Región sur – Honduras

Durante el 2010, dos pescadores perdieron la vida a causa de enfrentamientos con embarcaciones de las fuerzas navales de El Salvador y Nicaragua, sin que hasta la fecha se judicialice a los responsables.

Por Gissela Rodríguez

Marcovía, Choluteca. Los conflictos en el Golfo de Fonseca no cesan.

La naval hondureña mantiene un registro oficial, desde el 2016 a la fecha, de 26 pescadores capturados por los militares nicaragüense y 13 embarcaciones retenidas actualmente en el vecino país, estableciendo como la zona de enfrentamiento habitual la boya número 2, ubicada frente a la costa de Punta Condega, en la zona hondureña, y la bahía de Potosí en el sector de Nicaragua.

Los pescadores que han resultado retenidos proceden de comunidades pesqueras como Cedeño, Guapinol y Río Viejo, jurisdicción del municipio costero de Marcovia.

La zona es considerada como el sitio de pesca habitual por parte de los pescadores hondureños y de mayor vigilancia por parte de los militares vecinos, ya que se encuentra justo en el medio de la desembocadura del río Estero Real, jurisdicción de Nicaragua.

“Los reportes de la naval nicaragüense, los cuales corroboramos con los datos de ubicación que se adjunta al informe y que son enviados cada vez que capturan a un pescador, nos indican que los mismos son detenidos en aguas del vecino país y por eso se procede a capturarlos para luego deportarlos” comentó el capitán de fragata Saúl Anibel Alcerro, Comandante de la base Naval de Amapala.

Alcerro aseguró que en las últimas semanas se han sostenido reuniones al más alto nivel militar, de ambos países con el acompañamiento de cancillería para tratar de buscarle una solución vial al tema de los pescadores en el Golfo de Fonseca.

En el puesto fronterizo de Potosí aún aguardan 13 embarcaciones que les fueron decomisadas a pescadores hondureños, los cuales no han logrado recuperarlas debido a la onerosa multa que se les aplicó.

La sanción asciende a 3,800 dólares (unos 91,200 lempiras) por cada una de las embarcaciones, lo cual se traduce en 49,400 dólares (unos 1, 185,600 lempiras).

“Los pescadores faenan para mantener a sus familias, los dueños de las embarcaciones ponen en garantía hasta sus casas para poder adquirir una embarcación y actualmente están a punto de perderlas a consecuencia de la retención, puesto que los acreedores no esperan” lamentó Moisés Osorto, presidente de Apagol.

Osorto aseguró que si bien la naval lleva un registro de las detenciones, los enfrentamientos que se han presentado en el mar entre pescadores y militares nicaragüenses superan los 50 hechos, sin que se tengan reportes oficiales.

“Los casos se reportan a diario, prácticamente todos los días estamos escuchando que la naval intentó capturar a uno o dos pescadores y ese hecho terminó en agresión, el cual debido a la falta de denuncia de los pescadores no es registrado” lamentó el entrevistado.

Sin apoyo

En cuando a las acciones que realiza la embajada de Honduras en Nicaragua, estás son mínimas y se limitan a brindar asesoría a los pescadores al momento de deportarlos al país.

A través de una solicitud de Acceso a la Información Pública tratamos de conocer las estrategias, medidas y acciones que implementa la Embajada de Honduras en el vecino país a través de 15 preguntas concretas de las cuales sólo se obtuvo respuestas escuetas de tres.

El comunicado enviado en respuesta a la petición de Acceso a la Información Pública se limita a responder que los presidentes de los tres países han sostenido reuniones para ahondar y aumentar las relaciones de amistad, al tiempo que se han nombrado comisiones para abordar el tema.

Desesperanza

Doña María Gómez (62 años) es una mujer amable, servicial y muy maternal, con una sonrisa reconfortante pero que en su interior guarda un gran dolor.

Conversamos sobre lo caluroso del día, pese a que a escasos 200 metros de la vivienda teníamos uno de los más hermosos esteros con que cuenta la aldea de Guapinol, jurisdicción del municipio de Marcovía, en la costa del Golfo de Fonseca donde actualmente  reside doña María junto a su esposo, Daniel Argeñal, sus nueve hijos y 20 nietos.

Luego de varios minutos de plática, y ya en confianza, le pregunté sobre su séptimo hijo: Víctor Manuel Argeñal Gómez, quien hace ocho años fue encontrado muerto en una de las playas de la aldea de Potosí, en el departamento de Chinandega, República de Nicaragua, a 223 kilómetros de distancia en vehículo.

