, por iniciativa nuestra y de otros amigos y colegas hondureños. La ilusión era que el “DUEH” se publicara en el contexto del “Bicentenario de la Independencia”. Pero el proyecto, amén de haber sido aprobado en dos instituciones estatales, una centralizada y otra descentralizada, se adormeció en el “rumor de las selvas hondureñas”, como ha sido lo típico en nuestra historia cuando se trata de proyectos faraónicos, ya sean físicos o intelectuales. Me consta (ya lo he dicho en otros artículos) que se trata de un libro de más de dos mil páginas, según sea el formato que se predetermine. Sin embargo, a pesar de los pesares Atanasio Herranz anunció que el libro será publicado, en formato digital, durante el próximo mes de agosto del año que transcurre, en la conocidísima editorial “Amazon”, con la posibilidad abierta de imprimir algunos volúmenes de circulación restringida. Aunque aplaudimos tal iniciativa, lo ideal hubiese sido que el “DUEH” circulara por las librerías y bibliotecas hondureñas y centroamericanas en forma impresa, habida cuenta de su importancia extraordinaria, tanto para los entendidos como para los profanos en estos temas.

            Algún día, quizás lejano, los hondureños lograremos aquilatar las valiosas contribuciones científicas del doctor Herranz, tanto en el estudio de las formas de hablar de nosotros los provincianos catrachos y de otros países hermanos, como en la intensa búsqueda de los “nahuatlismos” mesoamericanos, subyacentes pero avasallantes, y los “lenquismos” apenas subsistentes en Honduras y el oriente de El Salvador. Me resulta simpático recordar que el escritor Roberto Castillo, en su novela “La guerra mortal de los sentidos”, instaló a uno de sus personajes como el buscador del último hablante de la lengua lenca. Recuerdo haber acompañado a Castillo Iraheta en la presentación oficial de su novela en el viejo “Paraninfo” de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras. Siempre hemos bromeado con Atanasio como invirtiendo los papeles, es decir, percibiéndolo a él mismo como si fuera “el último hablante lenca” de Guajiquiro.

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