Por: Luisa Agüero

Cuando Luis Díaz culminó sus estudios universitarios en San Pedro Sula, siempre tuvo la esperanza de ejercer su profesión en Contaduría Pública. Sin embargo, las limitadas oportunidades en el mercado local, pese a ser bilingüe, cortaron su sueño de crecer en Honduras y recurrió a, lo que en ese entonces, era su última opción: embarcarse.

Lleno de sueños y con la nostalgia de dejar su tierra, logró colocarse en una línea de cruceros, hace diez años. “Fue difícil, pero he logrado crecer en una actividad que desempeño con orgullo y que me ha permitido apoyar a mi familia y solventar mis compromisos”, nos contó, unos días antes de partir hacia Italia.

Hoy, Luis Díaz es parte de una población cercana a los  17 mil hondureños que navegan en buques que recorren diversas rutas en el mundo. Y las cifras generadas por los  marinos no son nada despreciables: aportan  remesas calculadas en más de U$550 millones de dólares.  Es, casi  la quinta parte de los flujos de divisas que ingresan a nuestro  país por esa vía.

Estas son  remesas “limpias” ya que los trabajadores del mar no pagan ningún tipo de servicio  y mandan  de un solo estos recursos a sus familiares, los cuales  representan un quinto del total de remesas que ingresan por   parte de los hondureños residentes en el exterior.

Información proporcionada desde la Marina Mercante de Honduras a diversos medios nacionales de amplia proyección internacional, da cuenta que esta nación  es un referente regional en cuanto a la calificación de sus marinos. Y no es para menos: cuenta  con escuelas que han graduado a cerca de 50 mil compatriotas para trabajar en el mar.  Los salarios devengados oscilan  entre dos mil y cuatro mil dólares mensuales, libres. 

De esta forma, Honduras se consolida como el décimo segundo país con la mayor cantidad de  marinos embarcados en buques de todo tipo”, aseguró Cardona. El éxito de estos trabajadores del mar se fundamenta en su disciplina y en su buen desempeño, por lo cual son muy apetecidos por compañías navieras. “Somos una potencia regional en el número de marineros embarcados en buques de bandera de diferentes nacionalidades, ya que los catrachos son altamente cotizado debido a la certificación que obtienen y los respalda”, destaca el funcionario.

“Tenemos pocos gastos porque no hacemos ninguna erogación en  alojamiento, comida  o transporte, por lo el dinero que ganamos nos queda libre”, afirma Luis Díaz.  Los motivos para estar satisfechos resultan más que evidentes, a través de la Dirección de la Marina Mercante, se ha  puesto todo el esfuerzo para mejorar la calidad de la Escuela Marítima Centroamericana. Desde 1993, Honduras cuenta con una Escuela de Marinos en Omoa, Cortés y ahora hay centros de ese tipo en La Ceiba, y  Tegucigalpa.

De esta forma, sí se logra mejorar la educación de una informal a una formal en las escuelas, eso representaría mayores oportunidades para los jóvenes hondureños que desean navegar en grandes buques.

Cada año, entre siete y ocho mil jóvenes se inscriben en escuelas de marinos. No obstante, luego viene el proceso de titulación antes de tener la oportunidad de ser contratados por alguna compañía a través de las organizaciones correspondientes, en este caso los sindicatos.   Los marinos se preparan gracias a un convenio de formación y certificación de la organización Marítima Internacional (OMI), lo cual les permite estar en la “lista blanca” en cuanto a certificaciones y eso les abre puertas en líneas noruegas, españolas, y holandesas, entre otras. 

Un marino en funciones primarias como limpiador, aceitero o mesero, percibe  entre dos mil y dos mil 500 dólares al mes, pero si se trata de un tercer oficial de cubierta puede ganar arriba de los cuatro mil dólares por mes ya que, sin duda,  son altamente calificados.

Vale la pena destacar la gran cantidad de jóvenes que están egresando de colegios secundarios muy interesados en certificarse como marinos y poder enrolarse en un buque de cualquier nacionalidad, lo cual les permitiría navegar mediante convenios internacionales.

