He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.

Mateo 10:16

Introducción

Ganar una guerra no es tan fácil como podría parecer. No se trata simplemente de tener suficientes armas, o suficientes hombres, o suficientes aviones. Una guerra se gana o se pierde con la inteligencia militar.

Si no se sabe dónde están las fuerzas enemigas, es imposible atacarlas. Si no se sabe dónde se encuentran las rutas principales que les surten de alimento y armamentos, es imposible destruirlas.

Antes de que los soldados entren a la batalla, se les da un entrenamiento en el cual reciben sus instrucciones para la batalla. Si las instrucciones no son buenas o claras, la batalla será un desastre.

Cuando Jesús preparó a sus discípulos con instrucciones para la invasión de su nación con el mensaje del evangelio, El también les dio instrucciones cuidadosas. Si ellos ignoraran estas instrucciones, los resultados para su misión podrían ser desastrosos.

Las mismas instrucciones que Jesús dio a sus discípulos también nos deben guiar en nuestra invasión del mundo con el mensaje del evangelio. El también nos quiere dar las instrucciones necesarias para que nuestra misión de llevar el evangelio sea una misión exitosa en vez de un fracaso.

Leamos estas instrucciones en

Lectura: Mateo 10:16-25

10:16 He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas.

10:17 Y guardaos de los hombres, porque os entregarán a los concilios, y en sus sinagogas os azotarán;

10:18 y aun ante gobernadores y reyes seréis llevados por causa de mí, para testimonio a ellos y a los gentiles.

10:19 Mas cuando os entreguen, no os preocupéis por cómo o qué hablaréis; porque en aquella hora os será dado lo que habéis de hablar.

10:20 Porque no sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu de vuestro Padre que habla en vosotros.

10:21 El hermano entregará a la muerte al hermano, y el padre al hijo; y los hijos se levantarán contra los padres, y los harán morir.

10:22 Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.

10:23 Cuando os persigan en esta ciudad, huid a la otra; porque de cierto os digo, que no acabaréis de recorrer todas las ciudades de Israel, antes que venga el Hijo de Hombre.

10:24 El discípulo no es más que su maestro, ni el siervo más que su señor.

10:25 Bástale al discípulo ser como su maestro, y al siervo como su señor. Si al padre de familia llamaron Beelzebu, ¿cuánto más a los de su casa?

Estas no son todas las instrucciones que Jesús dio a sus discípulos. De aquí, sin embargo, podemos sacar algunas ideas sumamente importantes para el éxito de nuestra misión en el mundo.

La clave está en una frase tan sencilla pero tan llena de significado: “sean astutos como serpientes y sencillos como palomas.”

Empecemos hablando de la astucia que nos hace falta para tener éxito.

  1. La astucia consiste en esperar el rechazo de los hombres

No estamos hablando de una astucia como la del Chapulín Colorado. Estamos hablando de un estado de mente preparado, sobrio, informado acerca de las realidades de la situación a la que entramos.

En la guerra de Afganistán, fue sumamente importante para los soldados estar bien informados acerca de las condiciones que enfrentarían en su misión. El país tiene grandes montañas, numerosas cuevas, y una topografía muy complicada. Si no sabían en qué se meterían, podían caer fácilmente en una emboscada.

Fácilmente podemos fracasar en nuestra misión como creyentes si no conocemos el terreno. Podemos pensar, por ejemplo, que todos estarán deseosos de recibir nuestro mensaje. Cuando creemos que todos quieren acercarse a Dios, y la única cosa que les falta es la información necesaria, nos estamos preparando para una gran desilusión.

Jesús les dijo a sus discípulos que ellos sufrirían gran rechazo. Los preparó para ser azotados, acusados falsamente, y hasta entregados a la muerte por causa de su testimonio a favor de Jesús.

Jesús estaba hablando con sus discípulos acerca de la situación que enfrentarían en los años entre esta comisión y la separación definitiva entre la iglesia y el judaísmo. Durante sus primeras décadas, la iglesia cristiana era vista como una rama de la religión judía. Idealmente, los judíos habrían aceptado que el mensaje acerca de Jesús era el cumplimiento de lo que esperaban y que su religión anunciaba.

Desgraciadamente, no fue así. Jesús ya los había preparado, en esta sección que leemos, para el rechazo que recibirían. Por supuesto, algunos creyeron; pero muchos no lo hicieron, y a mediados del primer siglo el cristianismo empezó a separarse forzosamente del judaísmo. Durante este tiempo empezó la persecución de los cristianos.

Sólo tenemos que recordar las actividades de Saulo, luego llamado Pablo, el gran perseguidor de la Iglesia, para ver cómo se cumplió esta profecía. El libro de Hechos nos dice que Saulo respiraba amenazas de muerte cuando salió en el viaje a Damasco en el cual tuvo la visión que llevó a su conversión. Y él seguramente no era el único.

Si creemos que las cosas han cambiado, y que en esta edad moderna ya no existen tales cosas, estamos muy equivocados. Se calcula que en el siglo XX murieron más cristianos víctimas de la persecución que en todos los siglos anteriores combinados.

En muchos países musulmanes, en China, en varios países africanos, y en otros lugares aislados del mundo, los creyentes aún mueren por su fe. Muchos más pierden sus bienes, sus casas, o sus oportunidades de avanzar profesionalmente por la fe que profesan.

