Por Rafael Delgado Elvir
Economista. Catedrático universitario
Estamos ante un régimen insaciable que recurre a cualquier medio para obtener recursos. No importa cómo le meta la mano a los bolsillos de los hondureños, ni cómo los engaña con sus desesperadas maniobras. Todo al final se justifica. Tienen prisa ya no para resolver los problemas de la gran mayoría, sino para solucionar los propios. Necesitan generar noticias, desviar la atención, comprar lealtades. Por ello todo lo que se hace día a día es para sostener la piedra que amenaza con aplastarlos.
No hay duda. Han tenido dinero a manos llenas para sus propósitos. Para el año 2013 eran 50,000 millones de lempiras los que se recaudaban por impuestos. Pero eso no era suficiente. Tuvieron una buena excusa a su favor: la alta defraudación y evasión fiscal que debía reducirse, pero en este caso para sus propósitos. La recaudación de impuestos se incrementó año con año hasta llegar a 100,000 millones de lempiras para el 2018. Es decir, se duplicaron los ingresos del gobierno en cinco años, dinero que ya no estaba en los bolsillos de los hondureños, sino que en manos de los gobernantes que tienen sus propios planes.
Eso no bastó ya que necesitaron más. Con la excusa de los bajos intereses de las tasas en los mercados internacionales, se inició adicionalmente la ruta de endeudar más al país tanto afuera como adentro. Cada año han sido sumas diferentes las que desde el Congreso Nacional se le han aprobado al gobierno, contrayendo compromisos nuevos. Los años en que se recurrió a endeudarnos más han sido precisamente los años electorales.
En el año 2013, fueron 46 mil millones y el año 2017 otra vez 47 mil millones de lempiras de nuevo endeudamiento a través de la emisión de bonos y préstamos. Como se verá un nuevo endeudamiento para sus propósitos. Por eso, hoy en día la deuda pública total, según las cifras oficiales ya anda arriba de 11,000 millones de dólares, representando el 49% del PIB. Una carga que ya se siente porque requiere destinar montos muy importantes del presupuesto para su pago.
Mientras tanto la carga de los impuestos para el ciudadano es insostenible. En el momento del consumo se le quita significativos recursos al ciudadano que ya no dispone de ellos. Ahora son del gobierno que los destina cada vez en mayor medida para pagar las deudas que ha contraído. Sobre la base de lo que se publica, se puede calcular que alrededor del 32% de lo que se le saca del bolsillo al hondureño por concepto de impuestos, se paga ahora para los compromisos de la deuda pública que contrajo JOH. Esto podría aumentar si las cuentas salen mal. Cosas como el aumento de los intereses en los mercados internacionales, bajo crecimiento económico y estancamiento de la tributación son algunos nubarrones que se asoman.
Lo peor de todo esto, es que esa excelente idea de absorber recursos del exterior invirtiendo hoy, producir para pagar después no funcionará en nuestro país. El dinero quizás se haya invertido y muy probablemente también se haya ido en gasto corriente. Pero los canales de la corrupción, el despilfarro y el clientelismo electoral siempre están allí operando desde las cúpulas políticas y empresariales para desviar significativas cantidades de dinero a su favor. Los grandes proyectos financiados con recursos prestados se ejecutan con sobreprecios del 200% y 300%, con insumos de mala calidad, entregados con retraso y con una serie de cláusulas donde los funcionarios públicos en contubernio con otros actores, le imponen al Estado todo tipo de cargas y responsabilidades para cubrir. Que nadie se sorprenda entonces porque a pesar de tanto endeudamiento y tantos impuestos los principales indicadores económicos y sociales no hayan mejorado.
delgadoelvir@yahoo.com