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Estudio sobre cultura cívica y convivencia en Honduras: La construcción de una sociedad democrática: ¿Una tarea inconclusa?

La Fundación Internacional para Sistemas Electorales (IFES) presentó hoy en la capital hondureña los resultados de la investigación “Estudio de la cultura cívica y la convivencia ciudadana en Honduras: La construcción de una sociedad democrática: ¿Una tarea pendiente?”. La investigación, que duró dos años, se realizó para identificar las características de la cultura cívica y el modo de vida de los hondureños. IFES ofrece los hallazgos del estudio como elementos que pueden informar la formulación de políticas públicas y estrategias de cooperación adecuadas a la realidad nacional y necesarias para el fortalecimiento de un Estado democrático de derecho. Se trata del primer estudio de este tipo que se realiza en Honduras.

¿De qué tipo de democracia estamos hablando? ¿Qué democracia se construyó? Estas preguntas están en el centro de los 10 capítulos que componen este estudio, destacando cómo se definen los hondureños; qué les gusta y qué no les gusta; qué los enorgullece; qué ha sucedido en los más de cuarenta años de construcción democrática; el grado de conocimiento y práctica de los valores democráticos; su percepción de la democracia, el futuro del país y sus expectativas personales; entre otros elementos que ayudan a identificar un país donde la construcción de una sociedad democrática aún tiene obstáculos como la desigualdad y la discriminación, entre otros factores.

La evidencia sugiere que desde el llamado retorno a la democracia entre 1980 y 1982, los líderes políticos de varios partidos descuidaron la inversión en la construcción de un estado democrático de derecho o de una nación y una identidad hondureñas basadas en valores y principios democráticos generales. En cambio, el estudio concluye que consolidaron las relaciones de poder entre ellos y sus socios políticos, creando partidos políticos cuya función principal ha sido servir como vehículos para competir electoralmente por el poder y ejercerlo cada cuatro años.

El estudio encontró una ciudadanía con conocimientos limitados sobre qué es la democracia, la Constitución y sus funciones, el estado de derecho, la estructura del Estado y los derechos y deberes de los ciudadanos.

Los hondureños, en términos generales, desconocen o tienen un conocimiento elemental de lo que es la Constitución de la República y no tienen claro cuál es su finalidad. Asimismo, existe una desconexión entre los hondureños y el marco jurídico que organiza la estructura de la República y del Estado.

La investigación revela que muchos hondureños tienen dudas sobre si Honduras es un país democrático; otros no saben qué es la democracia; y algunos no tienen claro el concepto de democracia. La mayoría relaciona y reduce la democracia al ejercicio del sufragio cada cuatro años. En estos últimos cuarenta años, el sistema político no ha conectado con el pueblo hondureño. Prevalece la idea de un único “momento electoral”, es decir, el día de las elecciones como cumbre de la democracia, y la mayoría no tiene un conocimiento sólido de las instituciones democráticas que garantizan sus derechos y, al mismo tiempo, exigen el cumplimiento de deberes. Esta desconexión demuestra la brecha entre los ciudadanos y el sistema político y normativo que sustenta la Constitución y las leyes.

Los hondureños tienen una comprensión adecuada de los valores democráticos como la libertad, la igualdad, el respeto y la tolerancia; sin embargo, existen claras lagunas en su aplicación cotidiana. La tolerancia, por ejemplo, como valor democrático, es vista por la mayoría de los hondureños como sinónimo de sumisión y obediencia.

El estudio también destaca que, aunque la población reconoce la delincuencia como un problema nacional, no considera la violencia como algo propio de la vida cotidiana y más bien parece haberla “normalizado” o asimilado. Cuando se les preguntó cómo resuelven los problemas los hondureños, sus respuestas fueron: “a gritos o a pelea” o, en el caso extremo, “con machete, cuchillo o pistola”.

