(Por Filiberto Guevara Juárez) El título del presente artículo corresponde al libro que con el mismo título publicaron en el año 2012, Daron Acemoglu y James A. Robinson; profesores de Economía Política del Instituto Tecnológico de Massachusetts y de la Universidad de Harvard, respectivamente. El cual ha recibido comentarios muy positivos por distintos premios Nobel de Economía de los últimos años. Ellos investigaron durante quince años, la validez de las distintas hipótesis en que se basan las distintas teorías, que tratan de explicar por qué algunos países fracasan en su desarrollo socioeconómico, y por qué, otros no. Y, a la vez, investigan y analizan los orígenes del poder, la prosperidad y la pobreza.

En su obra dejan muy claro que hipótesis tales como: Hipótesis Geográfica, Hipótesis de la Cultura, y la Hipótesis de la Ignorancia; no explican satisfactoriamente, el éxito o fracaso de los países en todos los continentes del globo terráqueo. También, al analizar el estado de la cuestión, estudiaron aspectos tales como: antecedentes históricos en el surgimiento como países independientes, coyunturas históricas, políticas y económicas, como el descubrimiento de América, revolución francesa, revolución estadounidense, y la gloriosa revolución política de Inglaterra, con su consecuente revolución industrial, producto de la innovación tecnológica en su tiempo.

También toman en cuenta la riqueza natural de los países, clima, raza y, hasta el aspecto religioso. En cambio, proponen su novedosa teoría Institucional; que sí logra tener validez generalizada en los distintos países. Concluyen pues, que la principal causa de que los países fracasen, se debe a que sus instituciones políticas y económicas son de carácter de extractivas y, no inclusivas; Es decir, que dichas instituciones favorecen la extracción de la renta del Estado, para beneficio de una pequeña élite corrupta y excesivamente egoísta. Todo esto, en detrimento del resto de la población de un país.

Es más, históricamente, en forma sinérgica se establece un círculo vicioso que refuerza la persistencia de dichas instituciones extractivas, que prácticamente condenan a la más vil miseria, la vida de todas aquellas personas que viven atrapadas bajo regímenes corruptos y autoritarios; independientemente de la ideología política imperante en el país. En cambio, países que han desarrollado instituciones políticas y económicas inclusivas, refuerzan un círculo virtuoso, que hace posible el desarrollo socioeconómico de un país; en libertad y democracia, con auténtica representatividad pluralista de todos los sectores de la sociedad; Principalmente cuando el poder político y económico no se concentra en pocas manos; posibilitando cada vez el acceso a una Democracia Participativa.

Llama mucho la atención, que el enfoque lo hacen desde la perspectiva del liberalismo en lo político y en lo económico; sin descuidar el aspecto de la justicia distributiva de la riqueza, a la cual aspiran los socialistas. Todo dentro del marco de una economía social de libre mercado, competencia, e igualdad de oportunidades que hagan posible el florecimiento del talento individual, en libertad y democracia plena en lo político, y en lo económico. Lógicamente, proponen que debe ponérsele un alto a la corrupción administrativa mediante el respeto a la ley y el orden, en un auténtico estado de derecho, donde todos los ciudadanos reciban igual y justo trato ante la ley.

Con esto refuerzan el paradigma de que la principal razón de ser y de la existencia de un Estado, es hacer posible la relación de justicia entre sus ciudadanos, mediante instituciones de Derecho Público, lo suficientemente fuerte para evitar la anarquía y que a la vez; hagan posible, el orden y el imperio de la ley en todo el territorio nacional. Dan a entender, que todo gobierno apoyado por su población debe ser lo suficientemente fuerte para ejercer control sobre todo el territorio nacional, si se pretende desarrollar socioeconómicamente a todo un país. Así pues, la centralización política de la autoridad del gobierno, es fundamental para que los países no fracasen.