El semblante de doña María cambia radicalmente, durante dos minutos lo único que se escucha en aquel corredor es el bullicio de las aves de corral, cuando de pronto la sexagenaria, se hunde en un profundo suspiro, levanta su mirada y me dice:

“Es la experiencia más dura que me ha tocado vivir” recuerda, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. “Nunca pensé que esa tarde del sábado 20 de marzo 2010, en la que mi hijo salió a pescar, sería para no volver jamás”.

Eran las 4:00PM, Víctor Manuel Argeñal Gómez y Adonys Rivas Gómez, ambos de 19 años, guardaban en sus mochilas las cosas que llevaría esa noche a faenar, pese que para Víctor la pesca no era un trabajo que le agradará, decidió que ese día tenía que ir para ayudar a sus padres con las responsabilidades de la casa.

“Mi hijo era un ser humano tan precioso, cuando estaba en las Fuerzas Armadas, me llamaba y me decía: Madre, venga el fin de semana al batallón a traer el dinero de la quincena, no le quiero quedar mal” comenta la señora.

Partida

Víctor terminó que arreglar su mochila y cuando se disponía a ubicarla en la embarcación de nombre “MyLleybi”, su mamá le salió al paso y le dijo que le estaba preparando unos pescados para que los llevara, y así tuviera algo para cenar, por lo que el muchacho aguardó por algunos minutos hasta que su madre le preparo los alimentos sin que pudiera entregárselo, por lo que lo tomó y le pidió a una de sus hermana que le dijera a su progenitora que tenía que irse.

La noche cayó y doña María decidió acostarse en la hamaca en la que su hijo dormía, como si presintiese que algo malo estaba por ocurrirle.

A eso de las 02:00AM, el timbre de un celular despertó a la señora, quien con la ayuda de su hijo pequeño localizó el aparato, el cual pertenecía a Víctor. En la línea telefónica se encontraba Luis Quiroz, yerno de doña María y dueño de la embarcación en la que el joven había partido en horas de la tarde.

“Doña María, ¿ya regresó Víctor?” fue la interrogante que Luis le hizo a la señora, al percatarse que ella había contestado el teléfono.

“Mi corazón se estremeció inmediatamente, yo me negaba a pensar que algo malo le hubiese pasado a mi muchachito y de inmediato levanté a mis hijos y les dije que se fueran para donde Luis, quien me dijo que tal vez se habían quedado sin combustible en el mar” comenta la señora, mientras se llevaba las manos al tórax como tratando de calmarse.

Los rayos del sol comenzaban a llenar de color el horizonte, mientras la angustia de la señora se acrecentaba por no saber nada de su hijo, a quienes sus hermanos, cuñados y padre, habían comenzado a buscar de manera desesperada.

Las horas pasaban y nadie daba razón de los dos jóvenes hasta que un grupo de pescadores retornaron y comentaron que la patrullera (embarcación de la naval) de Nicaragua había capturado a unos lancheros y que los tenían retenidos en el puerto de Potosí.

La familia confirmó la información con las autoridades hondureñas, quienes pese a tener datos preliminares no hicieron nada para tratar de averiguar cuál era la situación de los pescadores.

El padre de Víctor no lo dudo dos veces y decidió tomar una lancha y trasladarse hasta Potosí, a más de una hora de distancia, para saber si su hijo estaba o no detenido.

“Mi esposo me llamó la tarde del domingo y me dijo que ni mi hijo ni el muchacho que lo acompañaba estaban en las instalaciones de la naval de Nicaragua en Potosí, pero que ellos lo seguirían buscando, por lo que de una vez se fueron con rumbo a las playas de Cedeño -en Honduras- para comenzar, visitaron el hospital, la policía y hasta la morgue sin que tuviera éxito” rememora la señora.

Pasaron cinco días y la angustia de la familia Argeñal Gómez era más grande, hasta que recibieron la fatídica noticia; habían encontrado el cuerpo de un hombre en una playa de Nicaragua y temían que podía ser su hijo, puesto que los dos jóvenes, hasta ese momento, estaban desaparecidos.

El cuerpo que se había encontrado estaba en avanzado estado de descomposición y prácticamente se hacía imposible que alguien lo pudiese reconocer físicamente con la salvedad que el mismo aún estaba vestido.

La camiseta blanca y el pantalón azul que portaba Víctor al salir de su casa el sábado, permitieron que su cuñado Luis y don Daniel lo pudieran identificar y le exigieran a Medicina Forense de Nicaragua que les entregará el cuerpo antes de que procedieran a incinerarlo.

