Por: SEGISFREDO INFANTE

            Creo que Herbert Marcuse fue uno de los primeros escritores del siglo veinte en detectar que para Guillermo Hegel la “Razón” era el verdadero motor de la “Historia”, en tanto que “el sujeto actual o fuerza motor de la historia es el espíritu.” Es decir, a partir de la obra de Hegel se puede presuponer que existe una triada identitaria entre los conceptos de “Razón”, “Espíritu y “Pensamiento”, porque este último está llamado a “gobernar la realidad”. Inclusive la libertad, en esta misma perspectiva, es una forma de la razón. No olvidemos que el filósofo alemán es producto indirecto de la Ilustración francesa. Pero como filósofo autónomo desea reinterpretar el concepto de “Razón” que había sido endiosado, abusado y estropeado por los ilustrados europeos, y especialmente por los revolucionarios franceses de finales del siglo dieciocho.

            A la par que Hegel desea distanciarse de la libertad autodestructiva de los dirigentes jacobinistas de la gran Revolución francesa, Herbert Marcuse desea tomar una distancia sustantiva respecto de los marxistas ortodoxos de su propia época. Conviene recordar que el mismo Karl Marx había rechazado, abiertamente en su juventud, la filosofía hegeliana, para caer en los brazos del materialismo mecanicista de Ludwig Feuerbach. En su periodo de madurez Karl Marx intenta regresar, subrepticiamente, hacia algunas categorías filosóficas de Hegel, sobre todo en el tomo primero de “El Capital”.

            En sus tiempos de juventud Karl Marx fue uno de los más importantes abanderados (acompañado por Federico Engels) de la teoría de la violencia como “partera de la historia”, suavizando un poco su lenguaje precoz al observar, posteriormente, la democracia estadounidense y el parlamentarismo británico. Desde luego que hay otros autores que han trabajado el concepto de “violencia” histórica extrema como Georges Sorel, quien a su vez ha ejercido influencia sobre los anarquistas, los fascistas, los terroristas y quizás las nuevas izquierdas. También existe la teoría de “la guerra total” de Von Clausewitz, quien ha sido malinterpretado por aquellos que sólo han leído el comienzo de su libro clave.

            Hegel nunca negó la existencia del poder creador de las contradicciones. Es más, se trata del filósofo que por primera vez trabajó sistemáticamente, históricamente, la teoría de la pugna y unidad de los contrarios, siguiendo en este punto algunos esbozos de la “Metafísica” del viejo Aristóteles. Sin embargo, para Guillermo Hegel la contradicción antagónica solamente adquiere sentido humano cuando encuentra la posibilidad de la reconciliación de los contrarios, bajo la tutela del Estado racional. (No del “Estado totalitario” como han deducido algunos malos lectores de Hegel). Tal reconciliación es posible si la razón espiritual pensante se convierte en el motor de la “Historia”, tal como fue posible en los Estados-ciudades de la Grecia Antigua, en su periodo de madurez.

            No recuerdo en este momento el nombre de un investigador que sugiere que el surgimiento de la civilización sólo fue posible gracias a la cooperación pacífica de los integrantes de la sociedad de que se trate. En ausencia de los factores de cooperación hubiese sido imposible el surgimiento de las sociedades civilizadas primigenias. El hombre, por el contrario, se hubiese hundido en la jungla y en el canibalismo. De hecho se ha demostrado, mediante investigaciones arqueológicas recientes, que la primera civilización indígena del continente americano, surgió y se desarrolló pacíficamente, muy ajena a las guerras, a las ejecuciones y a los “dioses” guerreros. Me refiero a la civilización de “Caral”, en donde algunos de los primeros pobladores del mundo prehispánico lograron juntarse cooperativamente, y construir los primeros emplazamientos urbanísticos. Esto significa que en “Caral” había un pensamiento colectivo subyacente que conectaba con el ombligo de una “Razón” oculta. Lástima que Hegel nunca supo de la existencia de estas civilizaciones pacíficas primigenias.

            Volviendo al nudo toral de nuestro artículo. Existe la faceta creadora de las contradicciones. Sin embargo, a la luz de la fatídica experiencia del siglo veinte, las guerras podrían conducir al exterminio de la especie humana. Y entonces la supuesta “razón histórica” se convertiría en una sin-razón total. En consecuencia la “Razón” sólo puede cobrar un nuevo sentido únicamente si se piensa que tal “Razón” es fundamental siempre y cuando se busque intensamente, sin hipocresías, la conciliación social. Marcuse retoma la idea hegeliana que “El mundo en la realidad no es tal como aparece, sino tal como es comprendido por la filosofía.” En tanto que “los hechos en sí mismos no revelan nada”, a menos que sean sometidos a teorías adecuadas o a categorías filosóficas. Al final, y “a pesar de todas las desviaciones y derrotas, a pesar de la miseria y del deterioro”, el Espíritu humano alcanzará su gloriosa meta. Entonces el concepto de “Razón” espiritual como motor de la “Historia” se convertirá, desde mi punto de vista personal, en el motor principal de casi todas las acciones humanas encaminadas hacia lo trascendente.

            Tegucigalpa, MDC, 29 de septiembre del año 2019. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el jueves 03 de octubre de 2019, Pág. Cinco).

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