En el sistema de salud en Argentina, las unidades de terapia intensiva fueron reforzadas por los Hospitales Modulares de Emergencia, una iniciativa que suplió las necesidades de los pacientes frente al Covid-19. En la actualidad ¿Cómo está el sistema sanitario y cómo se ve en el futuro?

Por: Flavia Campeis y Jorgelina Tomasin, Rosario, Argentina. / Tu Barco Latino

Muertes inesperadas, pérdidas de seres queridos, secuelas físicas, en la salud mental y en el plano económico, son algunas de las principales consecuencias de la pandemia de COVID-19 que trastocó los paradigmas en todo el mundo y que aún hoy tiene efectos en la sociedad.

La pandemia ha reconfigurado tanto el modo de vincularnos como el sistema de salud, desde su paso se comenzaron a plantear nuevos interrogantes e incertidumbres.

¿Cuál es la verdadera magnitud del impacto de la pandemia en los sistemas de salud mundiales? y desde Argentina, ¿Cuál es la actualidad y cómo se ve el futuro sanitario después de los picos más altos de contagios?

Para acercarnos a estos interrogantes y comprender el presente, nos adentramos en el trabajo del tercer nivel de complejidad en la salud en Argentina, en particular en el sector de terapia intensiva, el área que más atención requirió para intentar salvar la vida de miles de personas. 

Lugares donde la muerte apareció sin explicación, muchas veces en pacientes jóvenes, víctimas de una pandemia sin precedentes.

La terapia intensiva, el lugar clave de la salud en Argentina

Las unidades de terapias intensivas fueron el lugar decisivo, donde la vida y la muerte estaban al límite, donde llegaron a morir el 50 por ciento de las personas que ingresaban con Covid-19.

Nicolás Rocchetti tiene 36 años, al inicio de la pandemia tenía 34 y debió afrontar los momentos más importantes de su carrera profesional y de su vida, coordinando el equipo de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, uno de los efectores de salud más grandes de la provincia de Santa Fe, ubicado en el gran Rosario, Argentina.

Dr. Nicolás Rocchetti, coordinador de la unidad de cuidados intensivos. Foto: Jorgelina Tomasin.

Los Hospitales Modulares de Emergencia en la salud de Argentina

Para hacer frente a la pandemia, el sistema de salud argentino aumentó en más del 40 por ciento la disponibilidad de unidades de terapia intensiva lo cual implicó sumar camas, personal capacitado y equipamiento para brindar atención a los pacientes críticos, según informa el Ministerio de Salud de Nación.

Esto implicó que desde el Ministerio de Obras Públicas de Nación se construyeran 12 Hospitales Modulares de Emergencia (HME) en distintas jurisdicciones, hospitales de rápida construcción que fueron ubicados en Buenos Aires en los Municipios de Almirante Brown, Florencio Varela, Gral. Rodríguez, Hurlingham, Lomas de Zamora, Moreno, Quilmes, Tres de Febrero, Mar del Plata y en Resistencia (Chaco), Córdoba capital y Granadero Baigorria (Santa Fe).

A esta última ciudad llegamos para entrevistar a Nicolás Rocchetti, médico especialista en clínica médica y terapia intensiva que lleva más de 11 años de trabajo en ese lugar y actualmente es coordinador de la Unidad de Cuidados Intensivos.

Un hospital con historia

La población que abarca el Hospital Eva Perón es de 150 mil personas. Es un hospital dependiente del Ministerio de Salud de la Provincia de Santa Fe, correspondiente al tercer nivel de complejidad, allí también se realizan prácticas docentes, por lo que es un hospital-escuela.

Frente del Hospital-escuela Eva Perón, construido en la década del 50. Foto: Jorgelina Tomasin.

Pertenece a la zona del Gran Rosario, ubicado en pleno cordón industrial del polo agroexportador más importante de la Argentina.

Es un hospital de autogestión, lo que significa que se pueden atender pacientes con cobertura de obra social, pero fundamentalmente se hace hincapié en la atención de aquellas personas sin cobertura prepaga.

Se trata de un hospital emblemático para la región, fue proyectado dentro del Segundo Plan Quinquenal del gobierno de Juan Domingo Perón y construido a principios de la década de 1950.

Con la llegada del COVID-19, el hospital ya era una referencia en la región y se consolidó como un un efector de salud fundamental.

Frente del Hospital-escuela Eva Perón, construido en la década del 50. Foto: Jorgelina Tomasin.

