Juan Ramón Martínez 

El Partido Liberal no ha superado la crisis agudizada por los resultados electorales de las últimas elecciones generales. Desde entonces, son visibles por los menos cuatro facciones en su interior: el “liberalismo histórico”, formado por restos del “suazo cardovismo”—“florista” que apoyo el fracaso de Pineda Ponce y cuyo líder es Carlos Flores; el liberalismo institucional, encabezado por Yani Rosenthal, Presidente del Central Ejecutivo y respaldado por Lara, Saavedra, Sabas, Ramos, Segura  y otros, con la expectativa que el PL debe reencontrarse y readmitir a los liberales que siguieron a Mel; la de los “nuevos” –Nasralla y Cálix– sin mayor alcurnia liberal, que han “regresado” no para servirlo, sino que para luchar por su candidatura presidencial y llevarlo de regreso al poder. Y los restos del “melismo” liberal que representa Luis Zelaya, Martel y Ortez.

La apertura de Rosenthal, es una buena alternativa. Pero no irá adelante si el proceso electoral interno, no garantiza que el PL salga de las internas con un candidato que cuente con el respaldo de por lo menos dos de las cuatro facciones. La que representa el ex presidente Flores está casi desmantelada, aunque controla los órganos electorales; y desde allí, puede dañar al liberalismo. Neutralizar a Luis Zelaya permitirá a los liberales – especialmente a los alcaldes que Mel chantajeara con recursos públicos–, hacerle daño al PL. Cálix y Nasralla, no muestran ninguna garantía de liberalismo. Hasta lo que hemos oído y visto, son figuras atractivas que reclaman para sí, la confianza de los liberales que, tras de sus imágenes, popularidad y voluntad de ganar las elecciones internas, obligan a la confianza ante la que todos deben rendirse. Les falta liberalismo que haga vibrar a los liberales. Los que han ido a las ultimas elecciones y las han perdido, callan: y, solo unos pocos aplauden. Por ello no hemos visto que en ninguna movilización liberal de Cálix o Nasralla, a los líderes de las otras facciones enumeradas, lo que hace concluir que en el PL la unidad está pegada con saliva.

Mel, sabe que puede darle la estocada final en el momento que crea. Con tres candidatos y con un liberalismo que arrastre a las fuerzas moderadas del país, alejadas del verdadero enemigo suyo: el Partido Nacional, tiene posibilidades de ganar las próximas elecciones. Con tan solo 1.100.000 votos, podrá conseguir que el PN – con un millón de votantes — se mantenga en su casa, inhabilitando sus candidatos. Y los liberales con un poco más de 900. 000 crear un espacio en que Rixi o quien la sustituya, gane las elecciones presidenciales. Aunque pierda el Congreso Nacional que, al fin de cuentas, no le ha si necesario porque su dominio político es ilegal y anti democrático.

Para evitar que Mel se salga con la suya, es necesaria la unidad del PL y la formación de una alianza de este y el Partido Nacional, de forma que 1. 800.000 votantes le den el triunfo del Ejecutivo y el CN. Para lograr la unidad es necesario que las facciones nuevas – Nasralla y Cálix – firmen un convenio de unidad en que el que se aclare quién dirigirá el CN en un triunfo en las urnas y se indique las personas que integraran el Consejo Central Ejecutivo.

Después que el PL muestre su musculo en las internas, puede pactar un plan de desarrollo democrático con el Partido Nacional, de forma que quien gane las elecciones, se comprometa a gobernar con los otros, tanto porque es la única salida ante la resistencia desesperada del PRL que, no podrá aceptar volver a la llanura. Y menos a hacer oposición democrática.

Esta alianza, deberá definir quién dirigirá el Congreso. Una idea que lo haga el partido que pierda, es una excelente salida para evitar la ruptura. Y si, además, se determina, la reforma del reglamento interno del Congreso, se establecerán las reglas para resolver las diferencias democráticamente. Y finalmente, en el Convenio es necesario que, se establezcan las metas gubernamentales, los requisitos para ser ministros; y las aportaciones que harán los dos partidos históricos, para forjar un gobierno de unidad e integración nacional.

Si no se unifican las dos facciones liberales y no se construye un pacto de unidad para avanzar entre el PL y el PN, el destino de Honduras, otra vez estara en las calles y en las manos de Mel Zelaya y los gobernantes extranjeros intervencionistas.

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