Por: Rafael Delgado Elvir

La MACCIH se creó como resultado del clamor de los hondureños hartos de tanto robo. No se trataba de un repudio a algo etéreo y difícil de comprender. La gente marchó en las calles y se pronunció con un objetivo muy concreto y bien identificado. Se trataba de un reclamo en contra de las redes de corrupción que habían avanzado en los últimos años hasta secuestrar el país y sus recursos. Con nombres y apellidos, instituciones y empresas claramente identificadas en el monumental robo al país fue surgiendo y aumentando el movimiento social que prosperó en sus intenciones de movilizar al país. Al final resultó que todo eso era un reclamo directo a los poderosos del país, tanto en la política como en los negocios cómplices de esta situación. Sin embargo, había algo muy importante. Era un claro repudio al partido en el poder y la camarilla alrededor de JOH a los que se les reclamó su participación activa en las redes de corrupción que drenan recursos públicos de manera permanente.

El partido en el poder fue expuesto como uno de los más importantes protagonistas del asalto.Como respuesta el gobierno de JOH jugó con varias cartas durante el 2015 tratando de calmar los ánimos y confundir al país. Lamentablemente para nuestro país, el acusado de corrupto tuvo que ir a Washington. Allá firmó un convenio en enero del 2016 con la Secretaría General de la OEA donde se comprometía a parar y a castigar lo que ellos mismos iniciaron y cultivaron durante muchos años; a judicializar toda una trama de operaciones ilegales que tendría que pasar también por las propias que los catapultó al poder. ¡Vaya contradicción! El acusado se comprometió con Almagro a castigarse. Sin embargo, pese a todos esos puntos que auguraban un fracaso de los esfuerzos por combatir la corrupción, la gente y las organizaciones del país le dieron el beneficio de la duda a lo que de allí resultó. Al menos abría las esperanzas para el inicio del primer capítulo en la lucha contra la corrupción en Honduras.

Transcurrido el tiempo no queda duda que no hemos avanzado sustancialmente, que aún los mayores dilapidadores de los recursos del Estado siguen allí; que ha habido desde los espacios que ellos dominan iniciativas exitosas de construir barreras para defenderse. Frente a esa realidad decepcionante ¿por qué tanto miedo a que continúe la MACCIH? Indudablemente que la Misión con todas sus limitaciones y reveses se percibe como una amenaza latente que hasta ahora no ha logrado mucho, pero en alguna coyuntura favorable puede resultar más efectiva en sus tareas de castigar la corrupción y combatir la impunidad. Además la presencia de la Misión mantiene activa en la agenda pública uno de los problemas que más daño hace al país.

¿Por qué las intenciones de reformar su mandato y debilitar sus facultades? Alguien medianamente informado sobre las cosas que han ocurrido en Honduras, ¿podrá creerle a Ebal Díaz que han emprendido un diálogo con la OEA para darle mayor contundencia y mayores resultados al combate a la corrupción en el gobierno? Indudablemente que si la Misión despliega todos sus mecanismos estipulados en el convenio de avanzar en la prevención y combate a la corrupción, en la reforma de la justicia penal y en la reforma político-electoral, puede hacerle mucho daño a los que gobiernan y a todos los que han asaltado el erario. Por lo anterior, los sectores amenazados ven la necesidad de una lucha contra la corrupción a su medida, a su gusto y en función de sus intereses políticos. Indudablemente que los intereses de la camarilla que gobierna no coinciden con la de la mayoría de los ciudadanos, de allí sus continuos esfuerzos por diluir aún más los mecanismos por desenmascarar a los que han asaltado este país.

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