“A mi muchacho me lo entregaron en una bolsa blanca llena de cal, yo entré en una etapa de negación, decía que ese cuerpo no era el de mi hijo y aún así lo velamos y lo enterramos, hasta que a los dos meses, y después de tanto esperar que mi hijo apareciera, mi cabeza entendió que quizás ese cuerpo si era de mi criatura” lamenta la señora entre lágrimas.

Incidente

Luego del entierro de Víctor, Adonys Rivas regresó a la comunidad de Guapinol, prácticamente a despedirse de su familia y contarles lo que había ocurrido para luego desaparecer.

El relato del muchacho a los medios de comunicación, en ese entonces, establece que como a las 8:35PM del sábado 20 de marzo del 2010, ambos se encontraban pescando en el sector conocido como El Bordo, jurisdicción de Honduras, cuando de pronto fueron embestidos por la patrullera de Nicaragua.

“Hubo varios disparos por parte de la naval nicaragüense, nos embistieron con la (lancha) patrullera y a mi amigo (Víctor Argeñal) no lo volví a ver. A mí me tiraron una soga al cuello para ahogarme, al saber lo que habían hecho con mi amigo. Yo evité la captura y ellos (navales) se fueron, por lo que nadé ocho horas hasta que fui rescatado por una familia de pescadores de Nicaragua” relataba Adonys a Diario EL HERALDO en aquel momento.

Según las declaraciones de Rivas Gómez, plasmadas en la edición del rotativo, y de la cual guarda copia la familia de Víctor Manuel, cuando Rivas llegó a Punta Ñata, sector costero de Nicaragua, avisó a la familia Argeñal Gómez para que dieran parte del hecho.

Pese a que no todos los miembros de la familia Argeñal Gómez vieron el cuerpo de Víctor, Doris Maritza, una de sus hermanas mayores, recuerda que el muchacho presentaba múltiples golpes, no tenía dientes y había pérdida una oreja.

“Mi hermano tenía varios golpes en la cabeza y el cuello, por lo que nosotros pensamos que cuando la lancha los embistió lo hirieron y él cayó al mar golpeándose” relata la Maritza, quien acompaña a su madre al lugar donde por última vez vieron a su hermano con vida.

El fallecimiento de Víctor ha sido un duro golpe para toda la familia, al extremo que el padre del joven, Don Daniel, decidió que nunca más pescaría.

“Mi papá no puede subirse a una lancha, le da una desesperación que hasta le dan ganas de tirarse y no digamos todo lo que tuvo que enfrentar los días posteriores a la muerte de mi hermano” lamenta la entrevistada.

La familia nunca recibió atención psicológica ni por parte del gobierno central ni de ninguna otra institución.

Justicia

Y es que más allá del hecho de perder físicamente a su hijo, la manera en la que el muchacho falleció es lo que causa indignación a la familia y amigos.

“Desde que enterramos a mi muchachito, mi esposo y yo le pedimos a las autoridades del gobierno que la muerte de mi hijo no quedará en la impunidad pero hasta la fecha no se ha hecho nada, pese a las múltiples promesas que recibimos en ese momento. Nosotros no queremos nada, lo único que yo buscó es que ninguna madre, padre o familia, tenga que sufrir el dolor que aún sigo padeciendo” menciona la señora.

Los meses siguientes a la muerte de Víctor, los reclamos del gobierno hondureño, a cargo del presidente Porfirio Lobo Sosa, al nicaragüense en manos de Daniel Ortega, no se hicieron esperan y comenzando una ofensiva diplomática, a cargo de Mario Canahuati, en su momento canciller, a fin de que las persecuciones de las que aún son víctima los pescadores cesaran, sin que se tuviera respuestas favorables, pese a que en el año 2,007 se había declarado al golfo zona de paz.

Pese al ir y venir de los diplomáticos hondureños y nicaragüense durante los meses siguiente al fallecimiento de Víctor Argeñal, las cosas continuaron igual en el Golfo de Fonseca.

Nahúm Cálix, alcalde de Marcovia, lamentó que en su momento no hubo la voluntad política necesaria y clara para esclarecer la muerte de Víctor Argeñal, a quien su familia aún llora.

“Recuerdo que fueron momentos duros, nos pronunciamos al respecto, pero lastimosamente nada sucedió” dijo el edil.

El golfo de tiñe se sangre

Luego de cuatro años de luchas por parte de la familia Argeñal Gómez para que detuvieran las agresiones a los pescadores, los enfrentamientos entre las navales de Nicaragua y El Salvador con pescadores hondureños, volvieron a teñir de rojo las aguas del Golfo de Fonseca.

