Por: SEGISFREDO INFANTE

            Heráclito fraguó sus reflexiones abstractas con sentencias, más conocidas como aforismos, con gran influencia posterior respecto de cierto ángulo de Guillermo Hegel; y con reminiscencias sobre las obras de los más contrapuestos poetas. Heráclito, que seguía el procedimiento deliberadamente misterioso de las frases cortas que enunciaban los sacerdotes y las pitonisas del “Oráculo de Delfos”, nunca elaboró un corpus filosófico coherente para la posteridad, como sí efectivamente lo hizo Parménides, con el eterno problema del “Ser” y del “No-Ser”, con derivaciones que han llegado hasta lo medular de la “Filosofía” de todos los tiempos, incluyendo el siglo veinte y parte del veintiuno.

            Es más, mucha de la obra de los pensadores y filósofos primigenios, ha llegado hasta nosotros por la vía milagrosa de los fragmentos involuntarios o subsistentes (nunca deliberados como los de Heráclito), a partir de los cuales se han montado debates productivos y análisis que parecieran interminables, incluyendo el problema de las más dispares traducciones del griego antiguo a diversos idiomas. Para este capítulo es recomendable la bibliografía sugerida por el profesor Rodolfo Mondolfo, un filósofo de tendencia socialista (o socialdemócrata independiente), de origen hebreo, y a la vez ítalo- argentino, cuya obra vale la pena reconocer. Creo haber compartido con el escritor hondureño-canadiense Martín R. Mejía, hace algunos años, una copia de la “Guía bibliográfica de la filosofía antigua” de Mondolfo.

            Más acá en el tiempo, dos pensadores europeos modernos que redactaron una parte predominante de su obra en forma de pensamientos aislados o aforismos, fueron el francés Blaise Pascal y el alemán Friedrich Nietzsche. En este punto conviene ventilar que no es nada fácil realizar juicios de valor respecto de obras elaboradas con sentencias a veces florecientes y otras veces lapidarias. Aquí es oportuno reconocer que los pensamientos de Pascal se presentan con más extensión o contenido. Recuerdo que hace más de dos décadas a un colega que se iniciaba en la lectura y la escritura le hicieron la broma, otros amigos, de bautizarlo con el largo sobrenombre de “Citas Citables del Reader’s Digest”. El joven lector aceptó, con resignación cristiana, aquel atributo que para él resultaba inevitable.

            En nuestras lecturas de largas décadas todos, o casi todos, hemos gastado tinta en hojas sueltas. Inclusive en servilletas. En mi caso particular recuerdo haber publicado, mediante el mecanismo de fotocopias, un opúsculo titulado “Versos sueltos (escritos en el bus y en el café)”, en la década del ochenta, que más tarde fueron integrados a otros poemarios. Pero también he logrado identificar un par de libretitas en donde anotaba pensamientos dispersos de distintos autores en prosa, a partir de mis lecturas juveniles de medianoche; o bien en las cafeterías del viejo centro de Tegucigalpa.

            Tal vez es posible rescatar algunas de aquellas anotaciones prosaicas. Veamos: “Nunca digas cosas que no sabes”, de un proverbio maya. “Todos los caminos deben ser iniciados” y seguidos “con gran humildad”. (…) “Hay que aprender a comprender todas las cosas, todas las actitudes, la completa gama del comportamiento y las respuestas humanas”. (…) “Si no por uno mismo, uno tiene que vivir por sus enseñanzas”, de autores por ahora olvidados. (…) “No pretender lo que en realidad es imposible”, tomado de un estratega chino. (…) “No trafiquéis con los principios, no hagáis concesiones teóricas”, del Barbudo de Tréveris. “Si las palabras de uno, no son mejor que el silencio, uno debe quedarse callado”, de un novelista gringo. “Si le das un pez a un hombre, él tiene para una comida. Si le enseñas cómo pescarlo, puede alimentarse por el resto de su vida”, de Confucio. “Todos nosotros tenemos una cierta tendencia para exaltarnos a nosotros mismos y para resaltar las debilidades y errores de los demás”, de Jimmy Carter. “La producción no es un fin en sí mismo, sino que un medio para mejorar las condiciones de vida de toda la población y permitir el pleno desarrollo de sus potencialidades humanas y culturales”, de Rigoberto Sandoval Corea, exdirector del INA, año 1975. 

            Continuemos con los pensamientos aparentemente caóticos: “La tergiversación se convierte en arma peligrosa para los pueblos”, de autor desconocido. “La única teoría que libera a la sociedad es la teoría que declara al hombre como esencia suprema del hombre”, de Karl Marx, cuando todavía era joven. “La modestia contribuye al progreso, y el engreimiento conduce al atraso”, de un estratega chino. “Toda afirmación debe fundarse en hechos y toda crítica debe tener sentido político”, del mismo autor chino. “El hombre se apasiona por lo maravilloso y lo inverosímil”, de Paul Rivet, cuya obra discutíamos con el profesor de secundaria Santiago Muñoz (QEPD). “Toda concepción nacida de la impaciencia que pretendiese una victoria rápida hubiera sido un grave error”, del general vietnamita Nguyen Giap. “Matamos lo vivo en vez de conducir la vida a desenvolverse y florecer”, del poeta y prosista chileno Pablo Neruda.

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