Doctor HORACIO ULISES BARRIOS SOLANO, Premio Nacional de Ciencia “JOSÉ CECILIO DEL VALLE”

Como Vallista daremos sucintamente información de las cartas en sí ya que es el tema central de este artículo, aunque éstas intentarán ser contextualizadas de manera correcta, de acuerdo con los acontecimientos que sucedan en torno a ellas.  Es un corpus de 13 cartas, las cuales están publicadas en el libro de Juan Valladares Rodríguez (1967) quien escribe el prólogo, y es además el dueño de dichos escritos. A su vez, vale la pena hacer notar que sus corresponsales son invariablemente tres personas en conjunto: su esposa doña María Josefa y sus hermanas Francisca y Manuela Díaz del Valle. La primera es fechada el 20 de Julio de 1822 en Puebla; y desde las primeras líneas pueden observarse intimidades que es imposible encontrar en escrituras públicas, las cuales, por obvias razones, tienen tonos más formales.

Mis amadas Pepa, Chica y Nela: Salí de Tehuacan el día que indiqué en mi última. No hubo otra novedad que haberse enfermado Juan Arochena de diarrea y vómito y vendrá a alcanzarme en esta o en México. Juan se excede en comer cuanto se le presenta: es devorador su apetito y comienza a sentir los resultados (Valladares 1967: 21). Cuando Valle menciona a Pepa, Chica y Nela se refiere a su esposa y sus dos hermanas, el uso de palabras afectuosas para referirse a ellas son frecuentes.

La descripción de las enfermedades de su acompañante, e incluso las razones por las cuales está convaleciente, son brindadas abiertamente por Del Valle. En ocasiones, también brindaba a sus receptores descripciones de los lugares por los que viajaba. “Puebla es una ciudad grande y hermosa. Si la vieran Guatemala les parecería pequeña y triste” La comparación hace referencia a los grandes contrastes entre las dos ciudades. “A principios del siglo XIX la ciudad de Puebla de los Ángeles, que contaba con 67,800 habitantes era más populosa que Lima, Quito, Santa Fe o Caracas.” “Y colocada después de México, Guanajuato y La Habana, es la ciudad más considerable en las colonias españolas del Nuevo Mundo.” (Tobar 1961).

Por otra parte, es poco probable que existiese alguna intencionalidad política por parte de Del Valle al hacer esta comparación, puesto que para aquella época México era gobernado por un imperio al que no apoyaba y con el que ni siquiera simpatizaba.

En otras cartas se ve a Valle, incluso, yendo de compras, opinando sobre artículos que nunca había visto antes, escogiendo cuales podría enviar a sus seres queridos. “Aquí tienen una prueba de mi gran amor. Valle escribiendo de túnicos y tratando de modas” (Valladares 1967: 23). Es probable plantear que El Sabiose sintiese un tanto ridículo adquiriendo estos inusuales roles y actividades para su persona, alguien que claramente prefería estar absorto de sus lecturas en habitaciones o recintos llenos de libros, o a lo sumo participando activamente en discusiones políticas contemporáneas.

También se habla sobre su vida doméstica, o más bien sus servicios domésticos, ya que resulta difícil imaginar a Vallepreparando sus comidas. “No es preciso que manden al negrito Faijo. Tengo de cocinero a un negro de esas provincias que sirvió el Padre Tovilla de la Merced.” (Valladares 1967: 37).

Pero lo que más interesa para esta investigación, es que además brinda sus curiosas medidas preventivas. Intenta incorporar sus costumbres habituales del día a día, no solamente por su salud física, sino también intelectual.

Mi higiene se ha reducido a guatemalizar a México en lo posible. Existo como en Guatemaladedicado a leer, escribir y hacer algún ejercicio: tomo chocolates de Guatemala, fumo cigarros de Guatemala, me sirve uno de Guatemala, me recojo a las 10 y media y me levanto a las 7 como en Guatemala. La temperatura ha sido en los meses anteriores como la de Guatemala en los tiempos frescos, en el presente ha comenzado el frío y, el que sentimos es poco mayor que el de Guatemala en Navidad (Valladares 1967: 43-44).

Para bien o para mal, Valle había abandonado su tierra natal en Choluteca, Honduras cuando era tan solo un infante, pero ahora, luego de vivir bastantes años en Guatemala, siente nostalgia por lo que ha dejado atrás y parece querer ver y hacer todo lo que hacía antes de ir a México, para sentir o intentar engañarse, que se encuentra en el mismo sitio.

Como ya se mencionó anteriormente, Valle enviaba presentes para agradar a su familia, pero también recibían paquetes, los cuales tenían que ver con sus gustos tradicionales. Aunque sus exigencias no siempre resultaban quedar satisfechas. “Recibí las cajuelas de cigarros y chocolate que me remitieron con el extraordinario. Llegaron a tiempo oportuno. El chocolate está muy bueno; pero los cigarros son muy delgados” (Valladares 1967: 37).

