DOCTOR HORACIO ULISES BARRIOS SOLANO Premio Nacional de Ciencia “JOSÉ CECILIO DEL VALLE”

Estas pinceladas sobre el primer Jefe de Estado fueron trabajadas y tienen su fuente de los archivos de La Casa de Morazán, por haber sido  en varias ocasiones Miembro Propietario del Directorio Permanente de la misma en Representación del Gran Maestro de la Gran Logia Masónica de Honduras.

Este 15 de septiembre Honduras conmemorará el 197 aniversario del Día de la Primera Independencia fecha en que los hondureños salen a las calles que son adornadas con símbolos patrios, realizando los tradicionales desfiles acompañados de fervor cívico de cientos de estudiantes, militares y organismos oficiales. Nuestro país comparte esta efeméride con sus vecinos centroamericanos de Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica tras haber sido gobernada como parte  del virreynato de la Nueva España durante casi 3 siglos. Se unió con Guatemala, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica y nació la República Federal de Centro América, de efímera existencia siendo el Abogado JOSÉ CECILIO DEL VALLE fue quien redacto el “Acta de Independencia”, y en esta oportunidad nos referiremos al  primer Jefe de Estado: JOSÉ DIONISIO DE LA TRINIDAD DE HERRERA Y DÍAZ originario de Choluteca nació un 9 de octubre de 1781. Fue enviado a estudiar a la Universidad de San Carlos en Guatemala al hogar de su primo José Cecilio del Valle.

Herrera en 1820 desempeñó el cargo de Secretario del Ayuntamiento de Tegucigalpa. Tres años después, siendo Jefe de Estado, el gobierno de Herrera fue derrocado bajo el mando del Coronel JUSTO MILLA SARAVIA. Herrera fue prisionero a Guatemala, entonces Capital de Centroamérica, habiendo salido libre en el gobierno de Morazán  en Guatemala, fue nombrado Jefe de Estado de Nicaragua en 1830. Recordar una figura como Dionisio de Herrera implica, sin duda alguna, repensar en los fundamentos de nuestro proyecto de nación. En esa ideas originaria de construir un Estado Nacional, y es que Herrera, al igual que FRANCISCO ANTONIO MÁRQUEZ fueron las principales figuras de querer ingresar la antigua provincia colonial de Honduras al proyecto emancipador frente a la Corona  Española y de lograr la unidad territorial del actual Estado de Honduras. “Dionisio de Herrera no es solamente un caso histórico en la política hondureña. Es mucho más. Herrera es artífice de nuestra nacionalidad y un consecuente defensor de las libertades públicas. Perteneció a una familia de hondo arraigo en el país, primo de José Cecilio del Valle, otro influyente intelectual de su época, formado en la muy ilustre  Universidad de San Carlos de Guatemala a la que tenían acceso únicamente los adinerados de la aristocracia chapina y uno que otro criollo filtrado gracias a las bondades del reconocimiento y la buena fortuna. Herrera es considerado un hombre de pensamiento liberal, conocedor   de las ideas de la ilustración y ferviente apasionado por la historia. En su biblioteca personal abundan los textos en francés, pues se afirmó que era una de las más completas, a tal grado, que sus opositores políticos la incendiaron en las cercanías del puente Mallol de Tegucigalpa por encontrar “libros herejes” (Veklarde, L) Honduras contó con su primera división territorial hasta  que Dionisio de Herrera asumió como Jefe de Estado de Honduras el 16 de Septiembre de 1824. Durante su gestión también decretó el primer escudo de armas y la primera constitución. Doce días después nombra a MORAZÁN como Secretario de Estado y del Despacho General. Herrera estaba casado con una tía de Morazán, doña MICAELA QUESADA. Sin embargo, si bien se preocupó por darle al novel Estado Hondureño su identidad simbólica, su preocupación central fue su gente, más que una entidad puramente jurídica, el Estado de Honduras para Herrera, era principalmente por su población. Con gran claridad escribía el 17 de enero de 1824 a su amigo Francisco Antonio Márquez: “Sin embargo, el mayor interés de esta provincia no es aumentar en extensión, sino en población…. La población deber ser el primer objeto de la política”. En esa misma  línea su preocupación por  la gente en condiciones de esclavitud, exclusión o persecución, así no se generaba los logros esperados. Del mismo modo que celebró cuando el Congreso  el mismo Márquez propugnaban por la liberación de la esclavitud y el derecho de asilo: “la ley de Asilo, la de libertad de los esclavos y otras, consuelan la humanidad y hacen honor a sus autores”.

