Por: SEGISFREDO INFANTE

            Eliseo Pérez Cadalso publicó hace muchos años un artículo periodístico dedicado a Jorge Fidel Durón. Expresaba en aquel texto algo más o menos así: Que “Don Jorge” era un paisano inevitable, entre otras cosas porque trabajaba “dieciocho horas al día”. Sobre este particular he conversado con sus dos hijos Mauricio y Luciano Durón. Ellos confirman lo relacionado con las jornadas de trabajo de “Don Jorge”, en que desde tempranas horas del día se dedicaba a recibir y contestar todas las cartas impresas y manuscritas que le llegaban de diversas partes del mundo. Se ha dicho en otras ocasiones que por aquellos días Jorge Fidel Durón era “el hombre mejor relacionado de Honduras”. Supongo que después de Froylán Turcios y Rafael Heliodoro Valle, respectivamente. He aquí que me refiero a unos personajes talentosos que sabían imprimirle renombre positivo a Honduras en la esfera internacional, sin ninguna mezquindad, a pesar de las adversidades y al margen de las políticas vernáculas. Estos individuos valiosos se han venido extinguiendo poco a poco, con escasos relevos generacionales, asunto vidrioso que merece una evaluación sincera. Por mi parte me siento complacido de haber contribuido en la publicación de la novela “El Barrio Encantado” de Jorge Fidel Durón, y de un par de textos de Eliseo Pérez Cadalso. Lo mismo que haber participado en los inicios de un amplio homenaje, “post mortem auctoris”, realizado en Tegucigalpa para Rafael Heliodoro Valle, por iniciativas plurales originarias del mencionado Pérez Cadalso, Ramón Oquelí, Oscar Cerrato, Segisfredo Infante, Miguel Ángel Ruiz Matutte, Juan Ramón Martínez, Oscar Falchetti, Fausto Maradiaga y Leticia Amaya. Más tarde vinieron otros homenajes en los cuales participaron Atanasio Herranz y Augusto Serrano López. (Hay documentación impresa que respalda lo afirmado).

            Creo que el doctor Atanasio Herranz es también un paisano inevitable, por varias razones, entre otras por haberse hondureñizado y por ser uno de los creadores de la Carrera de Letras de la UNAH. Pero su contribución más importante a Honduras es una vida completa dedicada a la investigación etno-lingüística recorriendo caminos, montañas y comunidades, por todos los rumbos de la rosa geográfica nacional, con una considerable producción lexicográfica que ha insertado a nuestro país en el mapa de grandes volúmenes continentales como el grueso “Diccionario de Americanismos”, producido por la RAE y por la Asociación de Academias de la Lengua, bajo la coordinación del Dr. Herranz, un aporte monumental insuficientemente reconocido.

            En varias oportunidades he sostenido la tesis que Atanasio Herranz es el más importante lingüista y lexicógrafo de Honduras después del jurista, intelectual y político don Alberto Membreño, uno de los cuatro fundadores del Partido Nacional de Honduras, hace exactamente cien años, entre 1918 y 1919. Esta tesis es producto de algunas lecturas y de muchas observaciones. Soy consciente que antes de Atanasio algunos individuos realizaron importantes trabajos etno-lingüísticos, muy parciales, como Ephraim Squier, Doris Stone, Anne Chapman y otros autores que cita el mismo Dr. Herranz en sus libros, con una gran diferencia, ninguno de ellos era hondureño y ninguno sistematizó, como lo ha hecho nuestro amigo Atanasio, en el estudio de las lenguas autóctonas de la región catracha y del español en Honduras, incluyendo lenguas muertas como el lenca. Encima de todo esto ha creado la primera escuela de lingüistas y lexicógrafos hondureños, dentro y fuera de los predios universitarios de la UNAH, entre ellos Julio Ventura, Águeda Chávez, María Vargas, Hilcia Hernández, Yanira Durán, “Suyapita” Dilworth y otros, con seguidores subsecuentes como la joven profesora María Sánchez. Esto lo he reafirmado en varios artículos y en algunos programas de televisión.

            Atanasio Herranz y Herranz llegó a Honduras, procedente de España, en enero del año 1973. Con breves retornos a su país natal, terminó por echar raíces en tierra catracha, al grado de hondureñizarse legalmente. A la par de la docencia ha realizado investigaciones científicas, durante cuarenta años aproximados, en la búsqueda de nahualtismos y del “último hablante lenca” en la comunidad de Guajiquiro, al grado que Roberto Castillo lo incluyó como posible personaje en su novela “La guerra mortal de los sentidos”. Su libro específico sobre este tema se titula “Proceso de nahuatlización y nahuatlismos de uso en Honduras”. En fechas próximas habrá de publicarse en la Universidad de Don Bosco, en San Salvador, el libro “Lenquismos en Honduras y El Salvador.” Por otro lado el gobierno actual de Honduras ha prometido publicarle, en el marco del Bicentenario, el “Diccionario de Usos del Español en Honduras”, un libro de unas tres mil páginas aproximadas, que a mi juicio es la obra cumbre de Atanasio, en tanto que en cuyo contenido está depositado el porcentaje mayor de una vida de intenso trajinar de este trabajador extraordinario, español-hondureño, como pocos intelectuales de tal quilataje que hayan existido en nuestro país.

            Tegucigalpa, MDC, 07 de julio del año 2019. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el domingo 14 de julio de 2019, Pág. Siete).             

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