Connectas- La pandemia le ha enseñado al mundo que la mejor defensa es el aislamiento, algo que parece imposible en un mundo globalizado e interconectado. Desde nuestras casas hasta en las fronteras de los países, el virus también ha multiplicado el miedo al otro. ¿Qué implicaciones tendrá esto en la región?

A Charo, una mujer mayor española, sus vecinos le timbran y le celebran su cumpleaños a la distancia. Uno le acomoda un pastel frente a su puerta, siempre manteniéndose alejado. El resto de vecinos le corean juntos, a los gritos, una canción de cumpleaños, cada quien confinado desde sus casa. Charo, que hace parte de la población más vulnerable frente al virus COVID-19, llora, conmovida por la escena. Una que, y en parte gracias al empuje viral de las redes sociales, pasó de parecer distópica a común debido a las medidas de aislamiento que están tomando la mayoría de países en el mundo con contagios registrados de Coronavirus, unas más extremas que otras.


En España, por ejemplo, uno de los focos actuales de contagio en Europa, con más de 700 muertes y 14,769 casos totales, el estado de alarma decretado el pasado sábado incluye desde restricciones permanentes de movilización de tráfico y de personas, hasta cancelación de los vuelos a Italia, otro de los países en mayor crisis por la pandemia, y que registró un récord que ningún país ha tenido hasta ahora: en 24 horas, entre martes y miércoles de esta semana, superó las 475 muertes por el virus.

Estos dos países optaron, varios días después de los primeros contagios en sus territorios, a la medida que iniciaron de manera más temprana en China, el país donde se originó el virus y que ha logrado, en gran parte, aplanar la famosa curva de crecimiento de contagios: el aislamiento, algo que implica separarnos de los otros, por miedo al contagio. El concepto de aislarse ha tomado un nuevo significado en la situación actual, y se ha estirado, y aplicado, a todos los ámbitos posibles de la vida: desde nuestra cotidianidad hasta la toma de decisiones presidenciales en países de todo el mundo. Medidas de teletrabajo, aislamiento en casa, confinamiento de personas mayores, y restricciones de tráfico vial suceden al tiempo que se bloquean los vuelos provenientes de Europa, el nuevo foco de infección, como decidió Trump en el caso de Estados Unidos esta semana, en una decisión que causó polémica mundial primero por las buenas relaciones históricas entre las dos partes, y por lo súbito de la decisión, pues en un inicio solo había bloqueado la llegada al país de personas que hubieran estado previamente en China o Irán.

El aislamiento -que implica divisiones geopolíticas, internas y sociales- parece ser la mayor clave de éxito. Así lo recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS), mientras las cifras siguen actualizándose cada día. A este jueves, 19 de marzo, más de 230,000 personas están contagiadas por el virus y más de 9,300 han fallecido a nivel mundial. Desde nuestras casas, encerrados, millones de personas vemos estas cifras moverse en las pantallas de nuestros celulares, así como las calles vacías de otro país, o del nuestro, sin saber qué va a cambiar en el mundo cuando dejemos esta pandemia atrás. Por lo pronto, podemos pensar en el plazo inmediato, ¿Qué medidas de división y aislamiento estamos teniendo en la región y qué impacto tendrían?

El primer caso de Coronavirus en Latinoamérica se registró en Brasil el 26 de febrero, seguido de México dos días después. Desde entonces, el virus ha llegado a casi todos los países de la región. Nicaragua y El Salvador fueron los últimos países en registrar sus primeros casos de Coronavirus.

Aunque la situación de contagio en Latinoamérica sigue muy por debajo de la crisis en Europa, el nuevo foco principal de contagio, varios presidentes de la región se están adelantando a posibles escenarios y están aplicando desde ya medidas de confinamiento entre sus habitantes, cierre de fronteras y separación con otros continentes. A una incertidumbre económica regional acentuada, ahora se suma una gran inquietud, que tiene que ver con la poca capacidad del sistema de salud en los países latinoamericanos, que están muy por debajo de países como España, uno de los más críticos en este momento a causa del virus.

En Argentina, el país donde se reportó la primera muerte por el virus, el gobierno de Alberto Fernández se volvió uno de los más precavidos ante la crisis e implementó una serie de medidas que incluye la suspensión de clases en todas las instituciones educativas por dos semanas, el cierre de fronteras por lo que resta del mes, la suspensión de vuelos provenientes de Europa, Estados Unidos, Corea del Sur, Japón, China e Irán durante un mes, la suspensión de todos los eventos masivos y licencias tanto para trabajadores que han vuelto de zonas infectadas con el virus, como para mayores de 60 años y personas con problemas de salud. 

Por su lado, en Chile, el presidente, Sebastián Piñera, anunció que el país entró a la ‘fase 4’ de la enfermedad, que establece la OMS, con cerca de 350 casos confirmados por el Ministerio de Salud. Las medidas son parecidas a las de Argentina, e incluyen la prohibición de visitas a centros de adultos mayores y la prohibición de la llegada de cruceros turísticos a los puertos chilenos.

