Por: SEGISFREDO INFANTE

            La nueva versión mutante del “coronavirus” apareció en nuestro planeta como surgiendo de “la nada”. Primero en una ciudad del Lejano Oriente que ya todos los lectores conocen; o debieran conocer. Luego la bestia microscópica se subió a los automóviles, a los trenes y a los aviones con aire presurizado para extenderse por diversos rincones del mundo, con el fin biológico irracional de atentar contra la salud, la economía y las finanzas de naciones poderosas y de naciones débiles como la nuestra. Los adultos mayores se han convertido en el principal objetivo del “bicho” novedoso. De nada sirve argumentar que los hombres y mujeres suelen ser más productivos, desde el punto de vista intelectual, cuando ya han superado los cincuenta o los sesenta años de edad.

            Tampoco han servido de mucho, o de muy poco, las teorías conspirativas que se han venido elaborando cada semana, con fundamento o sin fundamento alguno, para montar una guerra verbal sin cuartel entre el “Occidente” y el “Oriente”. Como aficionados a la “Historia” sabemos anticipadamente que este entuerto de alcance mundial, consumirá unos quince o veinte años para esclarecerlo en forma definitiva. Un ejemplo inmediato fue la tragedia de la central atómica de “Chernóbil” (1986), cuyas radiaciones afectaron a centenares de miles de personas y a toda la humanidad. Originariamente circularon muchas versiones al respecto; pero casi nada sabíamos de los detalles que fraguaron aquella tragedia descomunal, que se convirtió en uno de los detonantes para la caída del Muro de Berlín y para la subsiguiente desintegración de la Unión Soviética. Transcurrieron más de quince años para que supiéramos la verdad minuto a minuto, con la variable que para los soviéticos de aquel entonces era imposible achacarles la culpa a los estadounidenses.

            “Alien, el Octavo Pasajero”, es una película de ciencia ficción futurista rodada en 1979 en Londres, con unos efectos especiales impresionantes y con una trama biológica que podría adquirir actualidad. Alien es, tautológicamente, un alienígena que se ha instalado en una nave espacial interestelar, y que puede transmutarse en el interior orgánico de los siete seres humanos que viajan fuera del sistema solar. La misma persona que ha hospedado en su organismo un engendro de Alien, desconoce que lleva en sus entrañas una bestia horripilante, cuya saliva es un ácido corrosivo que traspasa los metales y que suele organizar emboscadas para atrapar seres humanos. Lo de la saliva peligrosa de Alien sugiere a la mal llamada “gripe española” de 1918, y al “coronavirus” que hoy por hoy se ha esparcido por casi todo el planeta. También sugiere los experimentos biológicos y químicos de algunos científicos anti-éticos que prefieren poner en peligro a la humanidad, con tal de experimentar lo novedoso y alcanzar fama internacional. Pues en la película un robot que viaja con seres humanos recibe órdenes desde la Tierra de llevar con vida a la bestia Alien, sin importar las terribles consecuencias.

            El paralelismo del “Octavo Pasajero” con el siniestro biológico actual, es que las personas que hospedan en su propio organismo el nuevo “coronavirus” a veces ni siquiera se dan cuenta, pues las posibles señales de la enfermedad suelen ser asintomáticas en muchos individuos jóvenes. Luego habría que añadir lo de la saliva peligrosa. Pero lo más importante en estas similitudes, es que al “Octavo Pasajero” nadie lo ha invitado a viajar en aviones presurizados por el mundo. Se ha colado como un polizonte silencioso para atacar a los humanos en unas sociedades que no estaban para nada preparadas en materia sanitaria para enfrentar semejante calamidad. Las sociedades “hipermodernas” han puesto al descubierto su enorme talón de Aquiles, al debilitar al Estado y al exhibir la vulnerabilidad de los sistemas sanitarios por doquier, especialmente en el “Mundo Occidental”, pero también en el “Mundo Oriental”, en donde el ser humano es cada vez menos importante frente a los intereses inmediatistas de la maquinaria mercadológica global.

            En medio de esta tragedia virológica inesperada de orden “universal”, se vuelve indispensable el principio de fraternidad, tantas veces violentado. Por ejemplo es increíble que algunos políticos deseen aprovechar el grave momento, tratando de llevar agua a sus propios molinos personales, cuando está en peligro la salud  de todo el pueblo, incluyendo la salud de los médicos y enfermeras. Es incomprensible el fanatismo ideopolítico, y el rencor rural, en unas circunstancias tan graves. La solidaridad, que se desprende del principio de fraternidad, debe prevalecer por encima de las egolatrías mezquinas y de casi todas las cosas, exceptuando a Dios.

            Nuestro momento actual es apropiado para la toma de decisiones correctas sobre la marcha, sin afectar a la ciudadanía humilde. Es el momento de unirnos para velar por la salud de los ancianos, los familiares, los amigos, los conocidos y de todo el mundo. Los sobrevivientes de la tragedia deberán volverse más humanitarios y más equilibrados.

            Tegucigalpa, MDC, 05 de abril del año 2020. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el jueves 09 de abril de 2020, Pág. Cinco). (Se reproduce en el diario digital “En Alta Voz”).

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