Doctor HORACIO ULISES BARRIOS SOLANO, Premio Nacional de Ciencia “JOSÉ CECILIO DEL VALLE”

[1]“La anomalía que viven los mercados internacionales ha tenido un fuerte impacto en la demanda externa provocando una moderación en los crecimientos. Los discursos nacionalistas ganan cada vez más peso en la opinión pública, provocando situaciones que nos llevan a una economías cada vez más fracturada. Mucho se habla de una economía globalizada, de una economía interconectada, de un sentimiento global. Sin embargo, en los últimos años, han surgido movimientos que, políticamente, amenazan esa interconexión económica que hemos ido consolidando con el paso de los años. Tratados que han dado lugar a estructuras económicas más robustas y complejas como puede ser la Unión Europea se están viendo amenazadas, con movimientos escépticos que abogan por la separación. La lucha de poderes, el egocentrismo de los políticos y los populismos están generando un escenario bastante incómodo para el fenómeno que denominamos globalización. Con el paso de los años, la cooperación internacional y esa interconexión nos ha permitido hacer cosas que, años atrás, eran impensables para nuestra sociedad. El desarrollo económico en un mundo globalizado nos ha permitido conectar economías con otras, permitiendo un intercambio permanente de bienes y servicios, así como la propia cultura de cada país. Tan elevado es el nivel de globalización que cada vez es más común ver esa transferencia de cultura, productos, servicios, entre otros aspectos, en todos los países que integran el planeta. Sin embargo, la situación que atraviesa la economía, finalizando este ciclo expansivo y con unas decisiones que han derivado en tensiones geopolíticas, como decíamos, están llevando al planeta a fracturas internas que debilitan esos acuerdos, esos puentes, que nos conectaban entre sí; el proteccionismo gana presencia en el discurso político y los efectos ya son notables.

Estados Unidos, Reino Unido, Italia, China, entre otros. Todos hemos sido testigos de lo que está ocurriendo en nuestra economía. Las tensiones que se han ido generando están provocando que cada vez más países presenten frentes políticos que abogan por la separación, el proteccionismo y el nacionalismo como la solución a los problemas. Nacionalismos que, como decíamos, amenazan esa conexión global que nos llevaba a fortalecernos como economía. Sin embargo, el ansia de poder y la pérdida de soberanía ha provocado el cuestionamiento de si esa interconexión es rentable para todos los países, o solo para unos pocos. En el caso de la Unión Europea esto ha sido duramente criticado y cuestionado. Muchos países miembros, en los últimos años, han utilizado en el debate público el euroescepticismo. Un euroescepticismo[2] que integraba como base argumental el enriquecimiento de determinados países, como Alemania, a costa de asfixiar a otras economías auxiliares como Italia o Reino Unido. Y digo Italia y Reino Unido por la sencilla razón de que, hasta ahora, han sido las economías que más han suscitado este deseo de fracturar el conjunto comunitario y buscar la vía de escape; en el caso de Reino Unido, ya inminente.

La situación económica da oxígeno a los nacionalismos: Desde principio de año, la economía global atraviesa una desaceleración económica que acecha continuamente a los crecimientos previstos. Una desaceleración que, como ya calificó el Fondo Monetario Internacional (FMI), se está dando en un gran porcentaje de las economías. Concretamente, el 90% de las economías en el planeta están viviendo el impacto negativo de la desaceleración, tras la madurez alcanzada en este largo ciclo expansivo que hemos estado viviendo en los últimos años. Por ello, desde el organismo multilateral, definen esta desaceleración como una desaceleración sincronizada, ya que no se está cebando expresamente con una economía en particular. Esta situación ha provocado que muchos países, al ver como sus tasas de crecimiento y su economía se resienten, traten de buscar la situación para, como poco, dinamizar los crecimientos de tal forma que pueda paliarse la situación y evitar, con ello, una recesión muy temida. Sin embargo, estas medidas, dada la soberanía monetaria europea, son incapaces de hacerse efectivas. Por ello, ante esa incapacidad real, determinados líderes políticos cuestionan la efectividad de las medidas comunitarias ante unas políticas económicas acomodaticias que cada vez surten un efecto menos incidente.

