Doctor HORACIO ULISES BARRIOS SOLANO, Premio Nacional de Ciencia “JOSÉ CECILIO DEL VALLE”

“El conocimiento es el único bien que aumenta cuando se comparte” este es un legado de Aristóteles  y es  el slogan de Economipedia una plataforma cuyo objetivo es hacer fácil la economía, siendo éste su lema y el nuestro con el único fin de hacer menos filisteos a nuestros ciberlectores. Así las cosas en 20 de este mismo mes y año leí un artículo de la plataforma en referencia que les comparto[1]“Con la disipación de la pandemia, muchos son los opinólogos, científicos, economistas, abogados, que se preguntan cómo será el planeta del mañana tras el duro brote vírico que ha sacudido a un planeta en su conjunto. La pregunta sobre cómo será la sociedad en lo que España ha denominado “nueva normalidad”, se suceden en todo el planeta. Las dudas sobre cómo evolucionará una población, ante una pandemia que se ha cobrado miles de vidas en el planeta, no logran disiparse en el horizonte. Pues, ante el cisne negro vivido, nadie sabe qué será lo próximo[2].

El duro shock que ha vivido la economía se podría quedar corto ante el shock emocional que podría dejar dicho virus en la población. Nuestra generaciones más jóvenes, los niños, están creciendo con la percepción de que “un bicho malo” vive en el exterior de sus casas, por lo que deben llevar cuidado cada vez que salgan a la calle para no tocar nada. Las personas ya no se sienten cómodas al pasear por una misma acera con otros viandantes. Las visitas ya no son tan cálidas como a hace unos meses, donde los abrazos y los gestos cariñosos primaban sobre unas medidas sanitarias innecesarias en la mente de la sociedad.

Con el confinamiento de la población en sus hogares, los hábitos de las personas están sufriendo un proceso de cambio. La sociedad ha comenzado a utilizar más soportes digitales y el contacto físico es cada vez más prescindible. Incluso el propio contacto físico con el sistema monetario de un país, la moneda, también está cayendo en desuso. Y es que, ante una pandemia que nos ha dejado meses y meses encerrados en nuestros hogares, la sociedad ha aprendido a hacer vida en ellos, por lo que, incluso tras el levantamiento del distanciamiento, el aislacionismo provocado por el virus podría perdurar en nuestra vida social.

El planeta no volverá a ser lo mismo incluyendo todas nuestras interactuaciones y esta aseveración es irreversible… que no les quede la menor duda. Lo he comentado en numerosas ocasiones y así es cómo creemos que será. Sin embargo, no solo estamos hablando de un mayor aislacionismo en materia social, sino que también se puede observar dicho aislacionismo en la economía. Y es que, ante un brote vírico que ha acabado con todo el sistema globalizado, ante el bloqueo fronterizo y los esfuerzos para contener la pandemia, las dudas sobre la efectividad de una economía plenamente globalizada, así como unas cadenas de valor y suministro esparcidas y deslocalizadas estratégicamente por el mundo, están cada vez más presentes en el debate público.

El acopio de material sanitario de un país como China, en unas circunstancias en la que la producción se localizaba en un mismo territorio, ha generado tensiones para otros gobernantes. La incapacidad de contar con material sanitario a esa escala, dado el bloqueo fronterizo que impedía la transacción de mercancías de una forma tan recurrente como en el escenario previo a la pandemia, generaba una sensación de malestar en determinados gobernantes que, como Donald Trump, comenzaban a relanzar mensajes proteccionistas que parecía haber olvidado. Unos mensajes que no caían en saco roto, pues reavivaron esas tensiones comerciales que, mientras que antes de la pandemia parecía un claro delirio del magnate norteamericano, tras ella, lo que se consideraba un delirio es considerado una necesidad por cada vez más ciudadanos en el país.

Un aislacionismo injustificado: En la mente de un mercantilista, la incapacidad de adquirir mercancías en una coyuntura que muestra un claro shock de oferta negativo, es la peor de sus pesadillas. La sensación de un patrimonialista que quiere comprar, y no se le permite, es un hecho cumplido durante esta pandemia. Un hecho que se ha dado en Estados Unidos, en

España, en Italia, así como en todos aquellos países que, lejos de expresar el trade off  que ofrece el comercio global, así como la ventaja comparativa ricardiana, deseaban adquirir un material sanitario que, debido a la situación que muestra el planeta y la organización económica vigente, se encontraba en China; junto a las cadenas de producción.

