Juan Ramón Martínez

La sociedad hondureña fue creada para la dominación y la subordinación. Era el método idóneo para una necesitada de sirvientes. La universidad se creó más tarde que en ningún otro lugar de Centroamérica. Y solo para formar curas y abogados. Los dos encargados de tranquilizar y castigar a los desobedientes. Soto y Rosa quisieron enmendar el rumbo y no pudieron.

El estado creado fue también uno subordinado. Sin recursos y voluntad soberana. Ferrera gobernó respaldado por Carrera de Guatemala. Igual Celeo Arias, Leiva, Medina, Soto y Bográn, aprobados por los chapines. Policarpo Bonilla y Manuel Bonilla, fueron gobernantes por voluntad de José Santos Zelaya. Bonilla perdió la presidencia en el 1907, porque Nicaragua así lo estimo. Y en 1963 Somoza le dio alas a López Arellano para terminar con la primavera liberal.

Desde 1907, la paternidad de Honduras paso –como toda Centroamérica– a los Estados Unidos. Paulino Valladares descubrió que en Washington era donde estaba apersogada “la madre del cordero”. En 1954 el embajador de Estados Unidos le propuso a Carias un golpe de estado. El viejo caudillo le respondió que no. Willauer creía que Villeda y Flores era comunistas, enemigos de los Estados Unidos. Zúñiga Huete fue a Guatemala, –como antes Gregorio Ferrera–, a buscar el apoyo de los revolucionarios. Fue Carias, el primero que logro cierta “independencia” de Honduras, porque los dictadores se trataban como colegas, hombres fuertes de respeto. Su legitimidad estaba determinada por el éxito en las guerras civiles; o en las carreras académicas de las escuelas castrenses.

Mel ha prolongado su carrera política como nadie, siendo el político menos talentoso.   por la intervención de Chávez y Maduro en la política hondureña. Sin este apoyo, seria candidato a alcalde Catacamas, derrotado por los cachurecos de allá. O regidor en Guaymaca.

La candidatura de Rixi ha sido determinada por Maduro. Esa es la razón de su fuerza y por ello, –la candidata–, es irrespetuosa con todos. Menos con los Zelaya y los Moncada. Nos hace sentir miembros de una “pencocracia” forjada por un sistema educativo en que la regla central es que “quien te quiere te golpea, te ofende”; y, se burla de ti.

Escuela, colegio y universidad, no nos preparan para la libertad. Menos para la felicidad. “Capacitan” para la obediencia, para hablar con murmullos; y no criticar a nadie. Por eso somos mansos y manipulables: elegimos a Mel cuando era liberal con guitarra; y, después logro en la ingenuidad de Nasralla y Barquero, la fórmula para hacer presidente a su mujer, creyendo que él les daría el control de los ordeños en sus haciendas. Y ha pactado con Flores, para que este no lo amenace con las cuentas del FHIS; y más bien, celebre sus proezas electorales.

Seguiremos así dominados. Hasta que Dios baje el dedo. Solo cuando están fuera de Honduras, los hondureños muestran sus méritos. En 1965 vi en una fábrica de Nueva York, un rotulo que decía no hay vacantes, excepto para hondureños.

En Barcelona he encontrado los más orgullosos hondureños. Superiores a los jóvenes de Olanchito de mis tiempos que en el fondo, querían ser invitados en el Mess Hall de Coyoles Central, por los gringos imperialistas. Aquí, en Barcelona poco a poco, y en Girona, se abren paso, muestran sus banderas y gritan, con sus camisetas “soy catracho y es pijudo”. Tienen buena reputación, porque son muy trabajadores, disciplinados y capaces de seguir instrucciones, sin llamar la atención ni reclamar prioridades. Solo hay cierto oportunismo político sectario, fomentado por algunos despistados; pero creo que al fin del régimen, volverán a estar unidos y serán más influyentes. Igual en Estados Unidos, Canadá, Italia o El Salvador.

En Estados Unidos, será obligada la tarea de limpiar los consulados y hacer de ellos, punto de encuentro, centro de las familias y orgullo de los hondureños, olvidando este tiempo partidario, terrible y primitivo de los Zelaya en el corazón del abominable imperio que ellos rechazan; pero gozan con enorme felicidad.

Una nueva generación, que no haya sido contaminada por los Zelaya que han legitimado la intervención extranjera, puede volver a los tiempos en que el sistema educativo forjaba hondureños de carácter. El de ahora, forma “loritas” competidoras de los celulares. Necesitamos volver a la escuela edificadora del carácter y la habilidad critica, sobre la cual construir la libertad y la felicidad. Donde los demás nos respeten por el orgullo con que vivimos nuestra recobrada libertad.

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