Conviene recordar la importancia que tenía el desarrollo del chocolate, tanto a nivel macroeconómico como nivel microeconómico; muestra de ello se encuentra documentado en la producción de Clarence-Smith (2010), en la cual se toca el tema de las exportaciones; mientras que Staples (2005) aporta datos interesantes en el sitio destinado dentro de las casas, para la producción del mismo.

Por otra parte, la manera en la que se despedía de sus allegados era en ocasiones muy amorosa. “Digan a mi Lolita, a mi Pepita y a mi José Bernardito que reciban mil besitos, que estoy contentísimo al saber que (…) por el siguiente les mandaré semillas de rosas disciplinadas y amarillas y otras cositas. Soy todito de ustedes” (Valladares, 1967:48). Cuando Valle parece adentrarse en temas más íntimos aparecen estos misteriosos puntos suspensivos, los cuales son explicados por Juan Valladares Rodríguez. “Aparte de lo estrictamente privado y familiar (algunos de cuyos pasajes tacharían después un pariente celoso de las intimidades, supresiones que en el texto de las cartas se indican con puntos suspensivos.)”. Trágicamente, por estos tachones, muchos de estos secretos no son revelados en estas cartas, aunque sería interesante buscar en los archivos otras cartas en las que le contestan Pepa, Chica y Nela, para obtener más información respecto de ellas. Cuando se habla acerca de los tachones, se subrayan los puntos suspensivos.

Incluso, diferencias a nivel de fabricación entre Centroamérica y México son develados en los escritos. “Amadas Pepa, Chica y Nela recibí la de 10 de febrero el retrato de mi José Bernardo.No pude verlo sin sentimientos tiernos.Ya he mandado que hagan uno de cera para remitirlo a Uds. Verán cosa de gusto.México ha adelantado mucho en esta industria” (Valladares 1967: 10).

Poco después de la caída del imperio de Agustín Iturbide, Valle escribe una vez más a sus familiares, lleno de esperanza en que pronto pueda volver a reunirse con ellos. El deseo de retornar, e incluso, cierta frustración por no poder hacerlo es notorio en las últimas cartas. “dispondré mi viaje; y volveré a estrechar en mis brazos a ustedes que son la mitad de mi yo, y a mis hijos que son la continuación de mi ser” (Valladares 1967: 57).

LOS APOSENTOS, ESPACIOS NO SOLAMENTE DE REPOSO

Es común y hasta cierto punto comprensible que se piense en una historia que acontece durante el día, y no la noche, ya que es allí donde hay mayor movimiento, pues suceden acontecimientos de mayor trascendencia, porque es en este tiempo que se socializa con los semejantes, se trabaja, se estudia, etc. Pero ¿Qué sucede cuando se está en los dormitorios? Y más importante aún ¿Es acaso posible escribir una historia de estos sucesos sumamente íntimos? No hay duda que es posible. La perspectiva puede ser distinta y atípica. Por lo anterior, esto generará que se aprenda nuevos conocimientos sobre algún periodo histórico determinado. Un libro curioso que se relaciona con este tema es el de Michelle Perrot (2011) Historia de las alcobas. En donde opina sobre el tema, lo siguiente:

Mis propias experiencias sobre habitaciones inundan por completo este relato. Pero cada uno de nosotros tiene las suyas, y este libro es una invitación a regresar a ellas, porque son muchos los caminos que conducen a una habitación: el nacimiento, el reposo, el sueño, el deseo, el amor, la meditación, la lectura la escritura, la búsqueda de uno mismo o de Dios, la reclusión voluntaria o forzada, la enfermedad, la muerte… Desde el parto hasta la agonía, es el escenario de la existencia, o al menos de sus mecanismos, en el que los cuerpos, despojados de máscaras, se abandonan desnudos a las emociones, a la pena, a la voluptuosidad. Pasamos en ella casi la mitad de nuestra vida, la más carnal, la más adormecida, la más nocturna, la del insomnio, la de los pensamientos errantes, la de los sueños, la de la ventana al inconsciente e, incluso, al más allá; y ese claroscuro refuerza su atractivo (p. 2).

José del Valle tiene también este espacio privado en donde desempeña diversas actividades, entre ellas: leer y escribir, ya sea documentos públicos del trabajo o bien cartas privadas como las que estaban dirigidas a su familia. En las siestas que tomaba, según Juan Valladares Rodríguez (1967), experimentaba también esperanzas y frustraciones en estos recintos (plasmados claramente en las cartas), ya que tuvo que mudarse a una celda por orden del régimen de Iturbide; en fin, un ejercicio de introspección profundo y muchas veces descuidado por la historiografía tradicional. Esto se conoce, en buena medida, por las cartas aquí presentadas, pero aún queda por investigar si existen más fuentes primarias que permitan revelar si se dieron otros acontecimientos que todavía no hayan salido a luz de las recamaras en las que se hospedó Valle…

