EDUARDO MARQUES ALMEIDA Y JORDI PRAT /EL Pais

Hay lugares a los que uno siente que los titulares del día a día no hacen justicia. Ese es el caso de Honduras. Más allá de los problemas conocidos, lo cierto es que el país tiene un potencial extraordinario y grandes oportunidades a explotar. Por ejemplo, una posición geográfica privilegiada, con acceso a ambos océanos para ser un gran centro logístico internacional, amplitud territorial, una población joven y una gran biodiversidad, además de recursos turísticos excepcionales, con hermosas playas y ruinas mayas poco conocidas.

En la última década, además, ha alcanzado grandes logros. Para empezar, un crecimiento económico superior durante este tiempo al de la media para América Latina y el Caribe. Una trayectoria sustentada en un marco macroeconómico sólido, el fortalecimiento fiscal con la aprobación e implementación de su Ley de Responsabilidad Fiscal, la modernización de la administración tributaria y una mayor integración en un contexto externo favorable. Además, se han logrado grandes avances en seguridad ciudadana, el sistema de salud y el marco sectorial de protección social.

¿Qué es entonces lo que limita a este país para alcanzar su máximo potencial? Para responder a esta pregunta, debemos hablar de uno de sus mayores desafíos: la inclusión social. Es necesario aumentar el crecimiento, sí, pero también asegurarse de que sus beneficios lleguen a más hondureños, lo que permitiría reducir significativamente el nivel de pobreza, que han rondado el 60% de los hogares durante los últimos 20 años.

A lo largo del tiempo, Honduras ha centrado su actividad económica e inversión pública en dos grandes centros poblacionales, Tegucigalpa y la región de San Pedro Sula. Esto se ha traducido en un modelo económico donde tanto la inversión pública como la privada se han concentrado en gran medida en dos zonas claves, generando un crecimiento sostenidos en ellas, pero a su vez perpetuando brechas sociales y económicas con el resto del país.

Es el momento de plantear un diálogo para transformar Honduras, repensar su modelo económico y romper, de una vez por todas, el ciclo de pobreza y desigualdad. Y la clave para hacerlo está en el territorio. Esa es la innovadora propuesta que lanzamos desde el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en el estudio Honduras: un enfoque territorial para el desarrollo, que utiliza una Estrategia Económica Espacial para identificar nuevas áreas con potencial de desarrollo donde se podrían concentrar acciones multisectoriales que aumentarían el crecimiento y mejorarían la dinámica social.

Así, frente al modelo económico tradicional mencionado, se propone uno nuevo en el que la actividad productiva se expanda a lo largo de todo el territorio nacional, ampliando la gama de bienes que se producen. El objetivo central es aumentar el crecimiento y que sus beneficios lleguen a un mayor porcentaje de la población, ampliando hasta casi cuatro millones el número de personas que se beneficiarían de una mayor actividad económica con la generación de más de un millón de nuevos empleos directos e indirectos.

Esta propuesta es el resultado de un análisis sumamente novedoso en el que se ha utilizado tecnología satelital, información de encuestas, mapeo de actividades productivas actuales y potenciales, corredores logísticos, características geológicas y geográficas, actividades de las instituciones de desarrollo, capital humano o mapas de pobreza, entre otros. Todo con el objetivo de utilizar un enfoque multidimensional que hiciese posible identificar y proponer nuevas áreas con potencial productivo que permitan diversificar geográficamente las actividades económicas de país.

El resultado es una Estrategia Económica Espacial que puede no solo aumentar drásticamente la efectividad de las acciones de la comunidad internacional, el gobierno, el sector privado y la sociedad civil en Honduras, sino también servir de modelo para que otros países cambien sus dinámicas sociales y económicas. Un enfoque innovador, en definitiva, que permite dar el salto de una vez por todas de los estudios teóricos a las acciones implementables.

Eduardo Marques Almeida es representante del BID en Honduras y Jordi Prat es economista principal regional de Centroamérica del BID.


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