Por Ivette  Munguía Argeñal para CONNECTAS

Después de casi 40 años continuos de historia en Nicaragua, El Nuevo Diario publicó el pasado viernes 27 de septiembre la suspensión de su edición impresa. Una decisión que no se había tomado ni en la guerra civil que vivió este país en los años 80, ni en los duros retos de la transición a la democracia. Un editorial, que circuló  a la medianoche en la edición digital, informó al público en general que la decisión ocurre por dificultades “económicas, técnicas y logísticas que hacen insostenible su funcionamiento”.

Casi con las mismas palabras, el diario Metro, asociado del primero, anunció también la suspensión y se despidió de los lectores con un agradecimiento. La medida ocurre nueve meses después de que ellos mismos, el segundo de mayor circulación nacional, cerró también su periódico popular Qhubo. La razón: la asfixia a los principales medios impresos del país impuesta por la Dirección General de Aduanas que retiene el papel, la tinta y otros insumos desde hace más de un año.  La Prensa, el decano del periodismo nacional con sus 93 años de existencia, es la otra víctima notable de este tipo de control.

Fundado en mayo de 1980 por ex trabajadores de La Prensa que se identificaron con la revolución sandinista, El Nuevo Diario desde diciembre del año pasado había dejado de circular los fines de semana para alargar su existencia. Igual redujo su paginaje entre semana. El nueve de julio pasado, la DGA sorpresivamente les entregó 9.6 toneladas de papel, el 20 por ciento del material retenido desde el año pasado. Además 15 barriles de tinta, 6,000 planchas y un cargamento de químicos necesarios para la impresión del rotativo. Sin embargo no fue suficiente y, en medio de la crisis política que vive desde abril del año pasado, fue anunciada la suspensión de la impresión. 

“Estamos conscientes de la importancia de El Nuevo Diario como medio de comunicación clave en la cobertura periodística de varias etapas relevantes en la historia reciente de Nicaragua, desde su fundación”, se lee en el editorial que marca el final de esta etapa en el periódico que se había trasladado en fechas recientes al sector sur de Managua a las instalaciones donde tiene su rotativa para ahorrar recursos.

El Nuevo Diario publicó un editorial confirmando la suspensión de sus publicaciones y agradeciendo a sus lectores. Cortesía: El Nuevo Diario

Bajo el gobierno de Ortega, cuestionado por su autoritarismo y señalado de violaciones a derechos humanos, el diario La Prensa se encuentra bajo amenaza: su edición es de cuatro páginas cuando en sus mejores tiempos, en administraciones anteriores a la actual, llegó a circular con 96 hojas e incluso 108. 

La decisión gubernamental del bloqueo a los medios impresos no ha sido explicada por autoridad alguna. CONNECTAS, la plataforma líder en promover el periodismo colaborativo en la región,  llamó a la oficina de Aduanas, dirigida por Eddy Medrano Soto, pero no ha respondido la solicitud de una entrevista. 

Eduardo Enríquez, editor principal de La Prensa, explicó en agosto pasado que para afrontar las medidas de Aduanas en el último año el diario realizó cuatro reducciones en su edición impresa, despidos de personal, disminución de gastos administrativos y centraron sus esfuerzos en fortalecer su edición digital. Sin embargo, el tiraje sigue siendo el mismo “a pesar que circulamos con menos páginas”, una situación de la que interpreta que “la gente quiere seguir leyendo el periódico y encuentra que la información que le servimos es útil y que vale la pena aunque sea de una manera reducida”.

El pasado cinco de agosto, la escritora Gioconda Belli, una de las más reconocidas autoras nicaraguenses en lengua española, traducida a más de 14 idiomas, se lamentaba, a través de su cuenta de Twitter, de que a su casa no había llegado este periódico, lo que trastocaba su rutina diaria. “Aunque fueran cuatro páginas, las leía con el café todos los días”, escribió en referencia a la reducción del paginaje de La Prensa. “No puedo imaginar que este Gobierno mate por inanición a este diario, compañero de mis mañanas. ¡Qué tragedia la de este país!”, se quejó la poeta.

Belli representa en el país a PEN Internacional, la asociación mundial de escritores que expresó, al conocerse la noticia de El Nuevo Diario, su “consternación” y llamó al gobierno de Ortega a detener la campaña de acoso, intimidación y agresiones contra los medios independientes, aquellos que siguen cuestionando el poder político y no se encuentran bajo el control del gobierno, a quienes la vicepresidenta Rosario Murillo llama “medios sandinistas”. 

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ha condenado la retención de papel a los medios de comunicación en Nicaragua y ha reclamado su devolución en junio pasado. Durante su última visita a Nicaragua, el pasado 12 de julio, la SIP instó al Gobierno a terminar con estas “medidas de censura indirecta” en contra de los medios de comunicación. 

La situación de la libertad de expresión en Nicaragua es valorada como “uno de los episodios más graves en la región”, según declaró en enero pasado al rotativo La Prensa, Edison Lanza, relator especial de la libertad de expresión de la Organización de Estados Americanos (OEA).

