Por: SEGISFREDO INFANTE

            Roger Penrose, un gran físico-matemático y cosmólogo británico, en su libro central “El camino a la realidad: Una guía completa de las leyes del universo” (2004, 2006), establece tácitamente que sólo hay un sendero para conocer la verdad, y es el camino de las complicadas matemáticas que fueron sublimadas por Pitágoras o la escuela pitagórica en la antigüedad, y endiosadas durante el Renacimiento por Galileo Galilei. Soy admirador de otros libros de Roger Penrose, en donde investiga a fondo el comportamiento del cerebro humano y de su respectiva conciencia, muy superior, según él y según el autor de este artículo, a la inteligencia artificial, la cual también ha sido endiosada en nuestros apresurados días. Pero disiento en lo que concierne a excluir otras posibilidades y caminos para conocer la realidad real, o la verdad, en tanto que el genial Penrose pareciera dejar solamente abierto, en el citado texto, el sendero de la física y de las matemáticas.

            Tal exclusión me hizo recordar a un simpático profesor universitario que insistía que solamente había un método científico: El del materialismo histórico marxista. A pesar de ser un muchacho en aquel entonces, me atreví a contradecir al profesor en el sentido que había muchos caminos para llegar a la verdad. Algunos años más tarde me topé con el libro “Contra el Método”, del también científico Paul K. Feyerabend, quien de algún modo vino a revolucionar la filosofía de la ciencia conocida. No comparto, desde luego, todas las propuestas de Feyerabend. Pero son un punto de partida para flexibilizarse y desmarcarse de los dogmatismos viejos y nuevos.

            El grueso volumen de Roger Penrose me dejó muy pensativo. Razón por la cual me sirvió para elaborar el capítulo veintiséis del libro “Fotoevidencia del Sujeto Pensante” (2013, 2014, Pág. 127), en donde propongo cuatro senderos principales de la realidad, comenzando por preguntar qué cosa es la realidad, cuya incógnita nunca podrá despejarse con camisas de fuerza conceptuales. Una primera aproximación, desde la filosofía especulativa, a esta complejidad, es que la realidad es una cosa multilátera que al final sólo permite comprensiones aproximativas, recurriendo a los tres grandes expedientes del conocimiento sistemático y problemático universal: La Teología, la Ciencia y la Filosofía (escritas todas con mayúsculas), con sus especiales subdivisiones internas y conexiones externas, como el viejo saber de los pueblos, que se significa, en sí mismo, como el cuarto camino hacia la realidad.

            Por el camino de la Filosofía es indispensable volver a la metáfora de la caverna de Platón, en donde la realidad, con luces y sombras, pre-existe en la esencia de las grandes Ideas; y, como contrapartida, acercarse a los conceptos de “mímesis” y de realidad sensorial de las cosas, que observaba y utilizaba Aristóteles. Esto sin perder de vista la noción de esencialidad inmutable del “Ser” total que previamente buscaba Parménides; y, a la par, las nociones del devenir y del fuego que postulaba Heráclito. Visiones que cobran sistematicidad en el pensamiento de Georg Hegel cuando afirmaba, en forma rotunda, lo siguiente: “Lo que es racional es real; y lo que es real es racional.”

            Como segundo gran sendero del conocimiento (derivado de la Filosofía primigenia), postulamos el camino de las Ciencias, en tanto en cuanto se trata de varias ciencias particulares, tales como la Física, la Medicina, la Matemática, la Historia y la Arqueología, para sólo mencionar cinco disciplinas rigurosas que abordan, cada una a su manera, la realidad poliédrica o multilátera, como sugeríamos en el tercer párrafo.

            La alta Teología es el tercer gran camino principal, cuya rigurosidad lógica o metodológica, aunque difiere de la Filosofía y de la Ciencia, en nada desmiente su deseo por comprender lo sensorial humano y lo suprasensorial, incluyendo la parte cosmológica. De hecho la Teología a veces empalma con los otros conocimientos que buscan aproximarse a la realidad. El monoteísmo, por ejemplo, es una gran aproximación en la búsqueda abstracta, inclusive histórica, del conocimiento universal.

            El posible cuarto sendero, si pudiéramos añadir un cuarto, es el que encontramos en la “doxa” o conocimiento milenario de los pueblos. Es como hablar de las tradiciones positivas y de la cultura misma que le da sustentación indirecta a los demás saberes. Este conocimiento puede ser mágico, inconsistente, irracional, veleidoso, escurridizo, racional, inmanente, concreto y abstracto. Es más variado y rico que las tres disciplinas arriba mencionadas. De aquí emana la buena Poesía como una de las manifestaciones del Espíritu, que emerge de las entrañas de los pueblos e individuos cultos; o civilizados.

            Estos cuatro senderos de la realidad, se bifurcan y entrelazan en momentos de paz o en circunstancias adversas de la “Historia”. La Civilización Occidental, con todas sus virtudes y defectos, ha sabido conjugar estos conocimientos. En último caso tal vez sería recomendable conseguir y leer el libro “Fotoevidencia del Sujeto Pensante”.

            Tegucigalpa, MDC, 19 de abril del año 2020. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el domingo 26 de abril del 2020, Pág. Siete). (También se reproduce en el diario digital “En Alta Voz”). 

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