Mientras en otros países los militares solo han desempeñado funciones de cooperación a las decisiones gubernamentales, “en el caso nuestro han asumido un papel de conducción expresado en asesoría directa al presidente”, analiza la socióloga y experta en temas militares, Leticia Salomón. (Foto: Criterio.hn)

Por: Leticia Salomón

Aparentemente, una iniciativa de ley sobre un asunto del poder Ejecutivo inserta en el esfuerzo de desmontar el andamiaje de autoritarismo e impunidad montado por el gobierno anterior, no debió de sufrir los inconvenientes que ha enfrentado la famosa ley de defensa y seguridad enviada por el poder ejecutivo para consideración y aprobación en el Congreso Nacional. La ley quedó atrapada en una red de cuestionamientos, válidos unos y absurdos otros, que tienen que ver con una lamentable carencia de cultura política democrática en los actores políticos nuestros, misma que implica el desconocimiento de los temas de defensa y seguridad, y de valores esenciales como el pluralismo, la tolerancia y el respeto a los que son y piensan diferente.

Pero no solo eso: la ley en cuestión cayó en un contexto impregnado de intereses político partidarios preocupados y hasta confrontados alrededor de varios temas centrales: la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, incluyendo la conformación previa de la Junta Nominadora; en perspectiva, la elección del Fiscal General y del Fiscal General Adjunto; los preparativos previos a la instalación de la CICIH hondureña para el combate a la impunidad y corrupción; la mirada atenta y a veces impertinente de Estados Unidos, que no termina de quitarse la telaraña del pasado para entender de mejor manera el presente; la actividad desaforada de los “anti todo”: anti Libre, anti Mel, anti Xiomara, anti cambios, anti progreso y anti alianzas, para los cuales todo está bajo sospecha y todo está malo antes de que se produzca y no contribuyen mucho a encontrar las mejores salidas a las mini crisis que se van dando; y en medio de todo, el proceso de consolidación del gobierno de la presidenta Xiomara Castro, producto de la alianza establecida entre el partido Libertad y Refundación (LIBRE) con el partido Salvador de Honduras (PSH) y el PINU, sumando 59 diputados en el Congreso Nacional de los 128 que lo conforman (más 43 del partido Nacional, 22 del partido Liberal, 1 de la Democracia Cristiana, 1 del partido Anticorrupción y 2 independientes).

A ese contexto de agitación política se suma el intento desesperado del partido Nacional por neutralizar la herencia nefasta de un gobierno y un gobernante ante el cual el partido funcionó como socio menor, complacido, complaciente y subordinado, pretendiendo aparecer ahora, según lo señalan en su último Comunicado, con términos textuales, como el abanderado de la lucha contra la criminalización de la protesta y de la libre expresión; el derecho a la insurrección en defensa del orden constitucional; el abuso excesivo de la discrecionalidad; los intereses políticos para instaurar una dictadura; el mantenimiento del secreto para ocultarle información relevante a la población; la usurpación peligrosa de las competencias constitucionales del Ministerio Público y la Corte Suprema de Justicia; las órdenes de detenciones contra la ciudadanía de manera unilateral”; la violación de la intimidad de los ciudadanos; las escuchas y vaciados telefónicos, correos electrónicos y cuentas de redes sociales sin órdenes judiciales ni acompañamiento fiscal; para terminar demandando la eliminación de la ley especial y del artículo constitucional que le da vida, todo ello para iniciar una verdadera lucha contra la criminalidad en todas sus expresiones (crimen organizado, extorsión, feminicidios) en favor de un pueblo que día a día se enluta y que en este momento es presa del medio y la angustia… exigiendo brindar a la ciudadanía hondureña la certeza de poder vivir en paz y tranquilidad (partido Nacional, 31 de agosto de 2022).

Este comunicado pudo tener fecha de cualquiera de los ocho años anteriores y encajaría perfectamente en la época, el gobierno y el gobernante, solo que en ese momento nunca se atrevieron a publicarlo porque eran cómplices de un gobernante que hizo todo lo que ahí indican y que ahora lo sacan a la luz para asustar a los incautos, introducir la duda en los ingenuos y capitalizar un poco a su desprestigiado partido apareciendo como la mejor opción de oposición democrática en este momento.

