Por: SEGISFREDO INFANTE

 

            Julián Marías (1914-2005) fue el principal discípulo directo de José Ortega y Gasset. Nació justamente el año en que Ortega publica su libro fundacional de la filosofía española. E hispanoamericana. Me refiero a sus “Meditaciones del Quijote”. Libro que pasó desapercibido porque algunos lectores superficiales creyeron que se trataba de una obra literaria del filósofo. En el mejor de los casos una obra filosófica cargada de metáforas más o menos novedosas. Dice Julián Marías Aguilera que aquel texto, en aquel entonces, apenas lo leyeron seis personas. Y habría que preguntarnos cuántas personas lo entendieron. No importa, la gran “Filosofía”, la “Ciencia” y la mejor “Teología”, se abren paso en medio de los escombros y de las jergas de cualquier época penumbrosa y dolorosa.

            He venido leyendo con paciencia uno de los últimos libros publicados por Julián Marías, mientras el hombre estaba vivo. Se trata del grueso volumen “Entre dos siglos”, publicado por Alianza Editorial en el año 2002. Es un compendio de artículos periodísticos y filosóficos (diríase que a veces políticos) que tienen como propósito central realizar un recuento de los “Seis siglos de filosofía moderna”, y especialmente de la filosofía del siglo veinte, con mirada retrospectiva, pero de cara a los primeros acontecimientos azarosos del siglo veintiuno, en que el filósofo se vio sumergido. Julián Marías sostuvo en algún momento de su vida que había que estar en “la hondura de los tiempos”, contrariando un poco a su maestro Gasset sobre aquello de “la altura de los tiempos”. Por eso dentro del libro que estamos aquí trabajando, hay un artículo titulado “Adónde va la filosofía”.

            Por ahora me detendré, principalmente, en una parte del contenido de su artículo-ensayo “Pensar y escribir”, publicado originariamente en “ABC”, el 24 de noviembre del año finisecular 1998. Ejercitaré la técnica del parafraseo pero también la cita textual. Para empezar Unamuno distinguía entre los que piensan para escribir y los que escriben porque han pensado. Personalmente me inscribo, sólo en una primera instancia, en el segundo grupo, aquí en los arrabales pendencieros de un país llamado Honduras. Julián Marías sugiere, para sí mismo, “una tercera posibilidad: escribir para pensar”. Esto es, la escritura periodística concebida como un punto de arranque para futuras reflexiones.

Estoy de acuerdo con Marías Aguilera siempre y cuando se trate de artículos periodísticos en donde apenas se pueden graficar, o esbozar, algunos pensamientos que podrían estar cargados de proyectos y de utopías subyacentes, a fin de anticipar tiempos propicios para imprimir libros más reposados y juiciosos, en caso que haya imprentas y editoriales hondureñas capaces de publicar libros pluralistas sin mayores costos ni prejuicios. De hecho considero que el día cercano o lejano que un grupo de personas revise los artículos más serios que se encuentran dispersos en revistas y periódicos amarillentos, los futuros historiadores, pensadores y bibliógrafos encontrarán joyas del pensamiento multilátero más profundo, ahí donde menos se les espera. Y que tal vez publicarán.

Veamos algunas de las expresiones literales de Julián Marías: “casi todo lo bueno o lo malo que ha acontecido en la historia ha tenido detrás un acierto o un error intelectual. Y creo que casi todos los males que, a pesar de tantos recursos, padece el mundo actual se debe a que se han aflojado los resortes del pensamiento.” (…) “El hombre sabe muchas cosas, pero no de modo suficiente, no toma posesión de lo que sabe, renuncia a ello, vive por debajo de sí mismo. Con demasiada facilidad acepta lo que “se dice” y renuncia a su propia evidencia. Esto es lo que hace posible la pavorosa manipulación de que somos testigos.” (…) “La intelección es lo más parecido a la aprehensión física con las manos”. (…) Y “la lengua es el instrumento, pero a la vez exige que se cumplan sus requisitos. La lengua conduce al pensamiento, y el general descenso lingüístico en casi todas partes es la causa de la evidente crisis del pensamiento. Gran parte de lo que se “dice” no es lenguaje, sino meros restos de lo que se puede y debe ser. Los recursos técnicos, que podrían ser un instrumento inapreciable, se convierten con frecuencia en causa de la destrucción del lenguaje, que arrastra al pensamiento.” (…) “Por eso hay que escribir para pensar. Para pensar de verdad y a fondo.” (…) “La maravilla de Occidente es haberse nutrido sobre todo del pensamiento griego, conservado en escritos de frecuente perfección.” (…) “El siglo XVII fue de prodigioso acierto, especialmente en manos de Descartes y Leibniz. Fue la época de los libros breves, diamantinos, pensados con rigor, escritos con calma y concisión, dando todo su valor a cada palabra.”.

Aquí me detengo. Pero debo expresar que recuerdo con nostalgia la década del noventa del siglo pasado, en que compartíamos con unos cuatro amigos algunos de los textos filosóficos centrales de Julián Marías, sin ningún tratamiento despectivo hacia el lenguaje filosófico. Mientras tanto retomaré, de vez en cuando, los textos de pensamiento riguroso de aquel pensador español con el cual mantuve cierta correspondencia epistolar.

 

Tegucigalpa, MDC, 02 de junio del año 2019. (Publicado en el diario “La Tribuna” de Tegucigalpa, el domingo 09 de junio de 2019, Pág. Siete).  

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