Un paso adelante en este proceso ha sido la puesta en marcha de un sistema biométrico de identificación de marinos, a través del cual nuestros compatriotas pueden identificarse desde cualquier parte del mundo con su libreta de marinos, lo cual les posibilita ser atendidos de manera rápida y eficiente.

Actividad ardua

En el mundo, la cantidad de compatriotas que laboran en barcos, únicamente es sobrepasada por los filipinos. Este es un trabajo que implica mucho sacrificio y vocación. Logramos conocer que, dependiendo del tipo de barco, se desempeña una jornada cuatro horas, se descansa las siguientes cuatro horas y, con ese ritmo, no se descarta el agotamiento al cabo de dos meses en esas funciones.

Sin embargo, un mesero que se desempeña en un crucero, deberá desempeñarse de día y de noche al no contar con un suplente. “Es una labor sacrificada pero muy remunerada”, manifiesta Luis Díaz.

Pese a todo, marinos como Díaz, quien ha sido mesero y anfitrión  manifiestan su satisfacción de poner en alto el nombre de su país, al ser tan cotizados en el mundo por su disposición para el trabajo y  altamente productivos.

El  ha visto la metamorfosis que ha experimentado la industria naviera, principalmente en lo que se refiere a la modernización de los buques, lo cual  ha permitido que ahora las embarcaciones sean operadas con menos tripulación. Pero eso no ha sido todo.  La dirección del barco es automática: y,  si un ser humano tiene que intervenir, lo hace con un joystick del tamaño del dedo de un niño.

Una de estas compañías tecnificadas es la Maersk. Buques como el Marie Maersk fue construido para recorrer la rentable ruta entre Asia-Europa: de Busan y Kwangyang en Corea del Sur, y luego a lo largo de las costas del este y del sur de China, hasta llegar a Malasia a través del océano Índico y el  Canal de Suez hacia Tánger y el sur de España. Posteriormente hasta Escandinavia a través de los Países Bajos y Alemania.

Luego de vuelta otra vez, el viaje redondo toma alrededor de seis meses. La carga incluye iPads, smartphones, automóviles, excavadoras, gorras de béisbol y camisetas de las fábricas chinas; luego en el viaje de vuelta, frutas, chocolates, vinos, relojes y whisky.

La etapa más larga es de Malasia a Port Said en Egipto. La  vida de los oficiales ha cambiado por completo y la globalización ha hecho que los buques portacontenedores sean los medios de transporte indispensables del mundo moderno. La automatización ha convertido a los hombres que los navegan en administradores, supervisores y técnicos.

Los buques de Maersk, por ejemplo,  son constantemente monitoreados desde un centro de control en Mumbai, donde una pantalla gigante muestra la posición y el curso de todos los buques de esa naviera en el mundo.

La tripulación de barcos como esos, generalmente, está compuesta por filipinos, daneses, ucranianos y otros provenientes de la India y algunos latinoamericanos que necesitan hablar inglés y tener conocimientos de otros idiomas. Sus  comidas también reflejan diversidad.

No obstante, señala el marino, “la aventura de trabajar en un buque, la sensación de navegar por los mares y tener la oportunidad de conocer otras culturas, es una experiencia inolvidable y muy provechosa no solo económica, sino intelectualmente, lo cual me ha permitido ayudarle  a mi padre  a tener un pequeño negocio del cual subsiste”.

Con la motivación de darles una mejor vida a sus hijas, otro de sus compañeros  se embarcó en una nueva experiencia de trabajo y empezó a laborar como limpiador en un buque; ahora, a sus 35 años de edad, es el segundo al mando en el área de maquinas de un barco.

“Quien se involucra en este tipo de actividades, no quiere dejar la vida de un marino, tanto así que mi hermano renovó  la licencia para viajar por un periodo de ocho meses al sur de África”, contó.  La experiencia es excepcional.  “Es hermoso, es un trabajo muy diferente”, agrega

Y es que los marinos tienen razones de sobra para preferir la vida en los barcos. Ese empleo les permite viajar y conocer el mundo, lo tienen todo claro. “La mejor experiencia es económica”, expresan motivados.

