Radio Progreso
Las recientes semanas de cierre y comienzo de año hemos presenciado la violencia contra campesinos y campesinas del Aguán, muchos de ellos con documentos originales sobre la propiedad de la tierra. Los desalojos han dejado heridos y muertos, una sangre que se suma al reguero que ha dejado la crisis agraria en la región.
Los nuevos desalojos llaman la atención no solo por las denuncias de ilegalidad mientras la Corte Supresa de Justicia estaba de vacaciones. También porque las acciones se realizaron cuando queda menos de un mes de que asuma la nueva administración pública.
Los desalojos dejan la impresión que buscan dos cosas: por un lado, justificar y mantener la militarización de la que es objeto el territorio del Aguán desde 2010, cuando se hizo el mayor despliegue militar en la región. Son doce años de protección a los abusos y las ilegalidades de los terratenientes.
Y por otro, los desalojos tienen el propósito de mandarle un mensaje a la presidenta Xiomara Castro Sarmiento que el problema del Aguán son los campesinos violentos, como lo hace uno de medios escritos de cobertura nacional, quien ha gastado mucha tinta poniendo a los empresarios como víctimas y a los campesinos como criminales. En ese mismo tono se pronunció el presidente de la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Honduras.
Aprovechamos los nuevos desalojos para recordar que en el Aguán persiste un conflicto agrario añejo, heredado de la implementación de la Ley de modernización y desarrollo del sector agrícola, por tanto, es un conflicto agrario que requiere una respuesta agraria.
Saludamos la reunión de la comisión de transición con las organizaciones campesinas del país, exhortamos a la nueva administración pública a fortalecer el Instituto Nacional Agrario, dotarlo de los recursos necesarios, y con ello convocar a todos los sectores involucrados a buscar los acuerdos que pongan fin al tema agrario y al reguero de sangre en la región. Un acuerdo indispensable es la desmilitarización de la región, porque ellos no solo profundizan el conflicto, también amenazan la estabilidad y la vida la gente.