Y es que, con la aplicación del QE[3], la expansión cuantitativa, así como las políticas de tipos negativos, la Unión Europea ha hecho alarde de todas sus políticas económicas expansivas. Tal alarde que, ante la desaceleración, aplicar una política expansiva más intensa ya no surte ningún efecto contrastable en la economía europea. Los crecimientos siguen desacelerándose, las revisiones se muestran muy a la baja y, con todos los estímulos sobre la mesa, la dinamización del producto interior bruto (PIB) europeo es nulo. Una situación que ha hecho saltar las alarmas en gobiernos como el italiano. Ante la situación, gobiernos como el italiano, viendo como Italia entraba en una recesión técnica tras cosechar dos contracciones seguidas en su PIB, comenzó a utilizar en su discurso, justificando la recesión, las malas prácticas adoptadas por Europa y la incapacidad de aplicar políticas efectivas en el país ante el incumplimiento normativo de los PEC[4] establecidos por la Unión Europea. Discurso que, pese a carecer de sentido por las prácticas concretas que se desean aplicar, ha surtido efecto en una población que ya acusa a la Unión Europea de impedir el crecimiento económico en el país. Una situación que, como hacíamos mención al comenzar el artículo, está provocando que el auge de euroescépticos en el país italiano continúe creciendo, atiendo a discursos proteccionistas y nacionalistas, donde la cooperación y la globalización no tienen cabida. Una muy triste noticia, pues si atendemos a los fenómenos económicos que más aporte realizan al agregado del crecimiento del PIB mundial, podemos observar como el comercio internacional y las reiterantes transacciones entre países es uno de esos fenómenos que más oxígeno aportan.

El comercio internacional, y el crecimiento, en juego: Cerca del 60% del PIB mundial está representado por las transacciones y exportaciones que cosecha la globalización y el libre comercio entre economías. Un gran calado en la economía y que carece de defensa en los discursos nacionalistas. Situación que ha derivado en lo que vemos ahora, donde las dos principales economías que lideran el planeta se encuentran inmersas en una guerra comercial; el Reino Unido lucha por romper sus tratados con la Unión Europea; mientras que Italia sigue buscando adeptos para acabar con ese yugo comunitario que les impide incrementar los niveles de deuda pública por encima de ese elevado 140% sobre el PIB que presenta en estos momentos. De acuerdo con los propios informes realizados por la Organización Mundial del Comercio (OMC), el comercio global está sufriendo una de las mayores ralentizaciones[5] de la historia. Un fenómeno como el comercio, el cual no ha dejado de crecer de forma interanual con el paso de los años, ahora, ante la situación que vive el planeta, se deteriora con el paso de los meses. Las previsiones en cuanto a comercio son bastante negativas y, desde los principales organismos multilaterales, ya avisan de que esta situación no es beneficiosa para la economía. Recordemos que, como se ha dicho, el comercio es uno de los principales agregados al crecimiento de la economía. Estancar el comercio como han hecho los discursos proteccionistas y nacionalistas está derivando en una fuerte caída de la demanda externa, la cual ha acabado con los crecimientos en muchas economías dependientes del sector exterior para crecer. La caída en las exportaciones ha hecho que economías como Alemania acaben rozando la recesión o mostrando crecimientos nulos, mientras que otras como los Estados Unidos, lastren sus previsiones de crecimiento casi un punto porcentual. La economía se ha paralizado, principalmente por ese parón que vive el comercio. Mientras que la OMC pronosticaba un crecimiento del comercio que rondaba el 2,6% a principios de año, la situación ha obligado al organismo supervisor a moderar esas previsiones hasta situar los niveles en el 1,2%. Esta fuerte caída se origina por las tensiones que viven los mercados internacionales, a falta de esclarecer el desenlace del mayor shock que vive la economía en estos momentos, la guerra comercial. Una guerra comercial en la que, pese a haberse anunciado en numerosas ocasiones el desenlace, sigue sin producirse un acuerdo.

Y es que, en un discurso como el del Presidente Trump, donde la cooperación internacional y el libre comercio tienen poca cabida, las relaciones bilaterales entre ambas economías siguen deteriorándose, surgiendo nuevas tensiones continuamente que impiden el que se consolide dicho acuerdo. Una situación que sigue lastrando las economías, ante la imposibilidad de operar en unos mercados que presentan un alto grado de anomalía. Desde la OMC califican esta situación como desalentadora, pues solo se están aplicando trabas al crecimiento por intereses nacionalistas que solo tratan de obstaculizar el progreso. Podemos reconocer que la cooperación internacional posee muchos fallos y que estos deben ser corregidos. Sin embargo, los discursos de determinados gobiernos tratan de fracturar la cooperación, en lugar de buscar una solución. No podemos ir en contra del progreso, aunque existan desacuerdos que puedan solucionarse con el diálogo. Vivimos en un mundo globalizado y el avance que eso ha supuesto a la economía está en claro peligro por los conflictos de intereses. Debemos pensar más en un marco comunitario y abogar por los desarrollos inclusivos; pues, de seguir así, solo seguiremos agitando una incertidumbre que acecha de forma severa a la economía y al progreso.


[1] https://economipedia.com/actual/la-fractura-de-la-economia-mundial-limita-el-crecimiento.html

[2] Movimiento político y social que se basa en el rechazo, en mayor o menor medida, de la Unión Europea por parte de los ciudadanos europeos

[3] Response o respuesta rápida (códigos de barra de dos dimensiones que permiten acceder a datos.)

[4] Programa escuela de calidad.

[5] Ralentización significa que la economía ha dejado de crecer al ritmo que lo hacía previamente, lo cual tiene su reflejo en un aumento del desempleo, un incremento de la deuda pública, una disminución del PIB real y un descenso de la inversión entre otros muchos  actores.

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