Nicolás Rocchetti recuerda: “Lo que nos pasó acá en el hospital es algo que pasó en el resto de la provincia, el resto de la Argentina y podríamos decir en el mundo, los sistemas sanitarios no estaban preparados para el estrés al cual se enfrentaron en la pandemia y la catástrofe sanitaria que representó esto implicó un conjunto de adaptaciones desde el recurso humano fundamentalmente como protagonista y la adaptación de todos los recursos electromédicos, insumos, etcétera, para abastecer esa demanda».

Para Nicolás, los sistemas de salud en Argentina se han «estresado considerablemente», pero a pesar de eso, en el hospital donde trabajó durante la pandemia, y donde trabaja actualmente, pudieron dar respuesta a la necesidad de atención de la región y la provincia, atendiendo casos por Covid-19, pero también otras patologías. 

Frente del Hospital-escuela Eva Perón, instalado sobre la ruta nacional N° 11. Foto: Jorgelina Tomasin.

Hospital Modular del Eva Perón

El Hospital Eva Perón fue elegido como Centro COVID por el Ministerio de Salud de Nación, al lado del edificio histórico se creó un hospital modular exclusivo para pacientes Covid, con 24 camas de terapia intensiva nuevas y 60 camas para clínica Covid-19.

Hospital Modular en red N° 3 de Granadero Baigorria. Foto: Jorgelina Tomasin.

 “Fueron momentos de gran incertidumbre, no sabíamos con qué nos íbamos a enfrentar, pero hemos tenido el orgullo de poder decir que hemos atendido más de mil pacientes críticos y casi 2.500 pacientes no críticos de COVID”, recuerda Rocchetti.

Sobre esto, el director médico del Hospital, el doctor Tomás Diez, también se enorgullece y agrega:

“Uno de los orgullos más grandes nuestros es que no hubo un paciente que quedó sin atención. Todo paciente que llegó fue atendido con o sin Covid. Todos fueron atendidos como corresponde, con equipos multidisciplinarios, con especialistas, kinesiólogos respiratorios y todo el soporte que se necesita”.

Los refuerzos

En Argentina, se decretó el aislamiento social, preventivo y obligatorio el 20 de marzo de 2020. Desde esa fecha y durante los meses en los que se mantuvo a la población con medidas estrictas de cuidados y distanciamiento, el Gobierno implementó una batería de medidas a lo largo de todo el país.

Según un informe del Ministerio de Salud, se invirtieron 2.907 millones de pesos para la construcción y el equipamiento completo de unidades sanitarias equipadas con un total de 840 camas de terapia e internación, 276 respiradores y 24 ventiladores de transporte con monitores multiparamétricos, ecógrafos portátiles, electrocardiógrafos y equipos de rayos X, entre otros.

Estos 12 nuevos hospitales fueron construidos con el objetivo de que quedaran para ser utilizados en cada comunidad, aún después de la pandemia dentro del sistema de salud en Argentina.

Una de estas unidades es el Hospital Modular No.3 de Baigorria

Hospital Modular en red N° 3 de Granadero Baigorria. Foto: Jorgelina Tomasin.
Exterior del hospital modular N° 3 de cuidados intensivos. Foto: Jorgelina Tomasin.
Conexión con el hospital modular. Foto: Jorgelina Tomasin.

“Uno cuando habla de hospitales modulares piensa en estructuras muy estilo de campamentos y esto no fue así. Esto fue una construcción bien formada, con estructuras livianas y con un flujo de presiones de aire que hacía que tuviéramos todas las garantías de seguridad para no contagiarnos», afirma el Director Tomás Diez. 

El Hospital Modular durante la pandemia fue un lugar seguro para el personal de salud, Tomás afirma que la gran mayoría de los contagios en el personal de salud y servicios generales del recinto fueron fuera del Hospital. 

Las secuelas en los trabajadores de la salud en Argentina

Al consultarle sobre cómo se vivió el día a día dentro de la unidad de cuidados intensivos, Nicolás Rocchetti recuerda: “La ocupación de las camas estaba casi permanentemente al 100%, es decir teníamos todos los días a toda hora, todas las camas ocupadas. Eso supone un mayor estrés al sistema y por lo tanto a todo el equipo de salud, porque trabajamos con capacidad máxima.