UNA CUESTIÓN DE HONOR

Una vez en México, Valle no se escondió a nivel político y formó parte del grupo que se oponía a la anexión centroamericana al imperio; esto produjo que formara alianzas, pero también que se hiciera de enemigos. E incluso, le recomiendan ocultarse en las casas de otros diputados. Sin embargo, Valle no consideró necesario hacerlo, puesto que él era un hombre de bien(Tobar 1961: 85-86). No obstante, el régimen no se preocupó en comprobar esto y El 27 (de agosto) por la tarde dio orden el gobierno para que pasara al Convento de la Merced como detenido. Era verbal la orden, debía ser escrita. Pero monté en el coche y fui a cumplirla porque he estado siempre y estoy ahora muy satisfecho de la pureza de mi conducta pública y privada (Valladares 1967: 27). No recibe un mal trato, tiene acceso a la biblioteca del convento en donde se la pasará leyendo archivos “revisa los mapas del virreinato, que han trazado los estudiosos Alzate, Humboldt, Arwosmith y Brue” (Valladares, 1967). Además, aunque estuvo prisionero, pasó la mayor parte del tiempo en reclusión en el Convento de Santo Domingo, en donde tuvo numerosas comodidades: “…recibía visitas; tenía las llaves de la biblioteca del convento para estudiar cuando quisiera; sentaba amigos en su mesa y tenía su cocinero particular, un negro de Guatemala” (Valladares, 1967: 29). Pero no es por ello que se siente contrariado, el punto central aquí es que se ha puesto en duda su honor; la idea del honor es de vital importancia para la época, y es abordada por Chambers (2010), en From Subjects to Citizens: Honor, Gender, and Politics in Arequipa, Perú, 1780-1854.

Por lo cual su amargura y frustración es perceptible en algunas cartas. Creo que todos están persuadidos de la pureza de mi conducta pública y privada,es preciso que lo estén. Cuantos me conocen saben que mi vida ha sido retirada en está y esa. Berasuetavino a visitarme, y a los que estaban presentes dijo: “Le conozco desde que estuve en Guatemala y me consta que su conducta ha sido acrisolada” (Valladares 1967: 31). A la vez, instaba a sus familiares a no preocuparse por él, finalmente la situación se resuelve muy favorablemente, puesto que además de ser liberado de su detención, será inmediatamente nombrado como Secretario de Estado y del Despacho Universal de relaciones interiores y exteriores. Valle, entonces, enfatiza en el triunfo de su honor ante las injusticias que se le habían presentado. “El hombre no debe abatirse en las desgracias, ni enorgullecerse en las prosperidades, solo en el otro mundo hay eternidades. En este todo es mudable” (Valladares 1967: 47).

REFLEXIÓN FINAL

La época se presenta en clara encrucijada, en donde sociedades americanas intentaban ser independientes, caudillos se levantaban formando alianzas para hacerse con el poder, e incluso expandir la extensión de sus territorios, como es el caso de Iturbide. En medio de todo este caos político, alrededor de estas crisis por conseguir la legitimidad, existen también personas que coexistían y tenían su vida privada.

Una pequeña, pero significativa muestra de ello, puede observarse en las cartas redactadas por Valledesde Méxicoa sus parientes, en donde muchas veces se desprende de sus funciones políticas, para simplemente recordar, demostrar afecto y cariño, escribir palabras afectuosas o simplemente saludar a sus seres queridos, que se encontraban lejos de él.

Está de más decir que este tipo de fuentes permite observar una nueva panorámica de las múltiples historias que pueden existir en la misma época y en idéntico espacio geográfico. Hay un vacío pendiente en la historiografía guatemalteca, que debe ser llenado con investigaciones y estudios enfocados en estos aspectos, un tanto olvidados.

El contraste encontrado en las fuentes consultadas fue notable, algunos autores, como Tobar Cruz o Ramón Rosa (1965), caen en una perspectiva demasiado parcializada. Al recrear la vida de cualquier personaje histórico, se debe evitar hacer exageraciones desmesuradas, ya que se caería inevitablemente en la subjetividad, y se crearían más bien héroes y villanos en lugar de personas insertas en un contexto determinado, puesto que la historia no debe redimensionar, ni minimizar a los individuos, sino tan solo estudiarlos en una realidad de los hechos pasados.

Entre las limitaciones del trabajo están, sin duda, los tachones de las cartas, por algún pariente de Valle, justamente en los espacios que consideraba más privados e íntimos, quizá por pudor, se ocultaban aspectos que probablemente brindarán datos aún más reveladores sobre la vida privada de Valle. Estas cartas fueron muy provechosas; y se hizo un sincero y humilde esfuerzo por intentar contextualizarlas en esta investigación; se revalorizaron históricamente, en la medida de las personales posibilidades. Para finalizar, debe agregarse las palabras de Fernand Braudel (2010): Huelga decir que, por muy amplio que mi esfuerzo haya sido en este punto, no he podido consultar, ni mucho menos, todos los documentos de los archivos que he tenido a mano; que mi libro se basa en una investigación forzosamente parcial; que sé de antemano que sus conclusiones serán revisadas, discutidas, desplazadas por otras, y que deseo que así sea. Así progresa y tiene que progresar la historia (p.14).

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