*A pesar del cambio demográfico que atraviesa Honduras, no hay políticas públicas integrales para la inclusión de las personas de la tercera edad.
**Muchos adultos mayores sobreviven con menos de dos dólares diarios, están enfermos, pero deben seguir trabajando porque carecen de una pensión.
***El último domingo de agosto se conmemora el Día Nacional de las Abuelas y los Abuelos, mientras que el 1 de octubre, el Día Internacional de las Personas de Edad.
Aimée Cárcamo
Expediente Público
Los visitantes más asiduos del parque central de Tegucigalpa, la capital de Honduras, son personas de la tercera edad. La mayoría busca distraerse, pasar el tiempo y tener compañía, aunque sea de un grupo de extraños, para sobrellevar la soledad y el abandono que con la vejez se han convertido en compañeros permanentes e inseparables.
Esta es una parte de la realidad de los adultos mayores en Honduras, quienes no solo son invisibilizados por sus propias familias, sino que carecen de derechos fundamentales y sufren varios tipos de violencia que van desde el maltrato físico, el abuso patrimonial y la discriminación hasta la agresión sexual.
La población de la tercera edad, de 60 o más años de edad, ha pasado de un 5.7% en 2001 al 8.8% en 2023 y se espera que para el 2025 llegue a representar el 13% del total de habitantes, según los datos que dio a Expediente Público el coordinador de la maestría en Demografía y Desarrollo de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), Héctor Figueroa, citando proyecciones del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Pobres y enfermos
Esos cambios demográficos no deberían pasar desapercibidos a nivel de políticas públicas, como se lee en uno de los escasos informes sobre el envejecimiento demográfico en Honduras realizado en 2016 por la UNAH, pero eso es precisamente lo que está ocurriendo.
“No vamos a ser un país eternamente joven, nuestra población adulta está creciendo, pero nadie le está poniendo atención a este tema”, dijo Figueroa en relación al impacto que ese cambio demográfico tendrá en ese segmento de la población y que va a demandar servicios de salud y mayores recursos para la protección social.
Honduras es uno de los países de América Latina donde las personas de la tercera edad sufren una serie de precariedades en el acceso a la salud y a espacios de esparcimiento, entre otros, que han cumplido su edad para retirarse, pero se ven en la necesidad de seguir trabajando porque no tienen recursos o los ingresos son escasos.
“Tenemos una población muy enferma”, afirmó el académico, pero, sobre todo, los adultos mayores en Honduras están trabajando debido a que el alto nivel de informalidad en el mercado laboral, de más del 75%, no les permite gozar de una previsión social.
¿Pueden vivir con menos de U$2 al día?
El máster en demografía compartió otro dato preocupante y es que a nivel general las personas de la tercera edad en Honduras viven con menos de 50 lempiras al día (dos dólares), “entonces están en extrema pobreza” y “pareciese que a las autoridades no les interesa”, expresó el docente universitario.
Según datos proporcionados a Expediente Público por el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), el total de afiliados a nivel nacional, directos e indirectos, es de apenas 2.7 millones, de una población de más de 9 millones de habitantes.
Los jubilados y los pensionados son sólo 61,449 y 10,712, respectivamente, de una población que según el INE es de 1.1 millones de personas de la tercera edad, pero esa cobertura social sólo es en el área urbana, lo que deja a los adultos mayores del área rural todavía más desprotegidos.
Las problemáticas empeoran cuando se trata de mujeres, indígenas, afrodescendientes y personas con discapacidad de la tercera edad, “si uno hace un recuento histórico de este grupo de población realmente están olvidados”, remarcó el máster en demografía.
Hasta ahora tampoco hay desde el Estado programas para insertar a este grupo poblacional que es un recurso muy valioso y que es aprovechado en países desarrollados, “pero nosotros más bien pareciéramos que lo estamos desechando”, consideró Figueroa.
Abandono a adultos de la tercera edad
Esa apreciación coincide con un informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) publicado en diciembre de 2022 que refleja la exclusión y el abandono que sufrieron los adultos mayores durante la pandemia del COVID-19, al grado que se les discriminó en el uso de respiradores frente a otros pacientes más jóvenes.
El documento también señala la falta de datos e información representativos sobre las personas mayores, que “resulta ser, en sí misma, una señal alarmante de exclusión” y que “hace prácticamente imposible la adopción de políticas públicas y normativas provechosas y eficaces”.
¿Cuáles son las denuncias más frecuentes?
En el primer semestre de 2023, el Comisionado Nacional de Derechos Humanos (Conadeh) recibió 5,889 quejas, de las que 633 fueron interpuestas por personas de la tercera edad, pero aunque no es un número representativo, ya que muchos adultos mayores no denuncian, refleja algunos de los derechos que más les son violentados.
Esos son los Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (DESCA), que abarcan salud, educación, servicios públicos, seguridad social, alimentación, vivienda y trabajo, explicó a Expediente Público la encargada interina de la Defensoría de Adulto Mayor del Conadeh, Nicole Ham.
Los más denunciados son los centros de trabajo públicos y privados, en los que los adultos mayores son discriminados.
