Por Rafael Delgado Elvir
Economista. Catedrático universitario

Controlar el contagio es un objetivo que obliga a tomar decisiones que reduzcan la agitada vida, haciendo que la economía baje su velocidad. No cabe duda sobre el costo de mandar a hibernar al país. Sin embargo, predomina un consenso mundial que sería mucho más desastroso emprender medidas superficiales, tomando así el riesgo de un contagio generalizado que seguramente doblegaría al país entero.

Lo otro es qué hacer en el mediano y largo plazo para reiniciar la máquina después de superada la crisis sanitaria. No hay duda que además del liderazgo de toda la nación y de sus organizaciones, es una necesidad que desde el sector público se pongan en funcionamiento todos y los mejores mecanismos e instrumentos de política pública. Grandes lecciones se han aprendido desde principios del siglo pasado. Cuando el miedo y la incertidumbre frenan la iniciativa privada, debe de entrar en acción la política fiscal y monetaria con toda fuerza para liderar la recuperación económica, frenar el miedo y crear expectativas favorables para el futuro. Eso lo conocen las grandes economías que con errores importantes, pero a fin de cuentas con decisión, pudieron avanzar después de los difíciles momentos por los que han pasado.

Aquí en nuestro país, no debería ser la excepción y correspondería alinear todos los instrumentos para que de forma expansiva recuperen al paciente del coma inducido por semanas, sino meses.

Sería extraordinario que eso sucedería. Lamentablemente la institucionalidad pública ha sido destruida. Las que todavía no han caído, se han contagiado con el virus de la corrupción, convirtiéndose en inútiles para las tareas y objetivos encomendados. En fin, una estrategia deliberada para finalmente venderlas a precios irrisorios. Su valor real saldría a relucir en estos momentos de crisis y parálisis. Así como el cambio climático y sus consecuencias, estas pandemias también requieren más que las respuestas automáticas del mercado.

Otro punto importante que limita la política pública es su compromiso con poderosos intereses de la política y la economía. De esta forma los recursos de la política fiscal que se asignen para la recuperación amenazan caer en el tenebroso juego de la cúpula gobernante que reparte indignamente en vez de ejecutar una compensación social ajustada, simple y sencillamente a las necesidades.

De todas formas algo debe hacerse y uno de los primeros sería una reestructuración completa del presupuesto general de la república. Es necesario un enfoque de la política fiscal a la realidad después del virus. Los recursos en Defensa, Seguridad, Casa Presidencial y el Congreso Nacional suman para este año 18 mil millones de lempiras que deben revisarse por expertos que sepan identificar los holgados presupuestos con que se ha contado para otros propósitos diferentes a los que prescriben las leyes que rigen estas instituciones. Allí se esconde un filón importante de recursos.

Si a esto se agrega apegar el gasto y la inversión de todo el gobierno a principios rigurosos de eficiencia se estarían descubriendo un potencial enorme que es difícil de cuantificar, pero representan cantidades de decenas de miles de millones de lempiras. Hay recursos, y descubrirlos reduciría sustancialmente la necesidad de mayor endeudamiento.

La compensación social en forma de reducción de los pagos por servicios públicos, moratoria para el pago de impuestos y refinanciamiento real en préstamos de la banca debe hacerse de manera rápida y que represente un alivio real para los hondureños más necesitados. De igual forma los recursos salvados de los terribles mecanismos despilfarradores deben tener un enfoque primordial. Deben invertirse bajo estrictos criterios de eficiencia para no caer en los recurrentes despilfarros. No hay que olvidar que son alrededor de 1.4 millones de hondureños que no viven de un salario, son hondureños que viven por “cuenta propia” y a los que esta crisis ha paralizado por completo sus actividades y sus ingresos. Ellos merecen un apoyo prioritario en estas circunstancias.

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