Criterio HN

Orbis Tertius

Por: Julio Raudales

Mientras leo con avidez el acontecer de la trama política en estos días transicionales, no puedo menos que recordar un principio, no tanto filosófico, más bien coloquial, del siglo XVIII, muy común en las tertulias de café de la Europa de aquellos tiempos: “Nunca atribuyas a la maldad lo que puede ser explicado por la estupidez”. La Regla o Principio de Hanlon.

Cuan a propósito es esta navaja o regla para explicar el comportamiento de los personeros del gobierno que sale. Voy a centrarme en tres ideas cruciales:

La primera cosa es que tratan, no sé si de forma malintencionada o más bien cándida, de justificar su accionar en los últimos ocho años, publicando en medios de comunicación formales algunos de sus “logros”.

Tuvimos inflación de menos de 5%, déficit fiscal manejable y el lempira mantuvo y hasta mejoró su valor respecto al dólar estadounidense. Las tres cosas son ciertas, pero eso es como escuchar decir a un agricultor que mantuvo los machetes más afilados, los azadones mejor barnizados y los tractores más limpios. ¡Bien! ¿Y eso de qué sirvió si no hubo más producción de alimentos y la gente de la aldea se está muriendo de hambre?

He ahí la razón por la cual los indicadores macroeconómicos están tan desprestigiados y se entienden tan poco, aun para los que trabajamos con ellos. Se malinterpreta su verdadera utilidad. Está muy bien que la inflación sea baja, que el tipo de cambio sea estable y tener un déficit manejable, pero si no hay más educación, mejor salud, mayor empleo de calidad y más bienestar general, es como que tengamos un machete afilado y un tractor muy limpio sin haber sembrado nada. No vale la pena repetir la deplorable condición en que la sociedad hondureña queda, luego de los nefastos 8 años de la administración Hernández.

Lo segundo es la infinita estulticia con la que los personeros de la administración saliente están manejando el proceso de transición. ¿Es que acaso no entienden que la situación del país es grave? Aun si así no fuera, ¿Por qué se niegan a dar información adecuada y transparente a las nuevas autoridades a tan pocos días del traspaso de mando? Mis fuentes me indican que existe un total hermetismo a nivel de autoridades para apoyar un traspaso institucional que genere certidumbre y sea lo menos traumático posible para el país.

Los traspasos anteriores fueron también problemáticos. Parece ser una costumbre inveterada que las autoridades salientes se aferran con uñas y dientes a sus cargos y esperan hasta el último minuto para entregar información a quienes llegan. Pero parece que estos están batiendo el récord en su abyecto proceder.

No entienden que los cargos públicos son temporales y que está bien que así sea. Pero no. ¡Hay que estorbar al máximo el buen funcionamiento de las Secretarías de Estado, Institutos, Alcaldías y todo lo demás! Si el país pierde con eso, que hace más pobre a la población ¡Qué importa! Lo bueno es que los que vienen no se saldrán con la suya y eso hace felices a quienes se van.

Lo descrito solo denota la poca calidad humana de la gente que ostenta cargos públicos en el país. Ellos le dan la razón al famoso economista Joseph Schumpeter, quien solía decir que el ser humano degrada su naturaleza y se vuelve miserable cuando se dedica a la política.

Un tercer elemento, de los muchos que me servirían para medir la estupidez o maldad de los que se están yendo, es la forma en que están incrementando el gasto público desde que se enteraron que perdieron las elecciones. Fuentes de entero crédito aseguran que están haciendo compras, contrataciones, pago de prestaciones y otros gastos, con la mayor inconciencia de la que son capaces. La idea por supuesto, es dejarle una bomba fiscal al nuevo gobierno, de tal manera que le cueste mucho resarcirse y retomar la vía del desarrollo. ¡Es realmente penoso!

Es cierto, todos los empleados públicos deberían tener derecho a un acuerdo que garantice su estabilidad laboral. ¿Pero cuál es el prurito de comenzar a otorgar plazas de última hora, a personas que han estado durante toda la administración trabajando por contrato? De lejos se les nota la mala intención.

Todo lo anterior, lo único que provoca es un gran perjuicio, sobre todo para la gente más pobre que cada vez verá más lejanas sus posibilidades de desarrollo sustentable, ya que está demostrado que un gobierno quebrado y lleno de compromisos financieros futuros, solo provocará más pobreza y menos oportunidades.

Sabiendo que la mayoría de las personas que dirigen el actual régimen llevan más de ocho años en la administración, es lógico deducir que están conscientes de que el daño que infringen al país se lo están haciendo a ellos mismo, por lo tanto, no queda otro camino que sentenciar la regla de Hanlon, no lo hacen tanto porque sean malos (que de hecho lo son), sino porque son estúpidos.

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