Carolina Alduvín

La cantidad de arrepentidos que votaron por los liebres hace cuatro años crece sin parar, las encuestas levantadas –no con fines publicitarios– sino para plantear estrategia interna, apenas les otorga un quince por ciento de voto duro. Ahí están los enchambados en altos cargos, quienes sin mayores habilidades o experiencia que vociferar insultos, pregonar odio e incendiar el propio territorio que, en su complejo de inferioridad, perciben como extensión de un imperio que aprendieron a odiar desde el seno materno. Están los advenedizos, los que militaron en alguno de los componentes del despectivamente llamado bipartidismo, los que sin mayor ideología que la adicción al dinero fácil, sin dignidad medran en torno al poder y son capaces de traicionar a quien les dio el ser, como cierto generalito de opereta bufa, violador de la Carta más grande.

Los sondeos de opinión reales, los tienen realmente asustados, al grado de estar jugando descaradamente sus cartas más sucias. De poner a su perro de garra a hacer berrinches en medios y en redes, sólo porque el fiel de la balanza ha entrado en razón y ahora se suma al debido respeto a la Ley y a la institucionalidad; parece que le fallaron algunos cálculos, no precisamente políticos. A lo que la lógica refundidora responde con inútiles, repudiadas y muy costosas manifestaciones callejeras que, amenazan con paralizar el país por 72 horas continuas. “Ahora si necesitan las bases”, se queja la marginada militancia que los acompañó en los bochinches, que aguantó tolete e inhaló lacrimógenos, arrastrada por el carisma de quien utiliza a la que comanda soldaditos de plomo, como monigote de entrenamiento para boxeadores.

Pretenden tapar con tres días de borrachera “insurreccional”, la memoria de los crímenes perpetrados cincuenta años atrás por la familia de asesinos que nos desgobierna y además pretende eternizarse en el poder sin mayor originalidad que las mañas dictadas por el homólogo venezolano. No tiene las neuronas en orden como para implementar sus propias soluciones, aun con el carisma que tiene para cautivar multitudes y capillas, prefiere seguir a otro aún más burro porque le debe el oro y el moro, vergüenza de un oligarca rural, sometido a un busero. Cada quien… Con lo fácil que le resultaría reelegirse, si decidiera morderse la lengua y dejar de fingir que es demócrata; no, elige el lado odioso de la peor de sus capillitas, igual la catedral no sirvió.

Decidido a enfilar sus baterías contra el menor de sus posibles contrincantes, quien además le perdonó la vida, condenando a todos al lodazal que amenaza con inundarnos. Así como su antecesor pretendió comprar votos con bienes que en sus cuentas jamás habían tenido, igual los que ha desatendido, aceptarán sus dádivas, pero votarán por su tradicional inclinación y lo sabe. Por tanto, a aplicar las violentas recetas para demostrar que puede imponer un fraude por la razón de la fuerza. Por la mentira descarada que traerá una comisión contra la corrupción, sin dar legitimidad al sistema judicial local; por el contrario, dedicado a prostituir cuanto toca.

La oposición no cuenta con grandes candidatos, va con lo que hay y de remate puede contar con que sus egocéntricas personalidades no se harán un solo nudo, entonces: ¿a qué le teme? ¿Cuál es la necesidad de acaparar botines para comprar voluntades? En vez de privilegiar a los negocios publicitarios que han esparcido la imagen de su consorte por todos los rincones en que pavimentan los cien metros de enfrente y dejan igual o peor el resto del camino. Además, según se sabe, sin honrar las deudas contraídas con las empresas constructoras y supervisoras de sus monumentos a la corrupción. Con la construcción de hospitales limitadas a la imagen en vídeo de una máquina para revolver cemento, mientras el personal sanitario trabaja con no hay.

En vez de celebrar su retorno, sigue llorando por la patada en el fondillo recibida hace casi dos décadas, y para eso el público capitalino tendrá que calarse tres días de bochinches callejeros, cortesía de delincuentes organizados en cuerpos colectivos, la ausencia de los burócratas que gozando de sueldo por trabajar, será devengando por la humillante condición de hacer bulto a regañadientes y maldiciendo la suerte de ser mal vistos por aspirar a cometer el mortal pecado de emprender, generar empleo y pagar impuestos. Deben conformarse con la chambita de papá refundidor, reverenciar al usurpador y malbaratar su dignidad por un sueldito que les permite pasar el día a la sombra, insultando al público y ejerciendo sobre el mismo su migaja de poder.

carolinalduvin46@gmail.com

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