“No es la gloriosa selección de fútbol de aquellos años 80 de furor y laurel. No, es la otra garra, la de pezuña venenosa y sanguinaria la que nos hace goles desde las sombras del juego sucio del poder; ese equipazo de la garra catracha saltó a la cancha con su más enconado rencor a fin de dar un golazo desde la media cancha en la elección del nuevo fiscal general del Estado. Su golpe al balón parado en medio del área chica dio el tiro de gracia ante la atolondrada sociedad que, en medio del Mundial, estos rusos del parlamento se alzaron con la victoria momentánea al anotar con la mano levantada, el fiscal y su adjunto.
Esta garra jugó con la pelota adelantada y, antes de tiempo, sin árbitro empezaron el partido que de entrada los puso a ganar; sin importar las faltas graves ni las patadas ni las mordidas. Así se juega en Honduras. La bola parada y haciendo tripletes, sin defensa opositora que lo único que defiende son sus intereses que ondean al aire del descaro y desencanto como fuerza. En la nación, estos menesteres de la política se juegan sin árbitro. Y el circo romano del público, que para eso tiene de fondo un mundial de balompié lejano, aburrido y a destajo de sorpresas.
En este partido ya se reeligió un fiscal, no se ha perdido ni ganado nada, pero el equipo se armó hasta los dientes de impunidad y corrupción y se preparó entrenando día y noche para dominar por las buenas o las malas este juego.
Se aseguraron hasta los más mínimos detalles y se concentraron sin dormirse en los laureles robados. Los jugadores que estaban en la banca esperando su turno en el Congreso Nacional, escogidos por la Junta Proponente, ungidos y bautizados por táctica para disimular el cuento de la democracia incluyente y participativa, envolvieron a representantes de diversos sectores; pero con la certeza puntual de escoger los delanteros adiestrados y acomodados para ganar este juego. Los aficionados de la sociedad civil al menos se dieron cuenta que para el círculo del poder no existen, ilusionando que un representante sería tomado en cuenta, en medio de un campo minado, que en última etapa solo cinco llagaron a la final. Esta garra catracha es la medida exacta de los grupos de poder, que son los dueños del equipo; y, además, dueños de la pelota donde se juega el honor contra la impunidad en esta tierra llena de desigualdades.
Y este equipo juega nada más ni nada menos que en el estadio del Congreso Nacional, donde le hacen barra la muchedumbre de diputados, que la mayoría ha sido descubierta en redes de corrupción por el CNA y acusada por la Maccih. Pues, ellos buscando aliados en el MP con el fin de determinan que los escogidos son los que le hagan favores para engavetar en el olvido este partido jugado con la sangre del pueblo hondureño.
El resto de los jugadores de este país están en la banca, más preocupados por Messi con su mala racha. ¡Qué más nos puede suceder en este circo!, que ya nos empieza salir caro. También, la pantomima farsante y melancólica de Neymar que, con sus caídas de actor se medio acerque a las payasadas de víctimas que se hacen esos diputados que dicen no saber de ninguna red, salvo la de la corrupción, que mecen las redes de la justicia.”
Tomado de Diario El Heraldo