Todos creíamos que, si ganaba Trump las elecciones de 2024, las cosas serían muy complicadas para los estadounidenses; y, para el mundo. Lo que no esperábamos es que a su torpeza y escasa atención a los asuntos sobre los que toma decisiones, seria suplida por la energía, los intereses, habilidades intelectuales; y visiones apocalípticas de Elon Musk. Y que los intereses del capitalismo digital y la competencia con China serian atendidos desde una órbita teórica alejada de la filosofía estadounidense y el mundo occidental. La que desde 1945, ha asegurado un “orden mundial” que, al margen de sus debilidades, ha impedido la guerra nuclear. Y asegurado la superioridad económica y militar de los Estados Unidos.
Menos esperábamos que la continuidad del espíritu de Yalta – en que las tres potencias se repartieron las zonas de influencia geográfica — y su ampliación en el espíritu de Helsinki que garantizo fronteras y derechos territoriales y sistemas democráticos, seria interrumpida y sustituida por un imperialismo autoritario que los teóricos estadounidenses han negado; o, disimulado en forma constante.
Estados Unidos es un imperio que nunca ha querido serlo. Su aislacionismo durante la I Guerra Mundial, la reticencia para entrar a la II conflagración; y su desempeño al final, garantizo la libertad y el desarrollo de occidente para contrastarlo desde 1946 con el modelo autoritario de la Unión Soviética, ahora abandonado por Musk que cree que el mundo es un espacio donde se gana dinero por las buenas; o por las malas. Y que los valores de occidente, son una tontería porque lo que hace falta es ganar dinero, en vista que es el único valor real que legítima la conducta del ser humano. El idealismo estadounidense, el pragmatismo gringo; y el utilitarismo filosófico que preconiza la libertad y la democracia para hacer posible el éxito de cada uno según sus fuerzas y habilidades, es ahora sustituido por el gansterismo cerril, el asalto, la amenaza, el chantaje y la extorción. Trump atemoriza a sus aliados, chantajea a sus adversarios; y destruye todas las alianzas entre los estados democráticos, poniendo en peligro la existencia de occidente, destruyéndolo y exponiéndolo al peligro de un mundo que pueda ser dominado por el autoritarismo, la dictadura y la servidumbre.
Trump entiende poco de teorías filosóficas. Muy poco le interesan. Él buscaba la revancha contra sus adversarios, la amplitud de los espacios para darle vuelo a su ego desmesurado; pero sin interesarle el concepto de la libertad que manejan Musk y Vance que ven a la UE como su enemiga porque exige que las tecnológicas deben comprometerse en la defensa de la verdad, suprimiendo la impunidad para mentir en las redes sociales. Y a diferenciar los gobiernos democráticos de los autoritarios.
Ahora se discrimina a los amigos de los enemigos, para darle rienda suelta a la admiración hacia Putin que pronto va a cumplir treinta años de gobernar y no es para Vance un dictador. En tanto el Presidente de Ucrania si lo es porque ha extendido su mandato porque su país está invadido por Rusia, a la que se le exime de responsabilidades militares y políticas. Culpando a los ucranianos.
Trump entiende que Estados Unidos tiene que ganar tiempo para enfrentar a China. Y que, para ello hay que eliminar la dependencia de Putin de los chinos. Sabe que urge espacios para desarrollar cohetes supersónicos, sin los cuales las fuerzas navales de Estados Unidos, se tornan irrelevantes. Como Napoleón Bonaparte cree que en la defensa de su nación, todos sus actos son legales, justos y moralmente legítimos. Musk lo manipula y le obliga a firmar. Le ha tomado el gusto al poder por el poder y al miedo que provoca entre sus “enemigos” – reales o inventados – llegando a imaginarse como el primer Rey de los Estados Unidos.
Los estadounidenses quieren ser un imperio sin que lo parezca. Buscan ser admirados y queridos, mas que temidos. Por ello, una vez que termine la luna de miel, rechazaran a Trump, descubriendo que se equivocaron al haber desoído el consejo de Eisenhower que previno de la alianza de los empresarios y su intervención en el gobierno. Cuando descubran que Musk los lleva a la guerra, que rechaza la libertad y la democracia; y que el bienestar suyo está comprometido con la persecución a los emigrantes y la perdida de respeto del mundo, le darán la espalda a Trump. Las instituciones republicanas reaccionaran. Y pronto.