La crisis eléctrica, se veía venir. Todos, gobernantes y usuarios, la anticipamos. Incluso los más distantes e insensibles, debieron reparar en el discurso de varios miembros del régimen en contra de los vendedores de energía. Lo que entendimos era, una estrategia para “ablandarles” y renegociar los precios. Cosa que lograron parcialmente; pero que, no fue acompañado por la normalización de los pagos atrasados. De modo que esto tuvo efectos negativos – que los líderes gubernamentales no anticiparon–, específicamente por la contracción de la oferta. O que, sin tomar en cuenta los anuncios del cambio climático, no valoraron que, además, la oferta internacional, se varia disminuida.

Y la capacidad de maniobra del gobierno se redujo. Otros han repetido que, los retrasos de los pagos, constante que no es nueva, sino repetida; en vez de disminuir se agravaron, debido a la centralización monetaria que ha efectuado la Secretaria de Finanzas al crear la “caja única”, lo que ha reducido dramáticamente la capacidad de pago de la ENEE. Que es una de las dos empresas más ineficientes, y cuya crisis no es de ahora, hay que decirlo, sino que desde los años 90, cuando durante el gobierno de Carlos Roberto Reina, el país experimento la primera falla general de un sistema, centralizado y mal manejado.

HONDUTEL, fue ordenada por el mercado. Y la oferta privada ha sido extraordinariamente superior, ganando al final, todos los consumidores. La ENEE no. Erick Tejada ha tenido la tarea de explicarnos la crisis. Y lo ha hecho mal. Ha repetido un discurso que nos tiene cansados: el gobernante anterior fue malo, la “dictadura” irresponsable. Pasando por alto que fueron elegidos para eso: para resolver problemas. No por compromisos con un ex gobernante que goza de poco respeto y consideración de las mayorías de hondureños. Incluso agregando excusas, sobre la paralización de la Central Patuca en las que retó la capacidad de tolerancia de todos, cuando invento un acto delictivo con el cual quiso disimular la ineficiencia de la ENEE que, incluso no puede defenderse de sus propios funcionarios.

Es posible que Tejada ignore; pero el mensaje que nos dio, no solo fue por medio de sus palabras, sino que, además, con su cuerpo, sus manos y sus movimientos. Incluso con su traje, ultrajado y peleado con su imagen. Y las caras, indiferentes de sus acompañantes, fueron un claro mentís a sus declaraciones. Todos estaban allí incomodos, porque ninguno creía en lo que el gerente interino de la ENEE estaba diciéndonos. Además de las mentiras, Tejada no ofreció alternativas. En vez de hacerlo, como corresponde al talante de los gobernantes eficientes, desaprovecho la oportunidad.

Y más bien, en un lenguaje cansado y lineal, hizo amenazas impropias que, solo creen que cumplirá, los más sectarios de sus correligionarios. Comprar las plantas térmicas, hidroeléctricas y solares, no asusta sino a los que ignoran lo difícil que es hacerlo. Y el precio que se pagará por insinuarlo siquiera. Sabemos las limitaciones que afectan al señor Tejada. Él, además, no las disimula, porque es honrado compartiendo sus debilidades intelectuales y técnicas. Se nota que conoce muy poco del tema; y que, su condición de interino y su falta de méritos curriculares para el cargo, le dificulta para articular un mensaje creíble técnicamente; y, políticamente digerible. Por ello, no le culpamos.

Si lo hacemos con los que le han nombrado en un cargo para el que, no tiene competencia. Ahora bien, como el mensajero cumple su tarea y no hay solo que emprenderla contra él, le pedimos a Xiomara Castro que, mejore sus visiones y entienda que gobernar en democracia es, concertar. No amenazar.

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