Además narra que como en esa época la mayoría de los pacientes eran casos de Covid-19, «la demanda de trabajo que requieren estos pacientes al estar con coma farmacológico, con respirador y demás, sumado a todo el equipo de protección personal, a los miedos propios de contagiarse, de llevar el virus a la casa, contagiar a la familia y en una patología que lamentablemente tiene una alta mortalidad en pacientes críticos, creo que fueron un un cóctel de cosas que generaron un terrible impacto en la salud física y mental de todo el equipo de salud”. 

«Fueron momento muy angustiantes»

Por su parte, el doctor Diez agrega: “Fueron momentos muy angustiantes, yo recuerdo casos en que en la misma sala y al mismo momento estaba internado un nieto, el padre y el abuelo, tres generaciones de la familia. También se superó la capacidad de la morgue, tuvimos que contratar un conteiner con las características adecuadas con refrigeración para poder dejar los pacientes que fallecían ahí, eso era muy impactante”. 

Tomás Diez, director médico del Hospital Eva Perón de Granadero Baigorria, en el cordón industrial de Santa Fe, Argentina. Foto: Jorgelina Tomasin.

Mientras los datos estadísticos a nivel mundial se seguían minuto a minuto, las víctimas fatales que se cobraba la pandemia del COVID-19 en las unidades de cuidados intensivos aumentaban.

En esa línea de fuego, miles de trabajadores hacían lo posible para salvar esas vidas ajenas. En primera persona, lo recuerda Nicolás: “Verdaderamente los días eran muy estresantes y en lo personal me generó múltiples problemas y era muy común, que todos empezáramos a tener problemas para dormir, problemas familiares, para relacionarnos, un montón de efectos negativos que tuvo este sector de la atención médica”.

Tomás Diez, director médico del Hospital Eva Perón y el doctor Nicolás Rocchetti, coordinador de la unidad de cuidados intensivos. Foto: Jorgelina Tomasin.

Sin duda, el foco en la salud mental de estos trabajadores fue decisiva, “el contacto constante con la muerte es un punto que tiene un impacto psíquico terrible. El equipo de Salud Mental del Hospital fue muy importante porque si bien nosotros siempre tratamos de trabajar en equipo y de manera interdisciplinar, los lazos en este contexto se fortalecieron considerablemente con todo el equipo de salud mental”, relata Rocchetti. 

“Han sido varios daños colaterales que nos ha generado la pandemia, más allá obviamente del daño que ha generado en los pacientes que han tenido COVID, sus secuelas y obviamente los que han fallecido por esto, sus familiares, en los pacientes que quedan con secuelas post COVID, todo el equipo de salud, creo que el daño a nivel psíquico probablemente fue irreparable y nos va a marcar en el resto de nuestra vida y nuestra carrera como profesionales de la salud”, reflexiona el coordinador médico.

Otros efectos colaterales

Posteriormente a la pandemia, el Director del Hospital Eva Perón asegura que se vieron afectadas otras patologías por no ser atendidas durante todo ese tiempo.

“Se incrementó muchísimo la ocupación de camas de maternidad, no entendíamos el porqué y era que durante la pandemia no hubo controles maternos fetales, por eso todas esas madres embarazadas que no tuvieron control, tuvieron un montón de bebés prematuros, nos preguntábamos por qué había tanta ocupación en la neonatología y esa era una de las cuestiones”, comenta.

Pasillos del Hospital Eva Perón. Foto: Jorgelina Tomasin.

Nicolás Rocchetti reforzó esta idea: “los efectos colaterales de la pandemia fueron la postergación de enfermedades crónicas tanto relacionadas con la salud mental como enfermedades crónicas no transmisibles como la hipertensión, la diabetes, los embarazos, los pacientes oncológicos, los inmunodeprimidos, los pacientes que necesita una cirugía electiva, son todas postergaciones y creo que fueron resultados colaterales de la pandemia, que los estamos viendo ahora y que probablemente estudios posteriores van a demostrar con evidencia el impacto en la salud pública de todas estas patologías”.

Diez ahondó: “el personal de salud quedó desgastado, de hecho muchos profesionales terapistas dejaron de practicar la terapia intensiva y han pasado a otra subespecialidades o han tratado de hacer una práctica médica sin la tensión que es la terapia”.

Tercer nivel versus el primer nivel

Si bien el tercer nivel de complejidad, como el Hospital Eva Perón, sintió los efectos de la pandemia en el desgaste de sus trabajadores y en dejar de atender otros casos, a nivel edilicio las camas y los equipamientos aumentaron dentro del sistema de salud en Argentina. En comparación con esta situación, a pocos kilómetros, otra fue la realidad en el primer nivel de atención, en los Centros de Salud de los barrios de Rosario.

