Radio Progreso

Tras pocas semanas con un nuevo gobierno, hay preocupaciones que revolotean. Al menos cinco son las preocupaciones que dejamos ir al viento.

Primera preocupación: la polarización en la que estamos atrapados, y que nos ha confrontado entre golpistas y resistencia a lo largo de doce años de golpe de Estado. Reducir la polarización o situarla en un contexto más de fondo entre la miseria de muchos y el enriquecimiento de pocos, contribuirá a que nos complementemos en la construcción de propuestas nacionales, aunque pensemos distinto.

Segunda preocupación: que el desempleo tan feroz que abate a inmensas mayorías entrampe a ministerios y a los partidos políticos en el chamberismo, y desvíe o atrase propuestas y procesos que conduzcan a soluciones más a fondo y a mediano plazo a la problemática del desempleo. Reducir muchos de los problemas a dar empleo a los activistas, o que los funcionarios sean vistos como emchambadores, solo contribuirá al clientelismo que tanto daño ha hecho al país y a la política. Y más se agudiza si al chamberismo se le suma el nepotismo.

Tercera preocupación: creer que con las elecciones y el nuevo gobierno, ese asunto de las mafias quedó en el pasado.  La estructura mafiosa y criminal sigue no solo viva, sino  que sus grupos y personajes de poder están más activos que nunca. Asuntos como el conflicto al interior del Congreso y el manejo de la legalidad a favor de unos cuantos privilegiados, nos advierten que los negocios e intereses económicos, financieros y políticos siguen siendo controlados por las mismas élites que han manejado los hilos del poder y de los lugares donde se toman las decisiones.

Cuarta preocupación: la relación entre partidos políticos y movimientos sociales, con el peligro de que el partido político convertido en gobierno coopte a los movimientos sociales, perdiendo así la identidad propia de las fuerzas sociales. Controlar o querer controlar a los movimientos sociales desde la lógica del Estado, a la larga redunda en pérdida de fuerza y beligerancia de los movimientos sociales.

Quinta preocupación: la injerencia de las políticas del gobierno de los Estados Unidos, interesado en mantener control sobre un gobierno al que se le ha asignado el papel de referente para una Centroamérica que desde hace años se convirtió en un problema. Es cierto que el gobierno hondureño necesita la inyección financiera de Estados Unidos, una relación de subordinación de la que no puede prescindir. Pero a su vez, tiene la ocasión de unir la asignación como referente centroamericano a ejercer un liderazgo a partir de intereses comunes de los diversos países de la región. Un desafío abierto para no quedar únicamente como correa de transmisión, y así abrirse a relaciones multilaterales aprovechando el liderazgo y reconocimiento que internacionalmente se ha ganado.

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