En el 2020 se deforestaron más de 200 000 ha de bosques, lo que constituye un récord histórico.

Raúl Vela

Unos 275 millones de personas consumieron drogas en todo el mundo durante el año pasado y más de 36 millones personas sufrieron de trastornos por su consumo, según el Informe Mundial sobre las Drogas en el 2021.

Estas cifras representan un incremento del consumo de drogas de más del 22 % desde el 2010 debido en parte al crecimiento poblacional del mundo. Basándose únicamente en los cambios demográficos, las proyecciones actuales sugieren un aumento del 11 % en el número de personas que consumen drogas en todo el mundo para el 2030.

El Perú no está exento a esta realidad. Por la falta de una estrategia coherente de los gobiernos de turno, la debilidad institucional que lo hace vulnerable a grandes cambios macroeconómicos, y a la presencia de nuevos actores criminales, desde hace 40 años el país una de las naciones con mayor producción de drogas cocaínicas en el mundo, que se distribuyen en el mercado nacional en muchos lugares a muy bajo precio mientras el resto de la producción llega a mercados internacionales.

Para la elaboración de las drogas se arrasan cientos de hectáreas de bosques en la selva, y esto ha contribuido a cambios y desequilibrios climáticos e hidrológicos planetarios, resultantes de la pérdida de regulación ecológica y el incremento del CO2 atmosférico y su efecto invernadero.

Para Carmen Masías Claux, directora ejecutiva de CEDRO, “el narcotráfico está impactando a los países de la región de una manera muy brutal, en especial a nuestra Amazonía, atentado contra la salud, la democracia, contra la seguridad y el medioambiente, y es por esto que creemos en CEDRO que debemos ver este problema con una perspectiva regional”.

Estas declaraciones las brindó en la inauguración del webinar internacional “Naturaleza transnacional e impacto en el medio ambiente del tráfico ilícito de drogas en América del Sur”, que se realizó este 24 de junio con el objetivo de generar un espacio de reflexión que permita dimensionar el actual problema de las drogas en la región, que plantea problemas de salud, afecta la calidad de vida de la población, fomenta la exclusión social, debilita las estructuras institucionales, genera inseguridad y violencia y contribuye a la destrucción del medio ambiente de nuestros países.

Antonino De Leo, representante de la Oficina de UNODC para Perú y Ecuador y responsable de coordinación de las operaciones en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay, quien también participó del webinar aseguró que el narcotráfico representa una amenaza en varias dimensiones y por eso las políticas antidrogas tienen que abordarse en un campo más amplio como es la Agenda 20-30, que es la lucha contra la deforestación y el cambio climático.

Mencionó además que este año, el Informe Mundial sobre las Drogas que realiza la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito – UNODC, por primera vez cuenta con un capítulo sobre el impacto de las drogas en el medioambiente y que nos ofrecerá datos como que “un kilogramo de cocaína produce 30 veces el impacto en la huella de carbono que un kilogramo de cacao o que los cultivos ilícitos actúan en la región como impulsor de la deforestación”.
En el evento participó también Ángela Crowdy, secretaria ejecutiva adjunta de la CICAD/OEA, quien indicó que “además de los problemas de violencia, corrupción y salud que el tráfico ilícito de drogas produce en la sociedad, también impactan negativamente en el medio ambiente y pueden conducir a la extinción de las especies, destrucción de los ecosistemas y la alteración permanente de los ciclos naturales”, puntualizó.

Asimismo, indicó que los cultivos ilícitos, la construcción de caminos ilegales y pistas de aterrizaje clandestinas para el tráfico ilícito de drogas constituyen una de las principales razones para la deforestación y la degradación de algunos de los ecosistemas de mayor diversidad del mundo, incluidos algunos parques nacionales y territorios indígenas. Asimismo, remarcó, muchos de los precursores químicos para la elaboración de drogas cocaínicas y muchos de sus residuos, suelen ser depositados en los suelos y en las fuentes hídricas por las organizaciones criminales en los bosques y selvas, afectando sus componentes microbiológicos.

Récord histórico de deforestación
La Amazonía peruana es gravemente impactada por el narcotráfico. Se estima que existen 2.5 millones de hectáreas deforestadas a causa de este delito, siendo el costo por recuperación de 1 hectárea de suelo degradado por los impactos del narcotráfico S/ 3 500 soles por hectárea.

Para hablar sobre el “Impacto del Narcotráfico en el Medio Ambiente Amazónico” durante el webinar participó Fabiola Muñoz, exministra del Ambiente y coordinadora país del Grupo de Trabajo de Gobernadores por el Clima y los Bosques.

En su alocución dijo que, en el 2020, durante la pandemia, se han perdido más de 200 000 ha de bosques, lo que constituye un récord histórico de deforestación en el Perú. “Si bien toda esta cifra no la podemos asociar con el narcotráfico, es cierto también que se ha incrementado el tema del narcotráfico”.

La suspensión de las labores de erradicación de plantaciones de hojas de coca en zonas prohibidas, durante la pandemia de la COVID-19, derivaron en un aumento de más de 10 % de la superficie total de cultivo ilícito.

La exfuncionaria expresó que “tenemos una deforestación bastante alta para un país mega diverso, multicultural y que diversas poblaciones viven ahí y que su seguridad alimentaria depende de los recursos naturales de la zona por lo que este problema no solo tiene un impacto ambiental sino también un impacto social muy fuerte”.

Muñoz acotó que “las economías ilegales como la tala ilegal, el narcotráfico, la minería ilegal se han fortalecido por la ausencia del Estado en sus tres niveles (local, regional y nacional) durante la pandemia”.

Una preocupación para Muñoz es la zona de frontera entre Ucayali y Huánuco, donde hace algunos años atrás se había logrado reducir los cultivos de coca y que en los últimos años esta actividad se ha venido incrementando en la región.

“Muchas personas por la COVID-19 regresaron a las zonas rurales buscando un ingreso, lo que originó una mayor deforestación en zonas, por ejemplo, como el Pichis-Palcazu donde se volvió a cultivar coca”, afirmó.

El webinar internacional “Naturaleza transnacional e impacto en el medio ambiente del tráfico ilícito de drogas en América del Sur” se organizó en el marco de la celebración del Día Mundial de lucha contra el uso indebido y tráfico ilícito de drogas que se celebra este 26 de junio y por el 36 avo aniversario de CEDRO.

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