La discriminación hacia las personas con VIH las lleva al suicidio y a la esterilización forzada

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Investigación y redacción: Erickson Gonzáles

Edición y visualización: Lourdes Ramírez

Corrección de estilo: Rubén Escobar

¡Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF), como parte de su iniciativa ¡Exprésate! en América Latina. www.iwmf.org  por un periodismo más incluyente!

Honduras avanza en la asistencia médica de personas con VIH, pero el estigma y la discriminación continúan

Cuando Anna tenía tres años, sus padres murieron por complicaciones relacionadas con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH). Habían estado luchando por preservar su salud durante los 7 años previos, comprando medicamentos en el extranjero sin que nadie, ni siquiera su familia lo supiera, por el temor a la discriminación y el rechazo.

“Gracias a Dios, mi madre tomó todas las precauciones durante su embarazo y nací sana. A pesar de esto, aún no puedo revelar abiertamente la verdad sobre la causa de muerte de mis padres, debido al estigma que rodea a esa condición”, refiere Anna, cuyo nombre ha sido cambiado para proteger su identidad.

Sin embargo, los dedos acusadores de una sociedad que no se interesa por comprender, aún la persiguen. Cuando era niña, Anna compartió su historia en la escuela a la que asistía, “solo para enfrentarme a la discriminación de una madre que exigió mi suspensión, alegando que era una ‘niña enferma’ y por eso no debía interactuar con los demás niños”. Este tipo de conductas la han llevado a hablar de sus vivencias sólo con personas de confianza o que tienen la madurez necesaria para interpretar adecuadamente los hechos. Anna ha aprendido a protegerse frente a quienes reaccionan desde el miedo y la ignorancia.

Existen progresos, pero la marginación persiste

En 1984 los epidemiólogos diagnosticaron clínicamente el primer caso de sida en Honduras, un odontólogo residente en la ciudad de El Progreso que solía viajar a San Francisco, California. Sus muestras de fluidos fueron enviadas a Estados Unidos, y en 1985 se confirmó en un laboratorio el diagnóstico de sarcoma de Kaposi y anticuerpos contra el VIH. Los primeros cuatro casos fueron hombres, tres por relaciones homosexuales y uno heterosexual, todos con antecedentes de viajes al extranjero.

Desde que se confirmó el paciente cero, más de 41 mil personas viviendo con el VIH han sido registradas por la Secretaría de Salud (SESAL) en los 18 departamentos de Honduras. Debieron pasar 17 años desde el primer registro para que los hondureños tuvieran acceso a los antirretrovirales. En el camino se especializaron los servicios médicos y el diagnóstico dejó de ser una sentencia de muerte. Si bien el manejo clínico ha mejorado, el estigma asociado al virus aún persiste en la mentalidad y el comportamiento de muchas personas.

Algunos grupos poblacionales enfrentan mayor discriminación. Por ejemplo, las mujeres embarazadas y la comunidad LGBTQ+. Debido a que la transmisión del virus se asocia erróneamente con conductas sexuales “promiscuas” e “irresponsables”, estas poblaciones son frecuentemente estigmatizadas y excluidas en distintos ámbitos sociales.

Datos del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (CONADEH) establecen que a mayo del 2023 recibieron 107 denuncias por discriminación contra personas que viven con VIH. De esa cifra, un 25 por ciento representa a mujeres y un 38 por ciento a personas de la diversidad sexual. El CONADEH asegura que cada nueve horas se infecta una persona con el virus.

Los abusos incluso se presentan en el sistema sanitario. Algunas mujeres en estado de embarazo han sufrido violencia gineco obstétrica por parte del personal de Salud durante la atención del embarazo, parto y posparto. Esto puede provocar consecuencias físicas y psicológicas para las féminas y sus bebés.

Algunas organizaciones han registrado casos de mujeres que han sido operadas en contra de su voluntad mientras se realizaban un procedimiento rutinario de su sistema reproductivo. Por ejemplo, durante un estudio realizado por la Fundación Llanto, Valor y Esfuerzo (LLAVES), de 78 mujeres viviendo con VIH entrevistadas, 20 dijeron haber sido sometidas a procesos de esterilización, sin su consentimiento, en hospitales públicos.