De lo contrario, sucederá lo que actualmente pasa en países de África subsahariana como Zimbabue, Somalia y Sierra Leona, donde múltiples facciones de grupo de poder, controlan la economía o partes del territorio nacional; e impiden que se ejecute una política de gobierno en cohesión, lo cual conduce a que los países fracasen. Otro ejemplo palpable en Latinoamérica, es el caso de Colombia, donde la fuerza armada revolucionaria (FARC) y, los grupos paramilitares, controlan gran parte del territorio nacional, y, hasta influyen notablemente en la elección de los distintos candidatos a cargos de elección popular; Si esto es grave, mucho más grave, es que grupos de poder económico como algunos productores de energía térmica en nuestro país, Honduras, pongan de rodilla a los gobiernos, creando con esto inestabilidad política y social.

Y en vez, de ser generadores de energía para el desarrollo del país, se conviertan en generadores de más pobreza, desigualdad y anarquía. También en el caso particular de Centroamérica, se debe evitar que agentes del narcotráfico internacional, infiltren y controlen directa o indirectamente a las principales instituciones políticas y económicas de un Estado.

Los autores Daron Acemoglu y James A. Robinson, dejan bien ejemplificado en su obra, que los países, que hasta el momento han fracasado en su desarrollo, se debe a que sus instituciones políticas y económicas son de carácter extractivas. Ponen como ejemplo a países como Zimbabue, y Sierra Leona en África; Colombia y Argentina en Sudamérica; Corea del Norte y Uzbekistán en Asia; Egipto en el Oriente Próximo; Guatemala y otros países en América Central. Hacen énfasis, en el sentido de que, aunque existan diferencias notables entre ellos. Algunos son de clima tropical con gran riqueza natural; otros son de latitudes templadas. Unos eran colonia de Gran Bretaña, otros de Japón, España y Rusia. Tienen historia, lengua y cultura muy distinta. Pero todos ellos tienen en común, grupos oligárquicos de poder, que diseñan y hacen funcionar instituciones políticas y económicas extractivas, para enriquecerse y perpetuarse en el poder, a costa del dolor y la miseria de la vasta mayoría de la población de un Estado.

Para terminar, citaré textualmente los que los autores expresan en la página 89 de su libro; al referirse a teorías que no funcionan, específicamente, sobre la Hipótesis de la Ignorancia. Ellos afirman categóricamente lo siguiente: “Defenderemos la idea de que, para comprender la desigualdad del mundo, tenemos que entender por qué algunas sociedades están organizadas de una forma muy ineficiente y socialmente indeseable. Algunos países consiguen adoptar instituciones eficientes y alcanzan la prosperidad, pero, por desgracia son un número reducido de casos. La mayoría de los economistas y los encargados de formular políticas se han centrado en “hacerlo bien”, mientras que lo que se necesita realmente es una explicación de por qué los países pobres “lo hicieron mal”.

En general, su situación no se debe a la ignorancia ni a su cultura. Como mostraremos, los países pobres lo son porque quienes tienen el poder y toman decisiones que crean pobreza. No lo hacen bien, no porque se equivoquen o por su ignorancia, sino a propósito. Para comprenderlo, tenemos que ir más allá de la economía y el asesoramiento experto sobre lo mejor que se puede hacer y, en su lugar, debemos estudiar cómo se toman realmente las decisiones, quién las toma y porqué estas personas deciden hacer lo que hacen. Éste es el estudio de la política y los procesos políticos. Tradicionalmente, la economía ha ignorado la política, pero la comprensión de la política resulta esencial para explicar la desigualdad del mundo. Tal y como señaló el economista Abba Lerner en la década de 1970: << La economía ha ganado el título de reina de las ciencias sociales eligiendo como campo los problemas políticos resueltos>>.

Defenderemos la idea de que lograr la prosperidad depende de la resolución de algunos problemas políticos básicos. Y es precisamente porque la economía ha asumido que los problemas políticos están resueltos por lo que no ha sido capaz de aportar una explicación convincente de la desigualdad mundial. Para explicar la desigualdad mundial, todavía es necesario que la economía comprenda que los distintos tipos de Estados y acuerdos sociales afectan a los incentivos y a los comportamientos económicos. Pero también es necesaria la política.”

Pues bien, si la política es la ciencia y el arte de organizar y dirigir los asuntos de Estado, para hallarle solución a los múltiples problemas de un país, y principalmente a los de tipo socioeconómicos. Tiempo es ya que, en nuestro país, Honduras; se actúe responsable y seriamente en lo político y en lo económico, con una visión de corto, mediano y largo plazo.

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