El rife rafe entre la embajadora de Estados Unidos Laura Dogu y el canciller hondureño Enrique Reina no son los signos que Honduras necesita en este periodo de transición, ya que venimos de un largo periodo de polarización que solo ha servido para acelerar la concentración de riqueza y distribución de miseria.

En la actualidad debemos situar las relaciones actuales con Estados Unidos en la disputa geopolítica entre Estados Unidos y China por América Latina. Y no es para menos, da la impresión que a los Estados Unidos se le fue de las manos la región centroamericana, y Honduras puede jugar un papel de interlocutor en la región.

No podemos olvidar que la relación con Estados Unidos es muy delicada para Honduras, ya que la economía nacional está relacionada con ese país. Tanto las importaciones y exportaciones vienen y van para ese país. Pero más delicado aún, es que de ahí vienen las remesas, que representan el 25 por ciento del producto interno bruto. La precaria gobernabilidad en gran parte depende de los 7,300 millones de dólares que llegan vía remesas.

En la presente coyuntura todo el mundo espera del gobierno una posición más digna frente a los Estados Unidos, ya que la última década estuvo marcada por un intervencionismo descarado. La embajada de los Estados Unidos tuvo la última palabra sobre las elecciones de 2017, la elección de la CSJ y del Fiscal General. Juan Orlando fue el presidente hondureño de los Estados Unidos, tanto que al cierre de su mandato se lo llevaron.

Los interlocutores históricos de Estados Unidos en Honduras son parte del problema, ya que esos interlocutores ya no son válidos. Esas élites fueron los socios de Juan Orlando y los conductores de la matriz financiera, de la matriz energética, de la matriz minera, y de la matriz del crimen organizado. Y es ahí donde la señora embajadora con sus tuits sin decirlo parece estar defendiendo a esos criminales, lo que la hace quedar mal ante los diferentes sectores que fueron víctimas de la narco dictadura. 

Estados Unidos necesita recuperar la confianza en la región, y para ello necesita nuevos interlocutores que gocen de confianza y de legitimidad entre la ciudadanía. Al mismo tiempo, Honduras tiene el derecho y el desafío de establecer relaciones de horizontalidad con cualquier país a partir de proteger los intereses de su pueblo. Es tiempo para ver un poco más allá del “Made in USA”.

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