Armida Quiroz, integrante de la Asociación para una Vida Mejor (APUVIMEH), entidad defensora de derechos humanos, advierte que esas conductas del personal de Salud son violatorias “a los derechos humanos de las mujeres, porque si se tiene una condición de salud, no son ellos los que van a decir si se debe embarazar” o si se tiene que realizar algún procedimiento para prevenir un embarazo. “Es la mujer quien tiene que decidir”.

Explicó que vivir con VIH no reduce el derecho de las mujeres a embarazarse, particularmente si tiene una carga viral no detectable, lo que significa que no tiene el virus en la sangre -apuntó-. “Perfectamente puede embarazarse”.

A su criterio, el estigma y la discriminación para quienes viven con VIH se da por falta de información.

“Toda persona que es violentada o discriminada por ser diagnosticada con VIH, tiene que denunciar, porque somos personas sujetas de derecho. Las mujeres con VIH tienen el mismo derecho que una mujer sana. Perfectamente puede denunciar a esas personas que la discriminan”, refirió Quiroz.

Pidió no tener miedo y aseguró que “no están solas, todas las mujeres estamos para aquellas que tienen ese temor a no ser escuchadas. Denuncien, sigan adelante. La vida continúa, somos mujeres sujetas de derechos”.

Avances científicos que promueven cambios de conducta

El doctor Renato Vásquez, quien labora en un policlínico del Servicio de Atención Integral (SAI), que hace parte de las Clínicas de Vigilancia Centinela de las Infecciones de Transmisión Sexual (VICITS), en el municipio de El Triunfo, Choluteca, explicó que en la actualidad uno de los medicamentos más utilizados en pacientes con VIH es el TLD, una combinación de tres antirretrovirales que ayuda a crear una mejor barrera genética. De esta manera el virus difícilmente puede mutar  y se suprime hasta volverse indetectable. “Por los estudios realizados, no detectable es igual a no transmisible’’, precisó.

Se ha demostrado que el TLD puede prevenir la progresión del VIH al sida, y de esta forma ayuda a las personas a vivir vidas largas y saludables. Tales avances de la ciencia médica, con éste y otros tratamientos, han permitido notables cambios en la conducta de quienes viven con VIH y de su entorno.

Uno de los ejemplos más recientes en la zona sur del país es el caso de una fémina seropositiva que decidió ser madre, y en la actualidad el bebé tiene cuatro meses de edad, en perfectas condiciones de salud. Ella tuvo sus controles prenatales de forma normal y la atención puérpera se le brindó sin ninguna exclusión.

El doctor Vásquez resaltó que una mujer diagnosticada con VIH, en estado de embarazo, debe tomar los antirretrovirales de la forma indicada. Si en algún momento los suspende, corre el riesgo de que el feto adquiera el virus.

Reconoce que el estigma y la discriminación contra las personas viviendo con VIH, persiste, y que en las zonas rurales estas conductas son más evidentes que en las urbanas. Sin embargo, se perciben algunos cambios. “Antes si las personas sabían que alguien era VIH positivo no le daban la mano, le negaban un abrazo, un saludo, porque pensaban que de esa manera se podían infectar”, agrega.

Gracias a los antirretrovirales y a otros medicamentos complementarios que se están utilizando, se ha alcanzado una supresión viral de casi el 90 por ciento a nivel general, lo que lleva a las personas a tener una vida normal, y quienes están en su entorno ya no perciben el VIH como una situación fatal.

La educación como motor del cambio

“Como lo percibo, siempre hay estigma, las personas no son vistas de igual manera”, refiere Vásquez. Sin embargo, en las VICITS han venido trabajando para que las personas tengan un conocimiento real de lo que significa vivir con VIH. Para ello se han apoyado en organizaciones defensoras de derechos humanos y mediante charlas al personal de salud y a los mismos pacientes se han ido modificando las conductas.

