“En medio de la noche, noche oscura, noche larga que mi pueblo soportaba, y en silencio como un niño su esperanza alimentaba, de pronto en esa noche como luces prendidas mi pueblo se encendida y este niño que esperaban sus manitos levantaba”. Así dice una canción que frecuenta las ondas de Radio Progreso.
Así como en la canción, algo nuevo está naciendo en el pueblo hondureño. En su sangre corre la alegría y la esperanza por haberse sacudido de la maldad hecha personas, los que mutilaron los sueños por más de una década, los que arrinconaros al pueblo a huir masivamente, los que pisotearon la soberanía y destruyeron cuánto institución pública había.
“Algo nuevo está naciendo, en mi pueblo está latiendo, algo nuevo está naciendo con los pobres va creciendo”, nos sigue cantando la radio. Lo nuevo está naciendo en los jóvenes, quienes participaron activa y masivamente en el reciente proceso electoral y su voto fue determinante para abrir un nuevo escenario político.
Lo nuevo está naciendo en las mujeres, con una participación activa y determinante como sujetas transformadoras del ámbito político y de la administración pública. La transición que se abre mucho se lo debemos a su papel activo como conductoras del Consejo Nacional Electoral, como candidatas y como electoras. Lo nuevo que nace huele a mujer y a nueva cultura política ciudadana.
Y algo nuevo nace en el pueblo de Guapinol, su dignidad y la fuerza de los ocho presos advierten que la última palabra, no está en los empresarios mineros, narcos y corruptos. El murmullo de la historia anuncia que la última palabra siempre la tienen los pueblos y ellos también saben hacer justicia.
La iglesia católica estos días celebra el tiempo de adviento, un tiempo para la esperanza, para nacer de nuevo, un tiempo que nos invita a recordar el pasado, nos impulsa a vivir el presente y a prepararnos para el futuro. Y ese futuro que nace en Honduras sabe a rebeldía y compromiso, sabe a paz y justicia, sabe a tierra y libertad.