En esa ocasión los involucrados directos fueron la naval de El Salvador y dos pescadores de Playa Grande, Amapala, en la bahía de Chismuyo, perdiendo la vida, a causa de tres disparos, Luis Antonio Requeno de 18 años y causando heridas en la columna de Juan Carlos Elvir de 25 años.

La pequeña embarcación en la que se conducían Requeno y Elvir quedó completamente destruida a causa de la embestida de la patrullera salvadoreña.

El incidente se reportó un 16 de mayo de 2014, en la frontera marítima entre Honduras y El Salvador, frente a la isla de Meanguera, donde la naval salvadoreña reconoció que había perseguido a la embarcación pero negó les había disparado.

Contrario a lo que sucedió con la naval nicaragüense la cual aseguró que el muchacho había fallecido en un accidente, limitándose a entregar la lancha en la que se transportaban Víctor Argeñal y su acompañante.

En ambos incidentes, las familias interpusieron sus respectivas denuncias, pero las mismas no continuaron su proceso debido a la poca insistencia de los familiares.

“Se interpusieron las denuncias del caso, pero si las familias no le dieron seguimiento debido, este se quedó en la impunidad, ya que así funcionan nuestras autoridades” lamenta Liliam Rodríguez, exdelegada departamental del Comisionado Nacional de los Derechos Humanos (Conadeh) en Choluteca.

Ni la Fiscalía ni el Conadeh dieron seguimiento a los casos, quedando en la completa impunidad.

“El tema se estaba trabajando al más alto nivel, estando involucradas las cancillerías, por lo que muy poco se sabía del caso” comenta la extitular del Conadeh en Choluteca.

Con la muerte de Requeno y las lesiones sufridas por Elvir, las agendas de los gobiernos están marcadas en lograr que los enfrentamientos en las aguas del golfo cesen sin que hasta el momento se logré.

En su momento las fiscalías de El Salvador y Honduras se comprometieron a investigar el caso pero ni los familiares, autoridades locales y representantes de pescadores conocen sobre el mismo.

“Cómo es posible que cuatro años después de que el joven perdiera la vida a manos de la naval salvadoreña, aún no tengamos respuestas concretas ni un responsable que pagué por la muerte del muchacho” dice Santos Cruz, alcalde de Amapala.

La muerte de Requeno, reavivó la impotencia y abandono que los más de 17 mil pescadores que residen en el Golfo de Fonseca, sienten históricamente con los diferentes gobiernos por la apatía con que los han tratado.

Promesas incumplidas

Durante el primer gobierno del actual presidente Juan Orlando Hernández, comprendido entre el 2014-2018, una comitiva de diputados encabezados por el liberal Yuri Sabas, decidieron reunirse con los líderes de las organizaciones de pescadores a fin de conocer de cerca la problemática que los aquejaba.

La visita motivó a los diputados a interponer ante el Congreso Nacional una moción en la cual se dotará de una pensión a las familias de los pescadores que habían muerto en los enfrentamientos con las navales de Nicaragua y El Salvador.

De igual manera se aplicaría la medida a Juan Carlos Elvir, quien acompañaba a Requena en la lancha y a Santos Ventura Zerón, otro pescador que quedo incapacitado de su mano derecha a consecuencia de varios balazos que recibió de la naval nicaragüense.

Los fondos que se les entregarían a las familias y pescadores afectados, los cuales se determinarían luego de un estudio socioeconómico, el cual nunca se realizó, provendrían de la Secretaría de Estado en el Despacho de Desarrollo e Inclusión Social. Hasta la fecha ninguno de los pescadores ha recibido la ayuda que le prometió el gobierno central.

Además se le dotaría a Santos Ventura Zerón de una lancha, provenientes de la Oficina Administradora de Bienes Incautados (OABI), para que la pudiera alquilar y de allí generará ingresos para su familia.

La moción recibió la aprobación unánime de la cámara legislativa y recibió las firmas del presidente del Congreso Nacional, Mauricio Oliva; los secretarios del legislativo, Mario Alonso Pérez López y Román Villeda Aguilar, quedando aprobado bajo el decreto número 62-2014.

En el último apartado del documento de tres páginas aprobado por el Congreso Nacional decía: “Al Poder Ejecutivo, por tanto: Ejecútese”.

Moisés Osorto, Presidente de la Asociación de Pescadores Artesanales del Golfo de Fonseca (Apagolf), aseguró que las familias no han recibido nada de lo que el Congreso Nacional aprobó para ellos.

“Lo que nos han informado y hemos investigados en las diferentes dependencias del gobierno, es que el decreto requiere una firma más, pero aún no sabemos de quién, por lo tanto las familias no pueden gozar de esa ayuda que tanto necesitan” lamentó el dirigente comunitario.

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