Por: SEGISFREDO INFANTE
Siempre que en el ámbito del pensamiento se menciona la palabra “Idea”, de inmediato se sugiere el nombre de Platón y su sistema filosófico. No es para menos, pues varios de los conceptos y metáforas que se han utilizado en los últimos dos mil trescientos años (2300), vienen de la boca del moralista mayéutico Sócrates, y de las reflexiones dialécticas y analíticas de Platón. De hecho la “Idea” de Europa y de “Mundo Occidental” comenzó a hilvanarse en la Antigua Grecia por un lado, y en el discurso monoteísta universal de los patriarcas, profetas y escribas hebreos. Algo de esto hay en el voluminoso libro, bastante completo, del historiador y periodista británico Peter Watson, titulado “Ideas: Historia Intelectual de la Humanidad” (2005, 2019), con algunos sesgos típicos de ciertos escritores anglosajones, que creen que lo más importante de la historia humana ha ocurrido en el contexto de la modernidad nórdica de los últimos cuatro siglos. Es evidente que les hace falta el sol y el aire del Mediterráneo.
En todo caso la noción de “Occidente” tiene su cuna en Grecia. Noción que se fue robusteciendo con la amalgama de la cultura greco-romana y con los fuertes ligamentos monoteístas del judeocristianismo. Es más, en algún momento el Imperio Cristiano se dividió en dos grandes territorios: El de “Oriente” en Bizancio o Constantinopla; y el de “Occidente” con sede originaria en Roma. Con el derrumbe del Imperio Romano de Occidente en el año 476 de nuestra era, hubo que esperar más de dos siglos para el resurgimiento de la “Idea” civilizatoria de “Mundo Occidental”. Los visigodos hicieron el primer intento en Hispania; y la dinastía de los merovingios en Francia. Pero fue con la invasión devastadora de los musulmanes sobre territorio español en el año 711 de nuestra era, que los galo-franceses se unificaron en torno a la personalidad de Carlos Martel para defender el cristianismo, ocasionando la primera derrota militar a los musulmanes, de tal modo que les fue imposible seguir avanzando sobre Europa. Su nieto, Carlomagno, será el encargado de fundar legalmente la “Civilización Occidental”, autorizada por un Papa, bajo el nombre de “Sacro Imperio Romano Germánico”, habida cuenta que los francos eran de origen germánico, y que fueron los encargados de cristianizar, a sangre y fuego, a los demás germánicos y alemanes. En definitiva el imperio medieval carolingio fue el muro de contención para detener a los musulmanes durante varios siglos, y para inaugurar muchas de las instituciones todavía subsistentes, creando un ambiente propicio, según varios autores, para experimentar “el primer renacimiento” con el arte, los hospitales y las escuelas alfabetizadoras palatinas y catedralicias, que son el viejo antecedente de las universidades occidentales. La sede de la nueva civilización carolingia se localizó en la ciudad de Aquisgrán.
Pero el “Mundo Occidental”, mediante un choque de civilizaciones (para utilizar el lenguaje de Samuel Huntington), tuvo que enfrentar nuevos asedios e invasiones orientales provenientes de los turcos otomanos y de los mongoles, que pusieron en severo peligro el concepto “occidental”. Al margen de las correrías de las ocho cruzadas cristianas y seudo-cristianas sobre Tierra Santa, el verdadero problema estratégico universal recomenzó con el asedio y la destrucción de Constantinopla o Bizancio, por parte de los turcos otomanos que además de “liquidar” el viejo imperio cristiano de “Oriente”, y de tomarse varios países de la Europa del Este, bajo el reinado de Solimán “el Magnífico” estuvieron a punto, en dos eventualidades, de tomarse la ciudad de Viena, sede del anciano régimen del Sacro Imperio Romano Germánico. Pero un joven emperador español de origen austríaco y holandés, llamado Carlos Quinto, guerrero y burócrata por antonomasia, se encargó de neutralizar la flota militar de Solimán frente a las costas de África. Al final los europeos derrotaron a los musulmanes en la famosa batalla de Lepanto, de la cual hacía gala el posible sefardita Miguel de Cervantes Saavedra.
Apartando las horribles guerras intestinas del “Mundo Occidental”, de cristianos contra judeocristianos (incluyendo ateos) y otras calamidades afines, después de la invasión a España por los musulmanes y los berberiscos, y del asedio de la ciudad de Viena por Solimán “el Magnífico”, la actual pandemia es la tercera circunstancia real en que “Occidente” se encuentra en peligro estratégico frente al “Mundo Oriental”. En vez de seguir jugando a la globalización financiera, comercial y al libertinaje, en que al final de la tarde los únicos ganadores se encuentran en un país “equis” del Lejano Oriente; y en vez de pelearnos unos contra otros, los verdaderos dirigentes del “Mundo Occidental” deben consolidarse fraternalmente hacia adentro, y retomar en serio la “Idea” de “Civilización Occidental”, con democracia, pluralismo y libertad. De lo contrario corremos el riesgo de extinguirnos como seres humanos y como civilización; o de quedar amarrados bajo el yugo de una poderosa y “desalmada” nación oriental.
Tegucigalpa, MDC, 10 de mayo del año 2020. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el jueves 14 de mayo del 2020, Pág. Cinco). (Se reproduce en el periódico digital “En Alta Voz”).