Las medidas tomadas por Jeanine Áñez en Bolivia van por la misma línea. A estas se suman una cuarentena en los departamentos que presentan contagio hasta finales de mes, la reducción de la jornada laboral de ocho a una de la tarde, restringir el horario de mercados y transporte público solo a una jornada diurna, el envío de 10.000 policías a las zonas de fronteras y aeropuertos del país y restricción de la circulación de vehículos.


En Ecuador, donde ya se han registrado tres muertes por Coronavirus, el presidente, Lenín Moreno, decretó el Estado de Excepción desde inicios de esta semana, declarando que ‘la humanidad está en guerra’ y que iba a hacer ‘hasta lo imposible por proteger a las ecuatorianos’. Esto incluye toque de queda en las madrugadas y suspensión de todas las actividades diferentes a las que se relacionan con salud y abastecimiento, así como el bloqueo de la salida de gel antibacterial, tapabocas y jabón del país.

A pesar de que en Colombia se decretó Estado de Emergencia a inicios de esta semana, hasta el 19 de marzo su presidente, Iván Duque, anunció que a partir del próximo lunes 23 de marzo, todos los vuelos internacionales quedan suspendidos por un mes, una medida que ha sido criticada por la población debido a lo laxo que ha mostrado ser Duque con las fronteras aéreas del país, a comparación del resto de mandatarios. Asimismo, anunció que se tomarán medidas para proteger la economía colombiana, una de las más golpeadas de la región en este momento, con una devaluación del 15 por ciento del peso. Duque habló de iniciativas para la reducción de impuestos y la apertura de créditos a empresas de turismo y aviación.

La pandemia ha hecho más visible el enfrentamiento entre Venezuela y Colombia, dos países que tienen la relación diplomática debilitada en este momento, desde el reconocimiento de Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela por parte de Duque. Este último anunció desde el pasado viernes el cierre total de la frontera por la que pasan miles de personas a diario a trabajar y donde se mueve el comercio. El presidente de Colombia anunció también que no se planteaba un canal humanitario directo para el paso de la gente, sino que todo esfuerzo se articulará a través de la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Maduro acusó al presidente de Colombia de no responder a su llamado. Este, por su parte, descartó cualquier tipo de conversación con los funcionarios venezolanos, pues no los considera ‘garantía de confiabilidad’.


En términos generales, los mandatarios de la región han tomado medidas drásticas para proteger la salud de la población, algo que ha implicado la separación entre países, ciudades y personas. Sin embargo, casos como el de México, no han generado más que confusión. Las declaraciones mañaneras de su Presidente, han dejado desconcertada a buena parte de la población. AMLO, en tono retador, le ha preguntado a los mexicanos acaso a qué no han resistido. En las últimas horas AMLO anunció la preparación y ejecución del ‘plan DN-III’, un plan de tres fases, asegurando que están preparados médicamente. “Tenemos un plan de atención a enfermos, hay camas suficientes, los medicamentos necesarios, y si se requiere ya se está preparando un plan DN-III con este propósito”.

Este plan no tendría ninguna medida drástica, pues según el Presidente no va a paralizar las economías de las familias que menos tienen. Las declaraciones de AMLO, que hasta hace unos días estaba en una gira por el país besando y abrazando gente, provocaron la indignación de sus habitantes, luego de que en otra de sus conferencias presumiera de que sus escudos protectores contra la pandemia eran la honestidad, una oración, un billete de dos dólares y un trébol de cuatro hojas.

Por su parte, Jair Bolsonaro en Brasil también se ha sumado a la actitud de laxitud de AMLO, manifestando que considera una ‘histeria’ la respuesta de la región a la pandemia. El mandatario incluso incumplió la cuarentena recomendada luego de ser testeado por el virus y participó en eventos masivos a favor del Gobierno, acciones que generaron un gran cacerolazo en el país en la noche de este miércoles y que algunos bancos globales hayan empezado a recortar las proyecciones de expansión para la economía de Brasil este año.

El aislamiento puede ser la mejor defensa contra el virus, pero va a ser una medida nociva para un continente que ya presentaba retos en lo económico, lo político y lo social para este 2020. A esta condición previa, luego de un crecimiento de apenas el 0.2 por ciento en 2019 según el FMI, se le suma la debilidad de sus sistemas de salud en medio de la pandemia, colapsados desde hace años en países como Venezuela por ejemplo. También se suma la mala gestión de la crisis por parte de algunos gobernantes que genera no solo afectaciones en sus respectivos países sino en la región entera. En estos tiempos el aislamiento es la clave, pero no se puede dejar de pensar y actuar de manera colectiva.FacebookTwitterWhatsAppLinkedInEmail

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