También se han hecho ajustes en el sistema de atención a los pacientes con el fin de evitar la exclusión. Anteriormente “todo paciente que me buscaba ya sabía (el personal de salud) que era para ser tratado de VIH y desde ahí lo iban catalogando”, explica.

Una de las decisiones adoptadas fue atenderlos en consulta general, donde, además de ver a personas seropositivas, el médico recibe otra clase de patologías en niños, adultos y mujeres embarazadas, “para que, de este modo, no se estigmatice tanto”, precisó.

Educación también para las personas que viven con VIH

El doctor Vásquez explica que basado en la Ley Especial Contra el VIH, habla y concientiza a los pacientes, haciéndoles ver que tienen derechos, pero también deberes. Uno de ellos es informar a sus parejas sobre el diagnóstico recibido.

Considera imprescindible brindar un buen trato a sus pacientes como base para ganarse su confianza, porque “si el usuario no confía en usted no va a venir a su cita, y si no viene a su cita pierde seguimiento y luego cae en abandono de su medicamento”.

José Zambrano, defensor de derechos humanos y de las personas con VIH, resalta la importancia del apoyo social y la educación del paciente en temas como la adherencia al tratamiento, el autocuidado, la asistencia a consulta médica y la práctica de chequeos.

La educación y aplicación de conocimientos entre los pacientes se refleja en los resultados que se obtienen. Por ejemplo, en la clínica SAI de El Triunfo se atiende actualmente a 27 personas, de las cuales solo dos presentan una carga viral alta. Uno de ellos por falta de adherencia al tratamiento (falta de ARN). Esto se da cuando el paciente no toma adecuadamente sus medicamentos y por lo tanto no se producen los efectos esperados.

El otro es porque se mudó a otro departamento del país, no se comunicó con el doctor encargado y por ende no obtuvo los antirretrovirales. Estuvo aproximadamente tres meses sin medicamentos, lo que afectó su carga viral. De aquí se deduce la necesidad de tener un alto nivel de conciencia sobre su condición y las consecuencias que le acarrearán sus acciones u omisiones.

Fundamentalistas en contra de la educación sexual y reproductiva

La Ley Especial del VIH/SIDA, señala la obligatoriedad de establecer programas basados en políticas de educación inclusiva, enfoque de derechos humanos y perspectiva de género, a fin de adecuar la currícula nacional básica. Pese a ser ley, en Honduras, no hay educación sexual en centros educativos, puesto que grupos conservadores se oponen a su impartición bajo el argumento que difundir esta clase de conocimientos tiene la finalidad de corromper a los jóvenes.

Sin embargo, para la abogada Vanessa Siliezar, directora de la Unidad de Desarrollo Integral de la Mujer y la Familia (UDIMUF) organización no gubernamental, los grupos conservadores que se oponen a la promoción de los derechos sexuales y reproductivos lo que buscan es mantener a la sociedad, especialmente al segmento de bajos recursos, en la ignorancia.

Siliezar enfatiza que el país vive altas tasas de embarazo adolescente, de los cuales hasta un 50 por ciento serían producto de abusos a menores de edad. Además, hay miles de casos de VIH, “producto de que el hombre lleva la enfermedad a la casa por falta de protección, no por falta de información. Estamos reproduciendo estereotipos, acciones negativas que repercuten en la salud y vida de la población hondureña”.

Considera que hablar de derechos sexuales y reproductivos en Honduras es difícil, por el avance del “fundamentalismo de grupos conservadores”, integrados por personas preparadas para utilizar argumentos de derechos humanos que les permitan replantear el discurso y así involucrar sus valores y principios conservadores.

A estos grupos se integra el discurso de líderes religiosos y el escaso compromiso de funcionarios estatales adscritos a denominaciones religiosas, quienes pasan por alto el mandato de tener una educación laica, establecido en el artículo 151 de la Constitución de la República.