Y si vivimos en culturas en las que ese tipo de persecución no está presente, debemos de estar preparados para sufrir otras clases de rechazo. Puede ser, por ejemplo, que nuestros amigos o familiares no estén interesados en saber de nuestra fe. Puede ser que se burlen de nosotros, que nos crean ignorantes o santurrones, que busquen cualquier pretexto para señalar errores en nuestra vida.

Jesús nos avisa que debemos de estar preparados para todo eso. No debe de tomarnos por imprevisto. Al contrario: tenemos que ser astutos como serpientes y saber cómo responder ante el rechazo. Quiero darles dos sugerencias para vivir así.

Número 1: no te enojes cuando alguien te rechaza como creyente. Recuerda estas palabras de Jesús: “Si al jefe de la casa lo han llamado Beelzebú, ¡cuánto más a los de su familia!” Si Jesús fue vituperado, no debe de sorprendernos cuando nos tratan igual. Debemos de recordar que no nos están rechazando a nosotros, sino a nuestro Señor.

Número 2: no causes ofensa innecesaria. No uses la ofensa del evangelio para escudar tus propias fallas. No seas como aquella persona que ofende a todos con su insensibilidad y se defiende diciendo: es que no quieren oír la verdad.

Puede ser que no quieran oír la verdad; pero puede también ser que al ver cómo tú representas la verdad, no quieran saber nada de ella.

Jesús nos llama a ser astutos como las serpientes al salir en nuestra misión para El. Pero también nos llama a ser sencillos como las palomas.

  1. La sencillez consiste en confiar y esperar hasta el final

El versículo 19 dice algo que parece contradecir lo anterior. Dice, “Cuando los arresten, no se preocupen por lo que van a decir o cómo van a decirlo”. Jesús nos dice que debemos de ser astutos como las serpientes, pero ¡no preocuparnos! ¿Cómo puede ser esto?

Bueno, en primer lugar, debemos de entender lo que no dice el pasaje. Este versículo no es un pretexto para no preparar sermones, estudios bíblicos, clases, y otras presentaciones, porque “el Espíritu nos dará lo que debemos decir”. El contexto claramente limita su aplicación a las situaciones donde no tenemos la oportunidad de preparar una respuesta.

Lo que Jesús nos está diciendo es que debemos de ser sencillos como las palomas porque tenemos a alguien que nos acompaña, que nos ayudará en los momentos imprevistos, que nos dará las palabras cuando no sabemos qué decir.

Las personas que no conocen a Dios emplean una astucia que retuerce la honestidad, que dice mentiras, que engaña y se defiende con artimañas, precisamente porque piensan que todo depende de ellos. Jesús dice a sus seguidores: no se preocupen. Hay alguien que está con ustedes siempre, que les ayudará cuando se acaben las fuerzas suyas.

La astucia del creyente en su invasión del mundo se limita por la presencia del Espíritu Santo. En nuestra misión en el mundo, no tenemos que usar la mentira o el engaño para avanzar. Sólo tenemos que hablar las palabras del Espíritu.

Aunque no debemos de usar esta enseñanza como pretexto para la falta de preparación, si podemos confiar en ella cuando tenemos oportunidades imprevistas para compartir. Quizás no te encuentres arrestado por tu fe; pero cuando te encuentras en una conversación que se mete de repente a temas de fe, no te asustes. Confía en el Espíritu Santo que vive en ti para guiarte.

La sencillez que Jesús nos llama a tener consiste en tener un corazón confiado en la presencia de su Dios. Además de confiar en la presencia del Espíritu, también incluye confiar en la salvación venidera. Dice Jesús: “Por causa de mi nombre todo el mundo los odiará, pero el que se mantenga firme hasta el fin será salvo.”

Una de las grandes tentaciones que nos enfrenta como creyentes es el de tomar el camino de la sabiduría mundana. Pensamos que tenemos que sobrevivir como podamos, porque nadie nos va a ayudar.

Pero Jesús nos enseña que el camino a la salvación es el camino de la confianza. No tenemos que resolver cada situación usando nuestra inteligencia para salir bien al final. Sólo tenemos que mantenernos firmes en nuestra confianza en Cristo, y El nos traerá la victoria.

No estoy menospreciando la inteligencia ni el uso apropiado de nuestra mente; más bien, quiero decir que lo más importante en toda situación es la confianza en Cristo. No importa qué beneficios el mundo parece ofrecernos; si su aceptación envuelve la traición a nuestro Señor, nunca valen la pena.

Más bien, en esta invasión, podemos confiar en las armas que nos ha dado nuestro Dios – armas como la oración, la confianza en su Espíritu, la fidelidad a su Palabra.

Conclusión

¿Qué tan preparado estás tú para la invasión? La preparación empieza con esperar el rechazo. Cuando las personas te rechazan por el mensaje que llevas, no lo tomes personalmente. No te están rechazando a ti, sino al Señor.

La preparación no está completa sin la sencillez de la confianza en el Señor. No olvides que contigo va el Espíritu Santo. No olvides que, a fin de cuentas, todo estará bien si sólo confías en el Señor. Camina hacia la victoria, con las promesas de Dios en tu corazón. Con El, la Victoria es segura.

Dios les bendiga

Denis A. Urbina Romero
Licenciado en Ministerio Pastoral
Email: daurbinar@gmail.com

 

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