Aún cuando consideró  que el esfuerzo por generar el Estado de Honduras era sumamente enorme cuando expresó” no hay país en el mundo en donde haya más apatía, más pereza en los negocios y menos espíritu público que en Honduras… pero Honduras necesita muchas palancas para moverse” 11 de febrero de 1826, más que ninguna otra figura de la independencia son el verdadero camino a seguir” Yo pienso como tu que hemos de ser libres por que este es el espíritu del siglo, y el curso del tiempo” le confesaba a su amigo Márquez el 28 de abril de 1826. Para ello pretendió, generar nuevos  espacios  de opinión pública y sociabilidad para que cada vez más hondureños y hondureñas conocieran las ideas de libertad y lo que significaba verdaderamente la independencia. Así el 28 de abril de 1826 le comunicaba a su amigo Márquez:

“También he mandado se establezcan  tertulias patrióticas, y que en cada sesión. Después de la lectura del acta anterior, lo primero que se trate sea la justicia de nuestra independencia y la obligación que todos tenemos de defenderla del modo que la ley nos llame”.

La independencia  y la libertad son cuestiones que para Herrera. “Un Estado no debe mezclarse en los negocios de otro Estado”, 7 de diciembre de 1824, en tal razón, leyendo muy bien los signos de los tiempos ese mismo año considera que” la independencia de la isla de Cuba es necesaria a esta América; pero creo que los sucesos  de España la apresurarán más que  el influjo  de sus logias” 17 de enero de 1824.

De igual forma consideraba que la libertad e independencia era el camino de la humanidad, ambas contenían el espíritu del siglo: “La Europa se has conmovido con los sucesos del París; los soberanos del mundo antiguo se hallan en la dura alternativa de imitar a la Francia haciéndose constitucionales, o declararse la guerra. La situación de éstos y el espíritu del siglo creo que los obligarán a adoptar, a su pesar, lo primero. De un momento a otro aguardo la noticia” 20 de noviembre de 1830.  El debate sobre la nación y sus formas en el pensamiento político centroamericano del siglo XIX”, su autora, TERESA GARCÍA GIRÁLDEZ, reflexiona   acerca de las imágenes de la nación que se plantearon en el periodo inmediatamente posterior a la independencia  colonial y a lo largo del siglo XIX, haciendo hincapié en la discusión acerca de la Federación en la prensa periódica del período federal. Resalta asimismo la función de los “sabios” que entre el siglo XVIII y XIX, constituyen  los antecedentes inmediatos de los intelectuales decimonónicos y posteriores, analizando pormenorizadamente a un José Cecilio del Valle, liberal moderado según los esquemas entonces vigentes, pero un intelectual orgánico de enorme  relieve para la teorización de la Patria Grande y poco estudiado bajo ese perfil. Resaltan las analogías y diferencias entre este autor y otros autores considerados indiscutiblemente liberales y coetáneos de aquel, como PEDRO  MOLINA, otro intelectual orgánico de relieve, que como Valle, cabalga los siglos XIX y XX, pero defiende el proyecto liberal de Patria Chica.

Según Luis Armando Verde Herrera tuvo diferencias con “el Vicario Irías al extremo de excomulgarlo acusándolo de francmasón y poniendo a una parte de la población en su contra. Esta acusación resultó difícil de explicar, además en ese momento era evidente la posición de la jerarquía eclesiástica arrimada a las clases más reaccionarias y su persecución a todos los partidarios del liberalismo considerado peligroso, pues así funcionaba la vieja alianza entre el trono y el altar, hasta se dijo: es perfectamente compatible ser católico y masón, pues el punto de partida de la masonería es la creencia en Dios”. Muchos historiadores opinan que las disputas políticas eran transferidas al campo religioso si detrás de ellas existían problemas económicos. Recién proclamada la independencia el gobierno de Comayagua pidió al mismo provisor del Obispado que ordenara a sus feligreses obedecer a su gobierno y no a las autoridades nombrados por Guatemala.

Acompaño a las pinceladas sobre Herrera su Testamento que textualmente se lee: En nombre de Dios Todopoderoso, Amén. Notorio sea a los que la presente carta de mi testamento vieren, como yo Dionisio de Herrera, hijo legítimo de don JACINTO HERRERA Y PAULA VALLE, natural de Honduras, estando  enfermo de accidente que Dios, Nuestro Seño, se ha servido darme, por su familia misericordia, en mi entero y cabal juicio, memoria y entendimiento natural, creyendo como firmemente  creo en el alto misterio de la Santísima Trinidad, en cuya fe y creencia he vivido y protesto vivir  y morir; temeroso de la muerte, como natural y su hora incierta, he determinado hacer esta  mi disposición para declarar en ella los descargos de mi conciencia y para si mejor acierto, invoco por mi intercesora y abogada, a María Santísima, Madre de Dios y Señora Nuestra, a su castísimo esposo, Señor San José; el Santo Ángel de mi guarda y de mi nombre y a todos los demás de la Corte del Cielo, con cuyos divinos auxilios los establezco en la forma siguiente:

