Por: Segisfredo Infante

Allá por el mes de octubre de 1985, redacté un ensayo sobre la “Tercera Etapa de la Revista Ariel” y sus “Incidencias Culturales”, que dirigió con buen suceso Medardo Mejía. Revisando aquel manuscrito académico, después de treinta y ocho años, puedo detectar las fortalezas, ingenuidades y falencias de un joven escritor provinciano que trataba de comprender los vacíos identitarios de la nación hondureña. Aquel ensayo juvenil nunca se publicó, aun cuando lo he mencionado en un par de artículos.

Realizaré, por ahora, una especie de rescate fragmentológico medardiano citando renglones intercalados del manuscrito de cuarenta y siete páginas. Los dos primeros párrafos del ensayo comienzan, literalmente, del modo que sigue: “La presente investigación obedece en primer lugar a esa necesidad perentoria de escudriñar el fenómeno de la identidad y cultura nacionales, en este caso particular a través de los aportes especiales de la Revista Ariel en su Tercera Etapa, tomando muy en cuenta el momento histórico de su circulación: de julio de 1964 a septiembre de 1976. Luego la escogencia responde al interés personal encaminado hacia una lectura más detenida de los mejores logros ensayísticos de Don Medardo Mejía, su Director, y de los demás colaboradores próximos, sin olvidar por ello los trabajos de autores extranjeros.”

“Conociendo en términos generales el fenómeno de la cultura del país, se puede formular que Honduras se destaca en este sentido por una notable dispersión cultural de valores individuales y colectivos, y por la ausencia de una bien definida identidad histórica. La Revista Ariel en todas sus etapas, y con mayor relevancia en la tercera, ha tratado de llenar esa suerte de “vacío” de valores recogiendo lo mejor del legado de generaciones anteriores en los planos históricos, literarios y sociológicos.”

Siguiendo las páginas subsiguientes del manuscrito añadimos e intercalamos: “Despejar la paradoja que arriba se sugiere es en parte uno de los problemas a resolver en tanto fenómeno político-cultural de arraigadas implicaciones históricas.” (Me refería al contenido de las páginas anteriores del texto respecto de las dificultades que encontraban, más o menos, los librepensadores en los ambientes latinoamericanos represivos de la década del sesenta, y asimismo en otros quinquenios).

“Pues bien, amén de que la Revista Ariel mantuvo siempre un hilo conductor que le dio continuidad desde el comienzo hasta el final”, incorporó “la cuestión histórico-literaria haciendo de la revista toda, un compendio de rescates y renovaciones en los planos eminentemente socio-culturales.” Y considerando “que los conceptos de cultura e identidad nacional o más específicamente el tema de la cultura hondureña NO ha sido trabajado a profundidad por ningún autor nacional en el sentido estricto en que la investigación histórico-social lo concibe” (por lo menos hasta 1985), “es forzoso, por esta misma razón, referirse cuando menos a las generalizaciones semánticas (sinonimias y antonimias) que nuestros autores lugareños han empleado para poco más o menos enmarcar o significar los problemas enunciados en los párrafos anteriores, a saber: La idea de autonomía, soberanía y dignidad nacionales que aplican Froylán Turcios y otros autores en el Boletín de la Defensa Nacional” durante la guerra civil, estado de sitio y la presencia de doscientos marines estadounidenses en 1924, suceso histórico sobre el cual han incursionado varios autores maduros, jóvenes y de reciente data.

Aquella noción autonomista, o hispanoamericanista, de Enrique Rodó primero y de Froylán Turcios después, entretejida en la primera etapa de la “Revista Ariel”, la recogió y la amplió Medardo Mejía en la década del sesenta del siglo pasado, y de alguna manera, con anticipación, Rafael Heliodoro Valle en varios de sus libros reproducidos por la vieja Editorial Universitaria de la UNAH, “con los cuales el autor al tiempo de facilitar una fuerte información bibliográfica recoge determinados aspectos de la historia de los valores nacionales. Esto sin dejar de mencionar las más importantes semblanzas (histórico-biográficas) elaboradas por Ramón Rosa, Rómulo E. Durón, Víctor Cáceres Lara, Reina Valenzuela, Rafael Bardales, Ramón Oquelí y por el mismo Medardo Mejía en ensayos tales como “Capítulos provisionales sobre Paulino Valladares”, reproducido en El Cronista Dominical del 28 de junio de 1981.”

A manera de primera conclusión: “La Revista Ariel rescata y difunde valores nacionales individuales y colectivos, en tanto que Honduras es en este plano una sociedad de cultura incoherente y de valores soterrados, lo mismo que carente de una verdadera memoria histórica por la superficialidad en el conocimiento y autosostenimiento de sus atributos constitutivos, y por el desconocimiento sustancial de su génesis histórica expresada en enormes vacíos de información y tradición patrimonial.” Etc.

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