“El discurso de odio viene de personas de clase alta. Son ellos quienes están promoviendo estos discursos e imponiéndose a la clase empobrecida. Lo que buscan estos sectores conservadores es que se mantenga la pobreza y la ignorancia de nuestras clases poco privilegiadas. Las personas que emiten estos juicios de valor tienen a sus hijos en escuelas bilingües, de estrato social mucho más alto. Por lo tanto, ellos sí tienen acceso a esta información”, expuso.

Para el activista Zambrano, lo que hay en Honduras es “miedo de educar en educación sexual integral o educación reproductiva. Se niega (la educación) a las mujeres, no digamos a otras poblaciones. Es un gran problema que está satanizado. Se tiene que hablar de poblaciones como diversidad sexual, transexualidad y demás, son temas tabúes sobre los que todavía no se permite que se eduque”.

Cabe destacar que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Honduras ha mostrado su respaldo a leyes que garanticen los derechos sexuales y normas de educación integral para prevenir el embarazo en adolescentes.

Una red de atención desde lo público y privado

Cada año se diagnostican en Honduras más de 1,500 casos nuevos de VIH, de los cuales más de 500 son mujeres. En la actualidad el 62 por ciento son asintomáticas, mientras que el 38% presentan un estado avanzado de la enfermedad. Desde 1985 hasta septiembre de 2023 se contabilizaron 7,503 casos de mujeres asintomáticas y 10,720 con infección avanzada, según la Unidad de Vigilancia de la Salud de Nivel Central, de la SESAL.

El CONADEH informó en septiembre de 2023 que, en el registro histórico, desde 1985, el departamento de Atlántida es el de mayor tasa acumulada de prevalencia de casos con 859.1 por cada 100,000 habitantes; seguido por Islas de la Bahía con 833, Cortés 806.3 y Gracias a Dios con 712.2. Además, San Pedro Sula es la ciudad que presenta la mayor cantidad de casos de personas con VIH, seguida por Tegucigalpa, La Ceiba, el Progreso, Choloma, Tela, Choluteca, Puerto Cortés, La Lima, Comayagua y Villanueva.

En la atención sanitaria de esta población han jugado un papel central las ya mencionadas Clínicas de Vigilancia Centinela de las Infecciones de Transmisión Sexual (VICITS), que funcionan desde el 2006, como una entidad híbrida, mediante recursos de la Secretaría de Salud, organizaciones de sociedad civil y organismos internacionales.

La finalidad de las VICITS es prevenir y vigilar la epidemia del VIH y otras infecciones de transmisión sexual, pero también definir una estrategia de vigilancia dirigida a mujeres trabajadoras sexuales, y comunidad LGTBQ+. Estos centros ofrecen servicios de diagnóstico y tratamiento de infecciones de transmisión sexual, pruebas de VIH, promoción de métodos anticonceptivos como el condón, entre otros.

Existen diez clínicas VICITS en Choluteca, Yoro, Atlántida, Cortés y Francisco Morazán. “Las clínicas deberían de funcionar en todo el país, pero solo están en las grandes ciudades. Las demás están en proceso. Hay que recordar que la población de trabajadoras sexuales se da en todo el país”, manifestó Zambrano.

En estas clínicas y otras unidades de salud también se hace uso de la Profilaxis Preexposición (PrEP). Son medicamentos tomados o inyectados a personas que no viven con el virus pero que están expuestas. “Es la nueva estrategia que tiene la Secretaría de Salud, con el fin de evitar que las personas que están en más alto riesgo se infecten de VIH” explicó el doctor Vásquez, de la clínica de El Triunfo.

“Nosotros hacemos trabajo de campo, hacemos pequeñas brigadas, feria de salud en la cual ponemos a disposición las pruebas de VIH, sífilis y hepatitis b”, explicó el doctor.

El sistema de salud en Honduras cuenta con 14 medicamentos para la atención de las personas que viven con VIH.

Otra dependencia que juega un rol vital es el Instituto Hondureño de Seguridad Social (IHSS), que atiende a empleados del sector público y privado, a sus esposas embarazadas que no cuentan directamente con seguridad social, y a sus hijos. Esta entidad destina más de 20 millones de lempiras al año en la atención de pacientes con VIH. Aquí son atendidas 890 personas con VIH, de las cuales 241 son mujeres, 23 en estado de embarazo.