Primeramente, encomiendo mi alma a Dios, que la creó y la redimió con el infinito precio de su sangre y el cuerpo a la tierra de que fui formado, el cual hecho cadáver, es mi voluntad sea amortajado con hábito de nuestro padre San Francisco y “Sepultado en el Panteón de esta Capital”, lo más humilde que se pueda.

Segundo: declaro: que soy casado y velado en facie eclecie; en primeras nupcias con la señorita MICAELA QUEZADA, en cuyo matrimonio hemos tenido nueve hijos, llamados: JULIÁN, MARÍA MANUELA, JOSÉ DIONISIO, MARIANO, ESTEBAN, MIGUEL, JOSÉ MARÍA, DOLORES Y JOSÉ ANTONIO y el mayor de edad murió intestato.

Tercero: declaro: que cuando contraje el expresado matrimonio aporté a él ocho mil pesos en dinero, efectos mercantiles y plata copela, y mi esposa diez onzas de oro acuñado, que le dí en arras, y cuatrocientos pesos de moneda cobre que le tocaron de la herencia de una casa.

Cuarto: declaro: que durante  la sociedad conyugal adquirí las Haciendas “hato Nuevo” y “El Guayabo”, por vía de compra en el Estado de Honduras, pero fueron destruidas en las revoluciones; y mi citada esposa nada ha adquirido.

Quinto: declaro: que actualmente poseo por mis bienes, la mitad de las tierras de la Hacienda “Pavana”, compuesta de diez y siete y media caballerías de medida muy antigua, las cuales heredé de mi finada madre Paula Valle.

Sexto: declaro: que el Gobierno de Honduras me es en deber cantidades considerables, y suplico a mis albaceas liquiden este crédito y lo que alcance a mi favor, lo agreguen al cúmulo de mis bienes.

Séptimo: declaro que la testamentaria del finado RAMÓN VIGIL, me es en deber más de mil pesos, mando a mis albaceas los cobren y se agreguen a mis bienes; y aunque don Ramón Vigil quedó en pagarlos por mí, ignoro si lo verificó y  suplico se tenga presente.

Octavo: declaro que cobrado, lo que alcance  en mi favor de lo que el Gobierno de Honduras me es en deber, se entreguen al “Gobierno Nacional” cuando se instale para sus primeras erogaciones “Mil Doscientos Pesos”, pues es así mi voluntad.

Noveno: declaro que lego al colegio de esta capital en beneficio de la instrucción pública, tres pesos.

Diez: declaro que he tenido cuentas con mi hermano Próspero e ignoro cuanto le debo, mando se pague, éste y pase por lo que él diga.

Once: declaro que nombro por únicos y universales herederos a mis expresados hijos, para que tan luego que yo fallezca, los hayan y gocen con la bendición de Dios y la mía.

Doce: para  cumplir este mi testamento y todo lo que en él ha contenido, nombro  por mi única albacea, a mi citada esposa MICAELA QUEZADA, para que después de mi fallecimiento entre en posesión de mis bienes y los administre todo el tiempo  que fuere necesario, pues yo le prorrogo el que necesite, aunque haya pasado el año fatal.

Trece: por el presente revoco y anulo todos los testamentos y demás disposiciones testamentales, que antes de éste haya hecho, por escrito, de palabras  o en otra forma, para que no valga por mi testamento o en la forma que más haya lugar en derecho, es este que ahora otorgo y que en contesto se cumpla en todas sus partes. Y yo, el Escribano que presente soy, doy fe de conocer al otorgante y de que está  en su entero y sano juicio según contesta y dispone, y de que así lo digo, otorgo y firmo a presencia de los testigos, señores Licenciados VICTORIANO RODRÍGUEZ, MANUEL MUÑOZ y el General DOMINGO ASTURIAS, vecinos y presentes, doy fe. En este estado, añadió: que dejaba a su hija MICAELA MANUELA, un crucifijo, con la mesa y flores que hay en ella o le pertenezca a dicha imagen, en remuneración de sus servicios en su actual enfermedad.

San Salvador, mayo 30 de 1850.

DIONISIO DE HERRERA

Victoriano Rodríguez, Manuel Muñoz, Domingo Asturias.

Ante mí, Juan Sanabria. Así en mi protocolo.

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