Por: SEGISFREDO INFANTE
Una vez sugerí a mis alumnas que levantaran la mano aquellas que quisieran imitar a doña Josefa Lastiri, en su actitud maternal y desprendida de recoger y criar a los hijos dispersos de su esposo Francisco Morazán Quesada. Sólo dos muchachas levantaron la mano en señal de aprobación. Las demás expresaron de manera enfática que ellas no eran tontas. No dejé de sorprenderme, considerando que las secciones universitarias de “Historia de Honduras”, en aquellos días, redondeaban ciento veinte estudiantes. Lo cual significaba un promedio de sesenta mujeres por aula. También murmuraron que los hijos de ellas serían únicos y que los demás, nacidos en otro lado, “no pintaban nada”. Perdieron de vista que les había explicado que Morazán se hizo cargo de los cuatro hijos previos que doña Josefa Lastiri había dado a luz de su marido anterior.
La bibliografía morazánica es la más vasta que se ha escrito, durante dos siglos de vida republicana, sobre un personaje histórico hondureño. No sólo en nuestro país, sino también en El Salvador y Guatemala. Me informaba Julio Rodríguez Ayestas (QEPD), que los cadetes salvadoreños, previo a graduarse de tenientes o subtenientes, estaban obligados a escribir una tesis sobre alguna batalla específica en la que habían participado Francisco Morazán y sus seguidores. Por otro lado, en la década del ochenta, desde el “Comité Académico de la Carrera de Historia” de la UNAH, invitamos en medio de una festividad a Ramón Oquelí Garay a que ofreciera una charla morazánica, sin ningún impedimento, conocida su pasión intelectual por José del Valle. La brillante disertación la bautizó con el nombre “La fama de un héroe”, que más tarde editamos (1984) mediante el formato de la “Colección Cuadernos Universitarios.”
Sin embargo, la bibliografía sobre María Josefa Úrsula Francisca de la Santísima Trinidad Lastiri Cruz, es extremadamente escasa. Como también es escasa la bibliografía sobre la narradora modernista “Rafaelita” Contreras, costarricense de nacimiento, hija del periodista y orador hondureño Álvaro Contreras, y primera esposa del poeta nicaragüense Rubén Darío. La excepción de la regla es el libro titulado “La batalla del amor: María Josefa Lastiri”, de la escritora Elvia Castañeda de Machado (QEPD), una mujer talentosísima más conocida como “Litza Quintana”, cuya obra fue recopilada con motivo del bicentenario del nacimiento de José Francisco Morazán Quesada Alemán (1792-1992), por iniciativa de Rafael Jerez Alvarado (QEPD), de la Academia de Geografía e Historia de Honduras, a la cual fui incorporado el año siguiente, es decir, en 1993.
“La batalla del amor” es un libro singular. Sospecho que se trata de una recopilación de artículos previos publicados en un periódico capitalino. “Doña Elvia” se empeñó, con el auxilio del archivista Julio Rodríguez Ayestas, en averiguar todo lo que fuera posible sobre la vida de Josefa Lastiri, de sus padres, su primer esposo (Esteban Travieso), sus hijos y su lucha por asumir los ideales del proyecto centroamericanista de José del Valle, Pedro Molina, Francisco Barrundia, Dionisio de Herrera, el sacerdote Francisco Antonio Márquez, y de su segundo esposo Francisco Morazán Quesada.
La pareja de repúblicos contrajo nupcias en Comayagua un 30 de diciembre de 1825, casi en vísperas de año nuevo. La hacendada “Doña Josefa” se casó, con Francisco Morazán, llevando además de una herencia riquísima, cuatro vástagos de su matrimonio anterior. Sus hijos con el terrateniente fallecido Esteban Travieso, son los siguientes: Ramona, Paulina, Tomasa y Esteban Travieso. Con Morazán solamente procreó una hija, conocida en los anales cronológicos como Adela Morazán Lastiri (“Adelita”), quien dejó descendencia directa en la República de El Salvador.
Según investigaciones separadas de Elvia Castañeda, Julio César Navarro y Miguel Ángel Cabrera, los hijos “naturales” de Francisco Morazán, teóricamente suman seis: Antonio Ruiz Zelandía, Francisco Morazán Moncada, Nicolás Fuentes, Josefa Fuentes, Faustina Ruiz y Dolores Freer Escalante. Algunos fueron recogidos por doña Josefa Lastiri, hasta las últimas consecuencias. Es una prueba de amor genuino que va más allá de lo imaginable, dadas las circunstancias políticas conflictivas de aquella lejana época, infestada de guerras cruentas. El hijo Morazán Moncada, quien estuvo junto al héroe en los últimos instantes de su vida, finalmente se instaló en Nicaragua con el fin de retirarse de la política y dedicarse a la agricultura. Uno de los datos curiosos es que una hija de Francisco Morazán Moncada, se llamó Mercedes Morazán Venerio, quien se casó con el señor Rafael Infante. De tal relación se derivó la numerosa familia Infante Montealegre Morazán Venerio, cuyos apellidos fueron extinguiéndose en el curso de las décadas. También aparece en la lista de descendientes “Chepita” Infante Morazán de Montealegre, y creo que LA TRIBUNA entrevistó a un tataranieto de Francisco Morazán: el señor José Montealegre Infante Seydel Morazán. ¡!Sea!!
Sr. Infante, admirable exposición y muy interesante anécdota al inicio del artículo, el cual vemos hoy reflejado en la sociedad. Muy interesante la vida de la esposa de Morazán, la cul no solamente su nombre es extenso sino su historia. Gracias por este artículo