Radio Progreso

La legitimidad democrática no es otra cosa que confianza ciudadana. Esta legitimidad se gana con la manifestación de la voluntad popular a través del voto en elecciones libres y justas.

Por ello, no cabe duda que cada una de las 128 diputadas y diputados del Congreso Nacional tiene legitimidad, pues, además, es un poder del Estado que refleja lo diversa que es la sociedad.

No obstante, esa legitimidad de origen no dura para siempre ni es un cheque en blanco para que las personas electas hagan lo que les dé la gana o tomen decisiones que atenten contra los derechos de quienes les eligieron.

En este sentido, la legitimidad debe ganarse continuamente mediante el ejercicio correcto del mandato para el cual fueron electas las personas diputadas y demás representantes de la voluntad popular.

La crisis que vive el Congreso Nacional es un factor muy importante en la pérdida de la legitimidad que algunos diputados y diputadas lograron mediante el voto popular, y que ahora con sus actuaciones la están perdiendo.

La salida a esta crisis pasa por el reconocimiento de que el uso del poder nunca será democrático cuando resulte lesivo a los derechos de las personas o cuando se ejerce al margen o por sobre la ley y la Constitución.

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