El partido Liberal, por su parte, parece decidido a marcar distancia con respecto a su antiguo socio en las decisiones parlamentarias que llenaron de fango la imagen del poder Legislativo y permitieron que se impusiera un gobierno autoritario que ellos mismos avalaron en aras de una supuesta gobernabilidad que les redituó de manera constante y sonante en los doce años de control absoluto del partido Nacional sobre las decisiones parlamentarias, gracias a su condición de socio fiel, complaciente y subordinado.

Mientras trascienden las pláticas y la disposición a los acuerdos entre las bancadas de LIBRE, PSH y PL en torno a la Ley del Consejo de Defensa y Seguridad, en lo que parece ser un prometedor avance en la lucha por el desmontaje de la estructura de impunidad, corrupción y control represivo del anterior gobierno, líderes del partido Liberal, con Yani Rosenthal y Mauricio Villeda a la cabeza, salen a declarar sin ningún pudor, sin la menor vergüenza y con la osadía que da la ignorancia, que “uno de los grandes aportes del partido Liberal es que el alto mando militar haga parte del CDSN” ya que “en el proyecto en debate se ha excluido al miembro especializado quedando SÓLO la presidenta y el ministro de defensa” y “debe incluirse al alto mando militar representado por el jefe del Estado Mayor Conjunto”.

Imagino que se están revolviendo en su tumba el expresidente Ramón Villeda Morales (1959-63) derrocado por un golpe militar al finalizar su mandato y el mismo expresidente Carlos Roberto Reina (1994-1998) quien impulsó los cambios más profundos que permitieron reafirmar la supremacía civil sobre las Fuerzas Armadas y seguramente más de alguno de los auténticos liberales que todavía quedan dentro de ese partido hoy prehistórico y en franca contradicción con los principios esenciales del liberalismo.

Lo que parece más increíble es que ni siquiera el anterior gobernante, autor de esa aberrante concentración de poder en el todavía vigente Consejo Nacional de Defensa y Seguridad SE ATREVIÓ A INCLUIR A LOS MILITARES EN EL CONSEJO, teniendo claro que él era quien presidía el alto mando y que su ministro de defensa era su brazo político y legal para conducir a las Fuerzas Armadas el cual era y es, de acuerdo a la ley, “el encargado de lo concerniente a la formulación, coordinación, ejecución y evaluación de las políticas relacionadas con la defensa nacional y la conducción de los asuntos que corresponden a las Fuerzas Armadas de Honduras”.

Al diputado Villeda, hijo del expresidente Ramón Villeda Morales, derrocado por un golpe militar, le preocupa que el Jefe del Estado Mayor Conjunto quede fuera del Consejo Nacional de Defensa y Seguridad y no termina de entender que a sus dos jefes civiles les corresponde estar en el Consejo porque son los que deciden en temas de defensa por mandato constitucional y a las fuerzas armadas les toca ejecutar las directivas que emanan directamente de sus jefes inmediatos, de la misma manera que lo hace la policía y por eso no está incluida en el Consejo.

Qué lamentable el papel de los partidos Nacional y Liberal en esta coyuntura histórica de rescate de nuestro país! Dan pena sus liderazgos anquilosados y prehistóricos, y más pena que no afloren liderazgos nuevos que le den una notable sacudida y empiecen a presentar una cara renovada, con mirada de mundo, con vocación democrática y con visión estratégica! La historia se abre paso con nuevos partidos en el escenario legislativo, LIBRE y PSH; a ellos les toca aprender de los errores de los partidos Liberal y Nacional, aprender a establecer alianzas y respetar sus límites y posibilidades, a conocer los grandes desafíos de la construcción democrática, a estudiar los temas en debate antes de exponerse públicamente, a evadir las trampas de la ideologización, a diferenciar las amenazas reales de las inventadas, a poner límites a los excesos y a descubrir lo que dicen las líneas y las entrelíneas, con la razón y no con la ideología! Ojalá que la bancada del partido Liberal sepa entender que la tarea inmediata va más allá de ver quienes están a la derecha y a la izquierda y aprender a ver quiénes están adelante y quiénes están atrás en la marcha acelerada de nuestra historia… Ojalá!

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