Por: SEGISFREDO INFANTE

            Los estados de ánimo de los lectores pueden modificarse entre una semana y otra, según se trate de circunstancias inmediatas, de salud o descontroles climáticos. Por eso es provechoso intercalar en los artículos de opinión, aunque sea muy a las cansadas, una anécdota real o metafórica relacionada con sucesos históricos; o intercalar una breve alusión de una importante película de época. Ello sin disolver la seriedad que debe caracterizarnos, por dilección a los buenos amigos lectores.

            Por lo que respecta a José Cecilio Díaz del Valle, me parece haber leído casi toda su obra dispersa y condensada por biógrafos, reseñistas y antólogos posteriores, entre ellos Ramón Rosa, Valle Matheu, Heliodoro Valle, Louis E. Bumgartner, Pineda Madrid, Juan Valladares Rodríguez, Medardo Mejía, Eliseo Pérez Cadalso, Rafael Leiva Vivas, Ramón Oquelí Garay, Jorge Mario García Laguardia, Carlos Meléndez Chaverri, Elvia Castañeda, Julio Escoto, Oscar Soriano, Matías Funes Valladares, Rafael Roché, Rolando Sierra Fonseca, Alejandro Gómez, Segisfredo Infante, Gustavo Zelaya Herrera y Horacio Ulises Barrios. Es muy poco lo que se ha escapado de mis manos y mis ojos. Amén de ello, siempre reaparece una nota olvidada por aquí o por allá. Tal es el caso de la renuncia de José del Valle interpuesta el 25 de marzo de 1823, ante el emperador “Agustín Primero”. Vale la pena transcribirla completamente, con apostillas marginales:

            “Señor: El 22 de febrero último se dignó V.M. nombrarme Secretario de Estado y del Despacho de Relaciones Interiores y Exteriores. (…) El 23 hice presentes diversas consideraciones para que en obsequio de ellas se sirviese exonerarme de un empleo tan delicado en circunstancias tan difíciles. V.M. no tuvo a bien acceder a mi súplica: yo respeté la voluntad de V.M., y el 25 siguiente presté el juramento de estilo. He procurado llenar mis deberes: ha sido recta: ha sido pura mi intención: no he tenido otro objeto que el bien general: he trabajado día y noche, y continuará el trabajo, pero siempre en el bien de la Nación. Pero mi salud comienza a quebrantarse, y por el correo de esta fecha, he recibido carta de mi familia en que se me manifiesta la necesidad urgente de regresar al seno de ella, para que no se arruinen mis intereses. Es crítica la posición de este Imperio: acaso lo será cada día más; y dilatando mi viaje llegaría tal vez el caso de ser imposible atravesar más de cuatrocientas leguas que me separan de mi familia. (…) “Reiterando pues mi reconocimiento a los honores con que V.M. se ha dignado distinguirme, hago desde luego dimisión del Ministerio que sirvo, y suplico respetuosamente a V.M. se sirva admitirla, para que no sufra mayores quebrantos mi amada y virtuosa familia. México, 25 de marzo de 1823. José del Valle.” Al margen de la solicitud de José del Valle aparece la siguiente inscripción: “Tacubaya” 26 de marzo de 1823. (…) “No accedió S.M.Y. a la solicitud y lo dijo verbalmente al Ministro. Rúbrica.” (Archivo “Genaro Estrada” de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México. L-E 385 (II) f. 3).

            Todos sabemos que José Cecilio Díaz del Valle estuvo preso durante seis meses aproximados, acusado de sedición, junto a otros patriotas republicanos de aquella época, por orden previa del serenísimo “Agustín de Iturbide Primero”, circunstancia que Del Valle aprovechó para hojear y leer los libros y los mapas que se encontraban en el segundo convento en donde había sido confinado. El contexto histórico de aquel momento específico fue el siguiente: Agustín de Iturbide constituyó el cuatro de octubre de 1821 el primer gabinete del México independiente, nombrando Secretario de Estado en el Despacho de Relaciones Interiores y Exteriores a José Manuel Herrera. Al aceptarle a este su renuncia, “queriendo S.M. lo reemplace un sujeto en quien se reúnan iguales circunstancias”, se ha dignado nombrar para tal Secretaría de Estado a Don José del Valle, diputado que fue de Guatemala. Valle se convirtió de este modo en el segundo Ministro de Gobernación y Relaciones Exteriores. En realidad se trataba de un puesto estatal con poderes plenipotenciarios, análogos a los de Ramón Rosa en Honduras, durante el gobierno de su primo hermano Marco Aurelio Soto, varias décadas más tarde.

            Se reconfirma, en consecuencia, que José Cecilio del Valle rechazó en dos oportunidades aquella titularidad ministerial; renuncias que fueron rehusadas por el emperador, quien poco antes había sido perseguidor y casi verdugo del “Cicerón de América Central y México” (Segisfredo Infante, año 2021), en tanto que su verdadero proyecto era desanexar a las “Provincias Unidas del Centro de América” y retornar al nido familiar en la capital de Guatemala. También es probablemente cierto aquello de los quebrantos de salud de José del Valle, que comenzaron a agravarse a partir de haberle sido robada la presidencia de la República Federal en las elecciones de 1825, mismas que había ganado limpiamente.

Loading

¿De cuánta utilidad te ha parecido este contenido?

¡Haz clic en una estrella para puntuar!

Promedio de puntuación 0 / 5. Recuento de votos: 0

Hasta ahora, ¡no hay votos!. Sé el primero en puntuar este contenido.

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here