La historia de oposición de La Prensa al político sandinista data desde antes que Ortega retomara el poder en enero de 2007. El diario criticó sus posturas antidemocráticas desde los ochenta, cuando el actual presidente era el coordinador de la junta de reconstrucción, un órgano formado tras la caída de Somoza. Siguió siendo crítico durante su primera administración entre 1984 y 1990 y en sus años posteriores.  El cierre del diario parece inminente si se ve la bodega, ubicada a metros de la rotativa, donde antes rebosaba de papel y hoy solo se ven unas cuantas bobinas.

Simpatizantes sandinistas atacan la bandera de La Prensa/ 14 de febrero de 1981/ Crédito: Cortesía de La Prensa

La asfixia a los medios contrasta con el discurso gubernamental que enaltece la libertad de expresión. En 2011, cuando era candidato presidencial, Ortega se comprometió a respetar la libertad de expresión al suscribir la declaración de Chapultepec. En el poder, el político sandinista ha atacado todo lo que ha concebido como crítica, sin distinguir entre medios y redes sociales. 

En marzo de 2018, en un intento por controlar las redes sociales precisamente, la vicepresidenta Rosario Murillo, esposa del mandatario, dijo que las mismas estaban influenciando negativamente a los nicaragüenses. Su bancada entonces propuso una consulta legislativa supuestamente para encontrar una manera de evitar la propagación de “noticias falsas”.

El 18 de agosto pasado, Ortega sostuvo que existe una absoluta libertad de expresión y religiosa en Nicaragua contra lo que dicen sus críticos. La familia del gobernante tiene un rol protagónico en este sector. Controla un grupo de  medios de comunicación desde donde publican propaganda que circula a nivel nacional y que incluye radios y cuatro televisoras, algunas de ellas dirigidas por hijos del mandatario. 

Cristiana Chamorro, directora de la Fundación Violeta Barrios de Chamorro y vicepresidente de la junta directiva de La Prensa, explicó a NICARAGUA.CONNECTAS.ORG, un espacio para contar el país centroamericano a Latinoamérica, que “cuando se cierran medios de comunicación, cuando se reduce la información vos te sentís desamparado, te  sentís como que te están quitando el aire, te están quitando el conocimiento, te están quitando tu derecho a saber”.

La situación que ha estado viviendo el país desde abril del año pasado, cuando iniciaron las protestas contra el gobierno, ha sido difícil para los periodistas y los medios. Según un monitoreo de la Fundación Violeta Barrios, se han registrado al menos 1.080 casos de violaciones a la libertad de prensa entre abril de 2018 y 2019, el asesinato del periodista Ángel Gahona, el encarcelamiento de dos periodistas y también se ha dado la confiscación de las instalaciones del diario digital Confidencial y la televisora 100% Noticias. Fue así que apresaron a los periodistas Miguel Mora y Lucía Pineda bajo acusaciones de incitación al odio. Ellos fueron liberados en junio tras seis meses de presidio.

Mientras en el mundo entero los impresos viven duros momentos de sostenibilidad para sus ediciones con la llegada de la Era Digital, en el caso de Nicaragua, la prolongada agonía de la edición impresa de los periódicos también ha representado un aumento en los costos de producción. Enríquez precisa que en el caso de La Prensa ya “se ha acabado el papel periódico” y la empresa decidió utilizar otro tipo de papel para imprimir el diario, “pero es mucho más caro, lo que implica que hay mucho más costos de producción”. Sin embargo, esta ha sido la única manera que les ha permitido continuar circulando, según el editor.

Enríquez afirma que el diario “va usar hasta el último pedacito de papel que tengamos disponible” para continuar imprimiendo. “Calculamos que eso puede durar todavía varios meses. Es más costoso pero yo creo que podríamos terminar el año” con las reservas existentes.

Desde el 10 de septiembre de 2018, Aduanas mantiene retenidas 92 toneladas de papel a La Prensa, tinta, planchas, y repuestos para la imprenta. Estos materiales están valorados en 180.000 dólares y permanecen en un almacén fiscal desde esa fecha. En noviembre de ese mismo año, el diario apeló ante el Tribunal Aduanero y Tributario Administrativo (TATA) que dio lugar a la queja, pero hasta ahora no entregan la mercadería.

Enríquez señala que el Gobierno “no ha dado ningún argumento” sobre la retención de la materia prima. Trabajadores del rotativo se han acercado en múltiples ocasiones a la DGA para tratar de recuperar los materiales y lo único que les contestan los funcionarios “es que no tienen instrucciones para hacerlo, lo cual es un absurdo porque todos los requisitos se han llenado”.

En varias publicaciones, La Prensa ha asegurado que mientras la materia prima no sea entregada por las autoridades de aduanas, no se realizarán nuevas importaciones, ya que hasta ahora ni con el pago de los impuestos, que por ley deben ser exonerados, se ha logrado recuperar los materiales. Actualmente el temor de La Prensa es que los insumos puedan vencerse o dañarse por estar en las bodegas estatales.