El dinero, el poder, la capacidad, todos esos elementos se mostraban inservibles. Pues, como decía, el shock de oferta impedía la compra de material, provocando la obsolescencia de los mecanismos tradicionales para hacer frente a dicha pandemia. Una situación que al mismísimo Trump le sacudió de lleno, al mostrarse incapaz de hacer frente a un virus que, con el paso de los minutos, iba cobrándose cada vez más vidas en el país; cebándose con ciudades que, como Nueva York, presentaban una elevada tasa de contagio, así como de mortandad. Una situación que, ante la baja marea, dejó las vulnerabilidades de la gestión presidencial al descubierto; máxime, ante la atenta mirada de los países asiáticos.

A la vez, dichos países asiáticos, mostraban su fuerza mediante una mayor presencia de poder en un orden mundial que generaba escalofríos en una imperialista Norteamérica; que veía, incapaz e indignada, como China trataba de liderar una respuesta con, además, unos recursos que habían sido puestos en dicho destino gracias a la globalización y la cooperación económica de los países. Una sensación que despertó la preocupación oculta, con un claro componente de rabia visible, para presidentes, así como líderes de oposición, que miraban a China con el rencor que presenta un niño cuando quiere jugar con un juguete que está siendo utilizado por otro. Lo que a priori parecía la mejor opción, en un escenario en el que el comercio internacional y la integración económica vivida en la década de 1990 habían impulsado el comercio de tal forma que había pasado a ser una de las mejores herramientas de crecimiento económico; impulsando, dicho sea de paso, a China, entre otros países asiáticos, como el productor del mundo, ante la nueva coyuntura, se había convertido en uno de los principales problemas para los países. De nada servían unas mercancías de bajo valor, ante la incapacidad que presentaba el planeta para importar dicho material a los países demandantes.

Comercio Global: Esto, sumado a un escenario en el que veníamos de ver cómo se libraba una de las mayores guerras comerciales de la historia, con las dos principales potencias económicas del mundo enfrentadas y ante una ansiada estrategia de corregir una balanza comercial que únicamente mostraba saldos negativos en su cómputo, provocó que, como decíamos, volviesen a salir a la luz mensajes proteccionistas, así como deseos internos de presidentes que, en aras de dar relevancia al proteccionismo, buscaba la desintegración a toda costa. Una desintegración que, ante lo ocurrido, comenzaba con un repliegue de las cadenas de valor, abandonando esa deslocalización que había dotado a China con más del 17% de la producción mundial; pues dicha cuantía es su contribución al PIB mundial, llegando a superar, en cuestión de años y como dato anecdótico, a la totalidad del PIB del conjunto de países de la Zona del Euro.

Así, la alteración que está viviendo la geopolítica ante una pandemia que se ha convertido en el primero de los muchos problemas que presenta el planeta, ha generado una nueva tendencia, una nueva corriente de pensamiento, que aboga por una desglobalización del planeta. Una desglobalización que acabe con esa interdependencia que, por otro lado, han considera la causante de dicha situación. Una situación complicada para el comercio, ante unos mensajes cada vez más incesantes y quizá oportunistas, que suponen una amenaza para la integración y la globalización económica. Mensajes que quedan en entredicho cuando lo contrastamos con fuentes y datos oficiales, pero que, en boca de determinados gobernantes, ganan fuerza y credibilidad en el espectro político, así como en una sociedad ansiosa por encontrar a un culpable entre hipótesis y teorías conspiranoicas.

La gallina de los huevos de oro: Como íbamos comentando, unos mensajes de odio y rechazo hacia una globalización que se encuentra gravemente amenazada. El auge populista que venden determinados gobernantes, ante una situación desastrosa, presentan, como bien nos ha enseñado la historia, un atractivo especial en circunstancias como la vigente. Desde Adolf Hitler y la Alemania Nazi, hasta Castro y la Cuba castrista, la historia, en momentos complicados, nos enseña cómo el ansia de respuesta descansa en los populismos. Populismos que venden mensajes de gloria y esperanza para una sociedad descabezada, a la vez que desesperada; producto de una desigualdad que, como muestra la teoría política, polariza el voto de la población en los extremos más opuestos.

