Por Elsa Ramírez
Entramos al último mes del año, diciembre donde los vientos que soplan traen sabor a Navidad y por ende la víspera de un nuevo año, que todos confiamos llegará repleto de agradables sorpresas.
La Navidad se viste de colores en la Corona de Adviento, pues inicia el Tiempo de Adviento este 3 de diciembre, las primera dos semanas sirven para meditar sobre la venida del Señor y las dos siguientes para reflexionar sobre el nacimiento de Jesús.
La corona de adviento se enciende en Nochebuena y contiene 5 velas: morada que significa conversión; verde: esperanza; rosada: la alegría porque se acerca el nacimiento de Jesucristo; roja: significa también alegría y la quinta velita es un cirio de color blanco que se va en el centro lo que significa la presencia de Dios.
El Adviento nos invita a recordar el tiempo pasado con el nacimiento de Jesús en Belén, llegando como uno de nosotros, lleno de humildad y pobreza.
Nos invita a disfrutar del presente: Jesús está entre nosotros en el mundo, por lo que tenemos que vivir en paz y amor de Dios.
Nos incita a que organicemos el futuro: pues debemos prepararnos para la venida de nuestro señor JESUCRISTO, llegando como Señor, premiando a los creyentes con el Cielo, habiendo sido fieles con el Padre y viviendo en comunión con nuestros hermanos, para llegar a la salvación y vida eterna.
La capital se viste de colores, especialmente las áreas comerciales, bancarias, industriales y las propias oficinas gubernamentales, sin faltar la participación de la población que también le pone el exquisito sabor pascual en sus hogares, con la colocación de las réplicas de nacimientos y árboles navideños, todo huele a Navidad, hasta la tradicional música se escucha por las calles y avenidas, llamando la atención de los transeúntes; en los canales de televisión y las radioemisoras se escuchan mensajes alusivos a la temporada que llaman la atención de quienes disfrutan de esta temporada anual.
La Navidad se viste de colores cuando padres, madres, hijos y familiares visitan a los privados de libertad, departiendo con ellos momentos inolvidables.
La Navidad se viste de colores cuando vemos a padres y madres en los mercados comprando los estrenos para sus pequeños hijos.
La Navidad se viste de colores cuando con alegría toda la familia decora el árbol navideño y coloca al pie del mismo el Nacimiento del Niño Dios en el pesebre.
La Navidad se viste de colores cuando sentimos el olor a nacatamales que por cantidades exorbitantes se cocinan en grandes tinajas y en fogones improvisados.
La Navidad de viste de colores cuando disfrutamos del exquisito rompope tradicional (el que lleva la yema de huevo bien batida) con su color amarillo huevo, leche, nuez moscada, canela y licor, para luego ser vaciado en botellas finamente decoradas para la ocasión.
La Navidad se viste de colores cuando viene un niño o niña al mundo y sus primerizos padres corren a buscar la ropita que vestirán al salir del hospital; si es varón el color azul y si es niña, el rosado.
La Navidad se viste de colores cuando instituciones de beneficencia y personas de buen corazón visitan los hogares donde pernoctan los ancianos, los niños y niñas con cáncer, donde un personaje disfrazado de Santa Claus cargado de regalos de diferentes matices (repostería, alimentos, ropa, juguetes y música), hacen que la nochebuena sea realmente buena para quienes reciben las atenciones de estas bellas personas que con una sonrisa dan sin esperar nada a cambio.
La Navidad se viste de colores cuando vemos por las calles a madres y padres (desempleados) cargando sus pequeños hijos en busca de un pedazo de pan.
Navidad época para reflexionar, hacer planes para el año venidero, que se cumplan nuestros sueños, tener metas, ilusiones y esperanza en un nuevo amanecer, tratar de olvidar el pasado, perdonar todo el daño causado, prepararnos académicamente para obtener un mejor empleo, procurar la unidad familiar, estar pendientes de nuestros hijos, nietos, padres, abuelos y demás familia, amar al prójimo como a nosotros mismos, hay tantas cosas que podríamos hacer y que muchas veces las ignoramos y las dejamos pasar, tal vez por indiferencia.