Luis Díaz está convencido que las oportunidades deben buscarse siempre. “Los hombres y mujeres interesados en ser marinos, deben ser  disciplinados y aprender  el idioma inglés porque de esa forma se ampliarán sus oportunidades”, enfatiza.

Quizá Luis Díaz y los casi  17 mil  marinos más que circundan los mares del mundo no han medido el aporte que él y otros miles de compatriotas más realizan a nuestro país, devorando  millas náuticas, por  meses enteros.

Más cifras

Un aproximado de 550 millones de dólares, es decir, 12 mil 144 millones de lempiras, generan al año en remesas a Honduras aproximadamente 17 mil marinos embarcados en aguas nacionales e internacionales, estima la Marina Mercante.

Los marinos embarcados desempeñan diferentes cargos como capitán;  primero, segundo, tercer oficial de cubierta; operador general; jefe de máquinas; primer, segundo, tercer oficial de máquinas; marineros de cubierta, máquinas y cabina.

El  salario promedio mensual de un marinero hondureño es de 2 mil dólares, que en moneda nacional es un pago de 44 mil 160 lempiras.

Vale la pena señalar que la Marina Mercante ha certificado 47 mil marinos, posicionando a Honduras como potencia mundial en el 12 lugar, al tener más personas tituladas que pueden navegar en buques hondureños y de otras nacionalidades.   La Marina Mercante se encarga de brindar seguridad de la navegación, protección del medio marino, formación y certificación de los marinos.

Convenios

Recientemente, el Congreso Nacional (CN) debatió el Convenio Internacional para la Seguridad de la Vida Humana en el Mar (SOLAS, por sus siglas en inglés), que pretende formalizar varios acuerdos que se emitieron en años pasados y concretarlos en uno solo, para darles una mejor opción laboral a los marinos.

El convenio SOLAS, que entrará en vigor este año, a falta de su ratificación en Honduras causaría que 16 mil personas se queden si trabajo. “Nos pueden bajar los marinos de los barcos”, aseguró Roberto Cardona.

Algunos de los beneficios son mayor seguridad en el equipamiento, construcción de la flota, mejor cobertura al medio marino y la seguridad de la vida en el mar.  El convenio tiene como objetivo principal prevenir un desastre ecológico debido a que pasan un aproximado de 10 mil embarcaciones cargadas de hidrocarburos en aguas jurisdiccionales y no necesariamente llegan a Honduras.

Existen siete convenios más que necesitan ser ratificados por los beneficios que brindarán: una mejor comunicación marítima, facilidad de cooperación internacional, planes de emergencias por derrame de hidrocarburo, protección, ambiental, laboral y jurídica.

Los miembros de la comisión de dictamen del Congreso Nacional, nombrados para tal efecto, estudiaron estos convenios y prometen entrar en un proceso de aprobación rápida, indicó el funcionario, quien explicó que también los otros convenios son importantes, pero no generan un inconveniente para los marinos hondureños, aunque, del mismo modo, serán objeto de estudio y aprobación.

Si Honduras no suscribe el  acuerdo SOLAS, los armadores (dueños de buques) pueden bajar los marinos de sus barcos y contratar solo marinos de países que hayan firmado el convenio.

Los Requisitos

• Ser hondureño por nacimiento

• Haber cursado el plan básico

• Manejar el idioma inglés

• Haberse preparado con los cursos de formación brindados en las tres escuelas de marinas que existen en Honduras.

Las opciones

 Las escuelas de la Marina Mercante están ubicadas en Omoa, Cortés; en La Ceiba, Atlántida y  en Tegucigalpa, en el bulevar Suyapa.

La formación marítima está contemplada en un convenio de la Organización Marítima Internacional. La duración de los diferentes cursos dura de dos semanas a dos meses, dependiendo del nivel de la preparación que le interese obtener al aspirante.

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