Y hablo de una grave amenaza, ya no por la hiperbólica comparación con la dictadura alemana o cubana, sino por el hecho de que hablamos de un fenómeno que, como el comercio, dota a la economía con una contribución cercana al 60% del PIB mundial. Un comercio que no solo genera empleo, sino que genera más de 19 billones de dólares estadounidenses solo en el comercio de mercancías, así como algo más de 5 billones en el de servicios. Un comercio que no ha dejado de hacer aporte a la economía año tras año, registrando crecimientos continuos en relación al crecimiento que experimentaba el PIB; tal y como recoge el siguiente gráfico.

COMERCIO Y PIB

Además, hablando de integración económica y de las economías en desarrollo, tan olvidadas siempre, es importante destacar su papel dentro de este comercio global, ocupando más del 40% de dicho comercio con sus transacciones, así como más de un 30% en el comercio de servicios. Así, ganando, por otro lado, cada vez más presencia en el mapa comercial, así como un crecimiento precedido por la fuerte apuesta que dichos países realizaron para abrirse al sector exterior. Una apuesta que podría verse mermada ante el aislacionismo que solicitan determinados países, así como un proteccionismo desenfrenado, excusado por un vago, a la vez que falso, motivo para acabar con él.

Además, no es que estemos hablando de un fenómenos que esté en desuso y que presente síntomas de agotamiento, sino que hablamos de un fenómeno que no deja de ensancharse y expandirse, de forma natural además, con el paso del tiempo. Tal y como recoge el siguiente gráfico, podemos observar cómo en los últimos 10 años, el comercio global no ha dejado de incrementarse, llegando a mostrar reducciones poco significativas en situaciones que, como la Gran Recesión, lastraron toda la economía a nivel global. Y es que, esa facilidad para adaptarse a escenarios recesivos, llegando a situaciones en las que no cesa su crecimiento ni en coyunturas tan pesimistas como la citada, hacen del comercio esa apuesta segura que, a la luz de los datos, nadie puede ningunear.

Crecimiento Del Comercio Global: En definitiva, hablamos de una situación en la que la corriente que están adoptando muchos países no parece la más acertada. Estamos hablando de que el mundo está avanzando hacia un mayor aislacionismo que, lejos de ser lo deseado, presenta un freno para el propio crecimiento económico. Esa postura proteccionista, ante unas economías plenamente descapitalizadas y lastradas por la inactividad económica, es una de las mayores preocupaciones para una gran cuantía de economistas. Pues pocos se muestran en contra de una globalización que, como reflejan los datos, presenta un gran aporte, una gran contribución, en la economía mundial.

Una contribución que podría verse lastrada, pues, tal y como se estima, en un escenario en el que las tensiones florecen, cual flor en primavera, en muchos focos del planeta, el comercio podría reducirse en este año en una horquilla que, como refleja el propio The Economist, podría oscilar entre el 10 y el 30%. Y es que, la repatriación enmascarada de las cadenas de valor; las tensiones comerciales entre países, a los que debemos sumar las confrontaciones con Australia, Francia, Italia, entre otros; así como los mensajes que incentivan la capitalización del país y el estímulo al consumo nacional, en detrimento de la mercancía exterior; se han convertido en los nuevos “brindis al sol” de esta corriente de mercantilismo moderno que amenaza la globalización con, como decíamos, mensajes que buscan el aislacionismo global. Por suerte, a la luz de los datos, el comercio es, efectivamente, un pilar fundamental de la economía. Por ello, la información veraz y el conocimiento es siempre nuestro mejor aliado”.


[1] Economipedia

[2] El creador de esta teoría es el economista Nassim Nicholas Taleb, la teoría del cisne negro es una metáfora que, en el ámbito económico, describe aquellos sucesos que ocurren por sorpresa, que ningún analista había previsto ni tenido en cuenta porque, a priori, eran improbables y que, para bien o, generalmente, para mal, terminan teniendo un gran impacto y repercusiones trascendentales.

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