“Desde los 45 años ya se nos viene marginando, entonces se imagina una persona de 60 años cómo es tratada”, agregó en relación al edadismo o discriminación por edad en los centros de trabajo.
Violencia y negligencia
Las personas de la tercera edad que no pueden darse el lujo de recibir atención médica privada o carecen de un contacto deben levantarse a las tres de la madrugada para conseguir cupo en el hospital Escuela, el hospital San Felipe o en el Seguro Social, mencionó también la funcionaria.
En lo que a educación se refiere, si un adulto mayor quiere estudiar o recibir su título porque lo ha postergado, empieza a ser marginado por la sociedad que le cuestiona para qué va a estudiar o lo acusa de quitarle espacio a otra persona más joven.
Otra realidad alarmante es que “hay muchas personas del adulto mayor en situación de calle, que los hijos les quitan sus casas”, mencionó Ham.
El abuso patrimonial incluye también pedirles dinero y hacer que firmen documentos.
Asilos inadecuados en Honduras
Tampoco hay un centro financiado por el Estado que los pueda recibir y la mayoría de los asilos, que son gestionados por iglesias y organizaciones de sociedad civil, no son lugares “muy aptos”.
Los familiares, por lo general, llegan a un punto en que solo van a dejar a la persona adulta mayor “y pagan, pero no van a ver el cuidado, no miran la ropa, entonces tampoco es de ir a tirar a la persona, o sea, deshacerse de ella, no es la base”, manifestó la funcionaria.
A la negligencia, olvido y abandono se suman a otras formas de violencia contra el adulto mayor como la psicológica y la física, recordó la presidenta de la Asociación Hondureña al Servicio del Adulto Mayor (AHSAM), Lili Villatoro.
Decirles que no sirven para nada o usar la fuerza para meterlos al baño, mandarlos a pedir a la calle, a los comercios para que les den el descuento o a que hagan cola en los bancos para que los atiendan más rápido, son sólo algunos ejemplos.
Otra situación frecuente es la de adultos mayores cuidando niños como consecuencia de la migración, “ese es un problema grave”, acotó.
Justicia para el adulto mayor
Las denuncias de los adultos mayores en el Conadeh también tienen que ver con el acceso a la justicia y debido proceso legal, con 95 casos registrados.
“En el caso del debido proceso, no se les toma en serio porque dicen ‘está inventando’, cosa que un funcionario o una persona no puede decir solo porque es adulto mayor, el trabajo de ellos es investigar”, apuntó Ham.
De su lado, Villatoro remarcó que es urgente desvincular la Fiscalía del Adulto Mayor con la de Protección al Consumidor, que actualmente son una sola y sólo cuenta con dos fiscales.
Se trata de un tema especializado y el fiscal que atienda a los adultos mayores debe estar realmente capacitado, opinó.
Para el caso, detalló que en el 2022 esa fiscalía recibió 2,700 casos de los cuales diez eran de abuso sexual a personas mayores, “pero qué pasó, en dónde están, a quién se juzgó… no hay porque qué pueden hacer solo dos fiscales”.
El factor político
Los adultos mayores son considerados el “voto duro” en los procesos electorales, ya que apoyan al partido de su simpatía, generalmente el Nacional y el Liberal, sin importar la ausencia o calidad de las propuestas.
Precisamente en relación a los partidos políticos, otra de las denuncias que recibe el Conadeh tiene que ver con la politización de los bonos que se otorgan a distintos sectores de la población.
“Muchas personas adultos mayores no están recibiendo su bono por no pertenecer a un partido político”, denunció Ham, algo que pasa en todos los gobiernos, incluyendo al actual del partido Libertad y Refundación (Libre).
En el Gobierno actual se han diseñado una serie de paquetes sociales para los adultos mayores, incluyendo el “bono oro”, pero en general son esfuerzos aislados y no hay un abordaje integral dirigido a este sector porque “no tenemos esa visión a futuro”, reconoció Figueroa.
No están reglamentadas
Recién el 22 de agosto, el Congreso Nacional aprobó reformas a la Ley Integral del Adulto Mayor y Jubilados, que agrega el término “adulto mayor de la cuarta edad” a las personas de 80 años o más y les otorga descuentos en diferentes servicios, por encima de los que ya contemplaba esa ley para este grupo etario.
Villatoro, entrevistada antes de la aprobación de las reformas legislativas antes citadas, ironizó que “no pueden ni con la tercera edad” y consideró que “el problema del adulto mayor en el país se está agravando y nadie lo está visualizando”.
De la Ley del Adulto Mayor, la gente solo conoce los descuentos que contempla “y creen que eso es el único derecho” que les corresponde, pero tiene “varias cosas muy interesantes, el tema es que no está reglamentada”, dijo la presidenta de AHSAM.
Para la defensora del adulto mayor nadie está pensando en que poco a poco Honduras va a ser un país de gente vieja “porque estamos perdiendo jóvenes en accidentes, en masacres, y si no, es que se están yendo, entonces ¿quiénes nos estamos quedando? Los que ya estamos cerca de la tercera edad o la tercera edad”, finalizó.