La Unidad de Vigilancia de la Secretaría de Salud ha contabilizado históricamente más de 18 mil mujeres viviendo con VIH en el territorio nacional.

No obstante, algunas organizaciones que luchan por los derechos humanos de las personas infectadas y afectadas por el VIH señalan que hacen falta medicamentos y que el país no cuenta con reactivos. Además, en algunos establecimientos de salud no están disponibles las pruebas para detectar el VIH. establecimientos de salud no están disponibles las pruebas para detectar el VIH.

La salud mental, un factor que no debe dejarse de lado

La atención a pacientes con VIH debe ser integral, puesto que las afectaciones se dan a nivel físico, mental, social e incluso económico. El sida ha dejado a familias desintegradas, con profundas carencias en lo económico y grandes sufrimientos.

Una doctora de un hospital de la zona norte relató el caso de uno de sus pacientes, un joven con VIH que asistió a su consulta, no para recibir ayuda y superar sus problemas de depresión severa, sino para pedir que lo asesoraran sobre el mecanismo más apropiado para suicidarse.

Había tenido “múltiples intentos suicidas y buscaba ayuda para suicidarse. Quería que le dijera cómo hacerlo y que no fuera doloroso. De manera efectiva, porque tenía ya múltiples intentos y no lo había logrado”, relató la doctora.

Sufría de depresión desde hacía mucho tiempo, resistente al tratamiento, y quería morir porque su pareja se había suicidado. Consideraba que él “era la única persona que lo atendía y comprendía”. Venía de una familia desintegrada,  vivía con su pareja y sentía un complejo de culpa al pensar que él pudo haberlo contagiado, aunque no tenía forma de confirmarlo.

El apoyo emocional es fundamental en el tratamiento integral del VIH. Se requieren programas específicos según las necesidades de cada paciente, para reforzar su autoestima, prevenir trastornos mentales y conductas de riesgo, mejorar adherencia al tratamiento, y brindar herramientas para afrontar el estigma social.

Expertos en psiquiatría coinciden que al recibir un diagnóstico de VIH se generan diversas reacciones emotivas. Es necesario aprender a vivir de forma distinta, con controles médicos y tratamiento antirretroviral de por vida, lo que limita aspectos cotidianos. Primero viene la negación, luego la aceptación, volviéndose un proceso difícil.

El VIH puede ser consecuencia de trastornos mentales que producen alteraciones en la conducta de la persona, como la hipersexualidad, que conlleva a conductas sexuales de riesgo y más contagios.

Muchos pacientes sufren en silencio la discriminación social y laboral. Todo paciente necesita acompañamiento psicológico para sobrellevar esta nueva realidad y mantener su bienestar.

Sin embargo, los padecimientos mentales son difíciles de sobrellevar. El joven que ha intentado suicidarse en diversas ocasiones abandonó el tratamiento. Desde el hospital lo han llamado para conocer de su situación y él asegura que volverá a consulta pero que sus horarios laborales se lo impiden.

Han pasado casi 40 años desde el primer caso en Honduras, pero todavía falta mucho por avanzar hacia una sociedad verdaderamente inclusiva. Es importante entender que el VIH no discrimina, cualquiera puede verse afectado. La información veraz, la empatía y el apoyo integral son claves para lograr que se respeten los derechos humanos de todas las personas, sin importar su orientación sexual o identidad de género. Solo así conseguiremos una cultura de respeto e inclusión para quienes viven con este virus. Queda aún un largo trayecto por recorrer hacia una Honduras libre de prejuicios, donde prime la dignidad y bienestar de toda la ciudadanía.

¡Este reportaje fue realizado con el apoyo de la International Women’s Media Foundation (IWMF), como parte de su iniciativa ¡Exprésate! en América Latina. www.iwmf.org por un periodismo más incluyente”

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