Róger Lagos, responsable de compras de esta empresa, explicó en abril pasado en una nota publicada por el rotativo: “Lo que más nos preocupa es el papel, por ser un material más sensible en su almacenamiento: aunque los almacenes puedan fumigar y mantener sus medidas de higiene, el papel puede contaminarse con polillas, plagas, servir de nido de ratas o dañarse con la humedad… Puede ser que una vez que salga (la materia prima) no todo el papel nos sea útil”.

Enríquez considera que la razón del bloqueo aduanero en contra de La Prensa es porque su línea editorial se caracteriza por defender “principios democráticos” y eso no es bien visto por el Gobierno que “a partir de 2018 dejó de ser autoritario y pasó a ser una dictadura sanguinaria”. 

Según las cifras de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), de la que una misión vino al país a investigar las denuncias, la represión a los manifestantes causó el asesinato de 328 personas, más de 2.000 heridos y más de 60.000 exiliados, entre ellos unos 68 periodistas. Asimismo centenares de presos políticos que sumaron más de 700 hasta que, por la presión internacional, el gobierno liberó a una gran parte en junio pasado. Quedaron al menos 120 en las cárceles.  El ejecutivo ha negado la represión y ha dicho que fue víctima de un golpe de Estado. Todo lo que se publica en sentido contrario es descrito por funcionarios como “noticias falsas”.

Cristiana Chamorro, señala que el bloqueo aduanero contra el diario y también contra El Nuevo Diario es otro ejemplo de esas agresiones gubernamentales. “Aquí hacer periodismo es saber que tu vida está en peligro, es saber que sí, que estás cumpliendo una misión de alto riesgo”, explica. Para ella, el gobierno de Ortega al referirse criminaliza el ejercicio del periodismo en Nicaragua. 

Chamorro advierte que actualmente en Nicaragua hay “un nivel de represión tan alto, que nadie se puede manifestar” y de alguna manera los medios de comunicación, pese a las limitaciones, se han convertido “en el último reducto de libertad” en este país. El periodismo independiente “se mantiene siempre en la primera fila informando… no los han podido callar”. 

Al conocerse el cierre de El Nuevo Diario, Chamorro calificó el día como de “duelo nacional” y llamó dictadura a la administración de Ortega. “Nuestra solidaridad con todos sus trabajadores ahora en desempleo. Y como dijo Pedro Joaquín Chamorro, director asesinado de La Prensa en 1978: “Sin libertad de prensa no hay libertad””, sostuvo.

Editorial La Prensa S.A dejó clara su protesta contra el gobierno de Ortega por el bloqueo del papel y los otros insumos desde enero pasado. El 18 de enero de 2019, cuando se cumplían 20 semanas de retención de los mismos, el diario publicó una portada en blanco solo con la pregunta: “¿se ha imaginado vivir sin información?”.

El diario La Prensa denunció que, por las presiones de Aduanas durante el gobierno de Daniel Ortega, se podían quedar sin papel. Crédito: Tomado de las redes sociales

La pregunta estaba dirigida a la ciudadanía nicaragüense, cuya libertad de expresión y libertad de información “enfrentan el asedio de la dictadura”, explicó el diario en un editorial. La portada en blanco le dio la vuelta al mundo y generó un debate sobre la importancia de la libertad de expresión y la libertad de prensa como ejes transversales para la democracia.  Decenas de lectores tomaron el diario y llenaron la página con sus propios titulares, algunos de los cuales eran consignas de la lucha contra Somoza. Así, le dijeron a Ortega: “¡qué se rinda tu madre!”, por ejemplo y las publicaron en sus cuentas en redes sociales.

El compromiso de los reporteros de La Prensa con sus lectores, al dar cobertura a las protestas ciudadanas, fue reconocido el siete de agosto de 2019. La SIP otorgó el Premio a la Excelencia Periodística 2019, en la categoría de Noticias por Internet y la calificó como “valiente y exhaustiva”. El periódico informó, a través de videos, fotografías, tuits, textos, que los periodistas enviaban desde el lugar de los hechos, la mayoría de veces en riesgo para sus propias vidas.

La reportera Leonor Álvarez, de la sección de política de La Prensa y una de quienes cubrió la protesta en las calles, explicó que tenía miedo, adrenalina y unas ganas de que todos supieran lo que estaba ocurriendo en el país centroamericano. Álvarez dijo que ella estaba consciente de que estaba haciendo un trabajo, pero igual en esa situación adversa no podía controlar sus emociones. “Siempre me pongo a temblar cuando estoy en medio de los estallidos y los policías rodeándonos”, recordó.

En medio de la crisis de los medios impresos, la dirección ha rebautizado como la “República Digital”,  recordando que en los años de la censura de Somoza su director Pablo Antonio Cuadra lo llamó la República de Papel. Es un legado que defienden definiéndose como una mesa redonda de opiniones libres, en diálogo permanente, con libertad de crítica y de iniciativas. Mientras tanto, el país centroamericano resiente la pérdida de El Nuevo Diario.


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