Otro rasgo que revela el estudio es la desconfianza y el temor al Estado, a las instituciones, a los funcionarios y a los demás ciudadanos. El estudio señala que en el país existe una construcción social y política del miedo, según la cual los hondureños temen perder las libertades. El miedo, señala el estudio, cumple la función de inhibir, intimidar e incluso aterrorizar, dando lugar a la formación de ciudadanos dóciles. El miedo al Estado ha sido una condición para la prevalencia de la desigualdad, la inequidad y el mantenimiento de un Estado capturado por sus élites. Ha sostenido un sistema político que concentra el poder, maneja un sistema etiquetado como “democracia” y ha negado derechos, incluidos los derechos fundamentales inherentes a ese sistema político, que está diseñado para preservar el statu quo y sus privilegios.

En esta búsqueda de la caracterización de los hondureños, el estudio procedió a preguntarles qué les gusta y qué no les gusta de Honduras. Entre las cosas que más les gustan del país se encuentran su ubicación entre dos océanos, las ruinas de Copán, Roatán, los atractivos turísticos, el lago de Yojoa, el folclor, la gastronomía y la libertad de expresión que aún perciben que tienen. Algunos dicen sentirse orgullosos de la selección nacional de fútbol. Los hondureños dicen estar orgullosos de sus familias, de ser un país libre e independiente, y sienten orgullo por el líder indígena del siglo XVI, Lempira.

Entre lo que desagrada a los hondureños se encuentra el Estado y la sociedad construida durante los años republicanos del país, que son resultado del sistema político y de quienes han gobernado. Son comunes la insatisfacción, el descontento, la crítica, el desencanto y la poca esperanza en el Estado o en la institucionalidad.

La investigación también revela cómo se definen los hondureños; las respuestas variaron, desde aquellos que creen que los hondureños son “indescifrables” hasta aquellos que se ven como “conformistas” y “resilientes”.

Entre los rasgos positivos que se atribuyen a los hondureños se encuentran que son trabajadores, sumisos, respetuosos, nobles, solidarios, honestos, tolerantes, hospitalarios, humanitarios y soñadores, entre otros rasgos. Entre las caracterizaciones negativas se encuentran que los hondureños carecen de cortesía y buenos modales; no respetan las filas en las paradas de autobús, los bancos o las tiendas; y son machistas, egoístas, complacientes, perezosos y corruptos. Otros creen que los hondureños están “aculturados”, influenciados por las tradiciones de culturas extranjeras, especialmente la de Estados Unidos. También creen que son ” lámpara “, un término utilizado para describir la audacia y la astucia, y la capacidad de superar situaciones difíciles con ingenio y salir airosos.

Al hablar del futuro, los hondureños destacan que hablan con sus familias sobre la emigración por falta de oportunidades, su situación económica y sus esperanzas de una vida mejor. Sin embargo, evitan hablar con sus familias sobre temas como el fútbol, ​​la política, la religión, la división del trabajo doméstico y cuestiones económicas relacionadas con gastos o herencias porque estos temas dividen y conducen a enfrentamientos y conflictos.

El estudio, coordinado por Marcelo Varela-Erasheva, Director Residente de IFES en Honduras, fue realizado por las investigadoras Julieta Castellanos y Thelma Mejía. Las investigadoras realizaron 62 entrevistas a actores clave de la sociedad política, académica, económica y social hondureña, además de 30 grupos focales realizados en los 18 departamentos del país, divididos en cinco regiones. El estudio contó con el acompañamiento de un Consejo Consultivo de 12 personas, entre ellas expertos nacionales e internacionales, así como asesores temáticos que contribuyeron al análisis de los hallazgos aquí presentados.

El estudio pretende, a partir de los hallazgos y análisis, ser un punto de partida para la reflexión y el diálogo, y contribuir al conocimiento colectivo sobre la cultura ciudadana en Honduras. Se propone servir como herramienta para la construcción de una ciudadanía orientada a la democracia, el establecimiento de un Estado democrático de derecho sólido y el fortalecimiento del carácter democrático del sistema político y la institucionalidad hondureña.

Descargar el estudio

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