La violencia está unida al paradigma dominante de poder, que entiende las relaciones de arriba para abajo, es decir, vertical. Quien está arriba decide sobre quien está abajo. Y se define a partir del dominio, control, opresión y fuerza. Detrás de este paradigma dominante subyace la cultura patriarcal, que entiende el mundo, la vida, el sexo, el dinero y todas las relaciones a partir del poder de los hombres.

Mucha de la violencia que domina en Honduras remite a esta cultura y a este poder y se ejerce mayoritariamente en contra de las mujeres. La violencia contra las mujeres es cualquier tipo de agresión emocional, física, sexual o económica realizado en contra de ellas por el varón. Y la violencia muchas veces se expresa en el espacio doméstico en donde muchas mujeres son víctimas de parte de sus esposos, compañeros de vida o novios.

En nuestra sociedad cualquier mujer puede ser agredida: no importa si es profesional o no, joven o vieja, casada o soltera, rica o pobre. El maltrato hacia las mujeres por parte de sus compañeros de vida, esposos o novios se da en todos los sectores de la sociedad. Pero entre todas las mujeres, las más agredidas suelen ser siempre las más pobres.

Hay diferentes maneras de maltratar a una mujer. Una de ellas, y la que parece más inocente, es la burla, mediante la cual el hombre ridiculiza a su mujer. Otra forma de maltrato es aquella en que el varón hace sentir a su mujer inútil e incapaz. Una vez superada esta etapa, el varón maltratador de mujeres empieza con un insulto, sigue con un pequeño empujón, después, además del insulto y el empujón, le deja ir el primer golpe físico. El grado de violencia aumenta y a los pasos anteriores de violencia le sigue la agresión con algún objeto contundente, y por último puede suceder el asesinato, el feminicidio.

Muchas mujeres piensan que la conducta de sus compañeros puede cambiar. Pero eso es falso. El varón que maltrata a una mujer tiene un problema profundo en su inseguro corazón. El que más castiga y cela a su mujer es el más inseguro, el más débil y trata de superar su problema maltratando a un ser a quien quiere tener bajo su control. Por otro lado, quien maltrata a su esposa o compañera muestra el desprecio por sí mismo castigando a uno de los seres que más lo puede llegar a querer.

En los últimos tiempos se han creado en Honduras y a nivel internacional diversos organismos eclesiales, estatales, no gubernamentales y se han aprobado por los países convenios internacionales que tienen como fin proteger a las mujeres perseguidas y maltratadas y por crear estructuras protectoras de sus derechos. Sin embargo, queda casi todo por hacer todavía. La gran tarea es la siembra permanente de una nueva cultura que alcance la igualdad de derechos, deberes y dignidad entre los varones y las mujeres en una sociedad libre para siempre de cualquier manifestación de machismo y de violencia patriarcal.

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