María Inés Stapaj, médica generalista del Centro de Salud Débora Ferrandini, ubicado en barrio Ludueña de Rosario expresó: “Nosotros tuvimos, en algunos momentos de la pandemia, que suspender todo tipo de actividades y solo dedicarnos a atender pacientes con COVID-19 y todo lo que tuvo que ver con la vacunación, dejando de lado la mayor parte de los otros problemas de salud».

Para María Inés, esta situación generó desigualdad en el acceso a la salud, pues quienes tenían una obra social, una prepaga o dinero podían acceder a controles, pero quienes no tenían estas posibilidades no podían conseguir atención, pues los centros de salud en Argentina estaban dedicados a hacerle frente al Covid-19.

El refuerzo del modelo biomédico ¿En detrimento de qué?

María Inés Stapaj, con su experiencia de más de una década en el primer nivel de salud, destacó que hubo más inversión en algunos sectores y que otros se vieron afectados: “Con la pandemia se vio muy reforzado todo lo que tiene que ver con el modelo biomédico o sea las terapias intensivas, lo que tiene que ver con lo hegemónico y sobre todo lo “hospitalocéntrico”, es decir, poner más refuerzo en los hospitales, en detrimento del primer nivel que está pensado como estrategia de justicia social, de equidad en salud”.

Según María Inés, el modelo de atención que imperó dentro de la salud en Argentina fue el de “pensar en la enfermedad solo desde el lugar del virus y con una respuesta en intervenciones solamente biológicas, como ser diagnósticos, PCR, test rápidos». 

Lo que para ella representó un error, pues la enfermedad no era solamente el virus, que los pacientes no morían solo por Covid, sino que influían las condiciones de vida y las enfermedades de base, factores que se dejaron de lado y » pasó a ser la enfermedad entendida sólo como la guerra contra el COVID-19”, comenta. 

Esto trajo como consecuencia que “si bien no estuvo al punto de que la gente muriera en sus domicilios, eso pasó en las menores situaciones, sí fue a costa de dejar de atender un montón de otras situaciones, donde ahora estamos viendo las secuelas de eso, como niños que tienen problemas del desarrollo con lo importante que hubiese sido diagnosticar tempranamente», anota Stapaj. 

Muchos niños fueron desatendidos durante la pandemia, disminuyendo la oportunidad de diagnósticos tempranos de patologías crónicas. Foto: Jorgelina Tomasin.

Por su parte, la trabajadora social del mismo Centro de Salud, María Eugenia Di Pato, explica que están intentando volver a una lógica en la que se trabaja antes de la pandemia, en la que la atención que se ofrecía era una de nivel primario, donde los pacientes debían sacar turnos «porque la gente viene con la demanda de que quiere que se lo atienda en el momento», comenta. 

Lea el reportaje sobre el primer nivel de atención de salud en Argentina aquí: Covid-19 en Argentina: los médicos de la primera línea de atención y la vacuna como esperanza.

La pandemia, ¿una oportunidad para el sistema de salud en Argentina?

Como balance tras el paso del trabajo más intenso, el Coordinador de la Terapia Intensiva del Hospital Eva Perón, Nicolás Rocchetti, analiza que él ve algo común en los centros asistenciales, pues en su opinión: 

“La pandemia estresó un sistema de salud que se tuvo que adaptar muy rápidamente a un evento catastrófico como fue la gran demanda de una patología única como el COVID-19, sin relegar las otras patologías. La pandemia desnudó las falencias de los sistemas sanitarios en todo el mundo”. 

El caso de este hospital, funciona como muestra de cómo se han tenido que adaptar los efectores de salud a la enorme demanda de asistencia médica.

Si bien en las últimas semanas no se registraron internaciones de pacientes por Covid-19 dentro del sistema de salud en Argentina, la instalación sanitaria del hospital modular se continua utilizando para la atención de pacientes con otro tipo de patologías, es patrimonio y ejemplo de la salud pública de la región del Cordón Industrial santafesino.

Dr. Nicolás Rocchetti, coordinador de la unidad de cuidados intensivos. Foto: Jorgelina Tomasin.

Como conclusión, Rocchetti remarca que “los hechos negativos de la pandemia tendrían que funcionar como oportunidades para mejorar los sistemas de salud hacia una cobertura universal, que creo que es hacia donde deberían ir los sistemas de salud, para dar una atención mucho más justa equitativa y eficaz”.

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